domingo, 14 de diciembre de 2014

El insolidario arrepentido

En la última semana se ha desatado la polémica en el mundo de las motos: Marc Márquez, El Niño, junto con Ángel Nieto el mejor piloto español de todos los tiempos, había decidido fijar su residencia en Andorra por motivos fiscales. Tras unos días movidos y una campaña en Change.org que ha recaudado más de 45.000 firmas, el piloto de Cervera ha reaccionado y afirma que el año próximo pagará sus impuestos en España. Algunos comentarios a esto.
En primer lugar hagamos unos pocos números. Según los datos que manejan los periódicos los ingresos brutos del piloto de 21 años son de aproximadamente 10 millones de euros. De ellos, y tras tributar en España, le quedarían 5 millones netos. Si consideramos que un joven de su edad cualificado a lo máximo que puede aspirar en nuestro país es a ser, con muchísima suerte y no dedicándose a la política, mileurista, eso quiere decir que Marc Márquez cobra lo que unos 350 jóvenes españoles; o puesto de otra forma, un muchacho de su edad tardaría 330 años en ganar lo que él cobra (neto) en uno solo. Ya sé que arriesga la vida, que es único… pero los datos están ahí.  Y no ha creado empleo (sus mecánicos, ingenieros etc. trabajarían igual para otro piloto).
En segundo lugar, las sociedades occidentales están basadas en la solidaridad. De hecho eso es lo que las distingue de las menos desarrolladas, donde las diferencias entre las clases son abismales. Y esa solidaridad se demuestra tanto por el lado del gasto como por el de los ingresos. Por el gasto con lo que hemos denominado el Estado del Bienestar –educación y  sanidad, principalmente- que la derecha cavernícola representada por el PP quiere destruir aprovechando la crisis; por el lado de los ingresos con un sistema fiscal progresivo donde quien más gana más paga. El joven Márquez seguro que tiene abuelos que cobran una pensión; unos primos o amigos que van a la escuela pública o al instituto; incluso sus propios padres utilizan la Seguridad Social cuando se ponen enfermos ¿De dónde cree que sale el dinero para pagar eso o las carreteras que le llevan desde su Cervera natal a su Andorra fiscal? Del dinero de los contribuyentes, es decir, de todos los que pagamos nuestros impuestos en España.
Finalmente, flaco favor le ha hecho al deporte de la moto, a Dorna y a sus patrocinadores. Como ya he dicho, en Change.org se lanzó una campaña que más de 47.000 firmamos para que le retirasen los patrocinios. Este es, a mi juicio, el motivo fundamental que le ha llevado a replantearse su decisión. Y se puede argumentar que también Dani Pedrosa o Jorge Lorenzo lo hacen. Pero es que ellos no son Marc; ellos son gladiadores a los que no queremos que les pase nada malo, pero de los que tampoco nos importa mucho lo que les suceda. No hay ningún vínculo emocional. Pero con el Niño sí, él ha representado, en la actual situación de crisis y desesperanza, el triunfo de una familia normal, la luz en tiempos de sombra.
Todos los moteros sabemos que Marc es el sucesor de Valentino. En sus luces y en sus sombras –tuvo que pagar 35 millones de euros al fisco italiano-. Esperemos que él y muchos más entiendan que el dinero público no cae del cielo si no que lo tenemos que aportar entre todos los contribuyentes, pagando más los que más tenemos; que los servicios públicos no son gratuitos porque se pagan con los impuestos, y que el dinero no lo es todo, que  vivir en tu país, rodeado de la admiración de los tuyos, a veces reporta más beneficios, incluso económicos –la teoría del Shared Value-, que evitar impuestos.

© José L. Calvo, 2014

martes, 25 de noviembre de 2014

Podemos se lía con el marketing

A la espera del programa económico de la formación de Pablo Iglesias -cada vez se parece más a la UPyD de Rosa Díaz- hemos visto en esta última semana dos fallos de marketing absolutamente incomprensibles en un partido que si por algo se ha caracterizado ha sido por el dominio de los medios y los tiempos. Me refiero a su inasistencia al programa de Telecinco y la posterior explicación; y la elección de la canción de l’estaca de Lluis Llach como especie de himno.
Escuché a Pablo Iglesias afirmar en la entrevista de Ana Pastor que asistiría a todas las convocatorias de los medios que le hicieran, que él no se escondería detrás de un plasma. Y a la primera de cambio, mejor dicho a la segunda que la siguiente fue donde nuevamente recibió de Pepa Bueno, no asiste. Como Podemos debería saber, desde el punto de vista del marketing es irrelevante la discusión entre ellos y Telecinco y si debía ir uno o cinco, lo realmente importante es que la explicación dada suena a demasiado conocida y explotada por los partidos políticos tradicionales cuando las cosas no ruedan a su favor: hay una campaña de los medios de comunicación orquestada contra nosotros. Incluso a mí, que llevo mucho vivido, me sonó a contubernio judeomasónico.
La segunda es esa especie de himno que se han mercado con la canción de Lluis Llach. Algunas cosas sobre esta elección. En primer lugar, suena extraño que un partido tan moderno, que quiere acabar con la cultura de la Transición, elija una canción predemocrática y a un cantautor que tuvo su época de fama en ese período que va desde el final de la Dictadura al comienzo de la democracia. Estoy seguro que hay cantantes más jóvenes, mucho más ligados al movimiento 15M y a los problemas de la juventud actual, cuyas canciones podrían haber sido elegidas como símbolo de una formación que quiere dar un futuro a los españoles. Aquí no puedo aconsejarles, porque no estoy muy al día de músicos españoles –salvo rock y rockabilly y no creo que ninguno encaje con las camisas de cuadros de Pablo Iglesias y la Vespa de Monedero-. Puestos a escoger a alguien de esa generación les sugiero "Los tiempos están cambiando" de Loquillo o "Maneras de vivir" de Rosendo y sus Leño. Ambos han demostrado su honestidad y espíritu de lucha, y desde luego tienen una actitud mucho más vital que la languidez de Lluis Llach.
En segundo lugar, tampoco me parece muy sensato elegir una canción en catalán de un cantautor de esa nacionalidad que además ha dado muestras inequívocas de su deseo de formar parte de un país diferente al que teóricamente dirigirá el comandante Iglesias. No corren muy buenos tiempos para las relaciones Catalunya/España –con el España nos roba, las tonterías sobre la nacionalidad de Colón, Teresa de Jesús, Cervantes, Ignacio de Loyola…- y estoy seguro de que somos muchos los españoles que puestos a  cantar una letra en otro idioma preferimos el inglés. Finalmente, si quieren centrarse –políticamente- tampoco parece la mejor elección un cantante con claras raíces en la izquierda soberanista.
Fallos incomprensibles si no fuera porque Podemos cada vez se va pareciendo más a una formación política en la que milité en los años de la Transición. Les doy pistas: tenía un Secretario General, un Comité Ejecutivo y un Comité Central, estaba organizada en células y funcionaba igual que Podemos: me gustaría contar con tu opinión, pero los militantes han decidido que no hables. Que cada uno haga sus números, pero yo no quiero vestir de chándal.

© José L. Calvo, 2014

viernes, 14 de noviembre de 2014

Banqueros, usureros y trileros

Hace tiempo que no aparecía por aquí por vergüenza. Por vergüenza de pertenecer a un colectivo, el de los economistas, que se ha ganado el desprecio de la sociedad. No ya solo por no haber sabido prever una crisis como la actual –aunque algunos ya veníamos comentando que el crecimiento del ladrillo tenía un fin-, sino por formar parte de un grupo en el que sus miembros más destacados acabarán formando un think tank en Soto del Real. Como ya he dicho muchas veces, asentar toda la doctrina económica en creer que somos racionales no solo es un error axiomático, es una estupidez (lo mismo que pensar que los políticos actúan por el interés de la sociedad y no por el suyo propio).
Otra de las cosas que me provoca sonrojo es que los economistas solemos darle nombres rimbombantes a cosas que ya tienen una definición muy clara en el diccionario de la Lengua Española (DRAE). Dos ejemplos relacionados con la banca y el sistema financiero en general: la banca tradicional y la banca de inversión.
 La banca tradicional es la de toda la vida, la que recibe depósitos y presta a particulares, empresas y administraciones públicas cobrando por ello un interés. Esta labor, que ahora mismo no están haciendo los bancos españoles, es fundamental para el funcionamiento de la economía capitalista, lo que ha “justificado” los rescates bancarios en toda Europa y los más de 100.000 millones de euros que hemos perdido los españoles por su mala gestión. Pues bien, acudamos al DRAE. Prestar significa entregar algo a alguien para que lo utilice durante algún tiempo y después lo restituya o lo devuelva. Pero esto no es lo que hacen los bancos, ya que en esa definición no hay intereses. Hay otro término que nos permite acercarnos mejor a una definición de lo que hacen las entidades financieras: usura que el DRAE define como el interés que se lleva por el dinero o el género en el contrato de mutuo o préstamo. Así que lo que hace la banca tradicional es usura –es interesante que si alguien te presta dinero y te cobra por ello es un usurero y está mal visto y si lo hace el banco es bueno para todos-.
Pasemos ahora a la banca de inversión que es el conjunto de entidades que se dedican a obtener financiación para las empresas y gobiernos a través de la emisión y colocación de valores. Hasta aquí todo bien salvo por un pequeño detalle: ¿qué valores y a quién se colocan? Si hablamos de acciones, bonos o letras todo está claro, pero si pensamos en futuros, opciones, CDs, titulizaciones, etc. entonces todo es mucho más complicado de entender porque no hay una relación directa entre el título y el órgano emisor –para hacernos una idea la CNMV ha tenido que publicar una guía-. Y en cuanto a la colocación, si lo hace entre inversionistas profesionales que tienen información de cómo funcionan estos mercados nuevamente nada que objetar, pero si los destinatarios son personas que desconocen lo que son esos activos; si además no solo las reglas no están claras sino que las alteran entonces ya no es banca de inversión sino trileros. Es como dejarle el dinero a alguien pensando que está en buenas manos y lo usa para ir al casino a jugar a la ruleta; pero además el croupier mueve la mesa para que caiga donde él quiere. Tengan en cuenta otra cosa que normalmente tampoco se dice: con este tipo de activos se produce un juego de suma cero, es decir, alguien gana porque alguien pierde.
Así que hablemos con propiedad del sistema bancario. Banca tradicional = usura; banca de inversión = trileros. A lo mejor teniendo las cosas claras podemos evitar nuevas crisis.

© José L. Calvo, 2014

lunes, 22 de septiembre de 2014

Ana P. Botín, la desregulación y el timo de la competencia

Leía el otro día que la gran lucha que pretende emprender la nueva presidenta del Banco de Santander, Ana Patricia Botín, es la de la desregulación del sistema bancario. O dicho en Román paladín: en cuanto pueda la vuelvo a liar. Porque eso supone la desregulación bancaria a la que una vez superada la crisis –para ellos que no para los ciudadanos que la seguimos sufriendo y tenemos que pagarla- se están apuntando cada vez más banqueros, políticos e incluso profesionales de la economía
¿Cuál es el argumento? Que el mejor sistema de funcionamiento es el mercado y que la competencia en los mercados, incluido el bancario, es mucho mejor que la regulación. Dos simples comentarios a esta tesis.
En primer lugar la Teoría Económica establece dos grandes tipos de competencia: la perfecta y la imperfecta. En la competencia imperfecta existen oligopolios, competencia monopolística, etc. y la principal consecuencia que se extrae es que en este tipo de mercados las empresas absorben el excedente del consumidor, produciendo menores cantidades de las óptimas a mayores precios. O dicho claramente, que las empresas se adueñan del bienestar de la sociedad para aumentar sus beneficios. Así que nada bueno para el conjunto de la sociedad surge de la competencia imperfecta, de la que sabemos mucho en España sobre todo en los mercados energéticos –petróleos y electricidad- y el bancario.
En segundo lugar, la competencia perfecta es como la gravedad cero: no existe en la Tierra. No hay un solo mercado mundial de ningún producto relevante, materias primas, energía, deuda, productos bancarios, en el que ninguna empresa tenga el suficiente poder de mercado para influir en los precios. Todo lo contrario. 
Entonces ¿por qué defenderlo a capa y espada incluso desde el mundo académico? Muy sencillo: porque quien lo defiende es quien tiene el poder, quien quiere seguir teniéndolo y quiere ejercerlo para ganar cada vez más y que cuando surjan problemas seamos todos los ciudadanos los que los paguemos. Desde los académicos porque hay mucho pelota que busca la financiación de un proyecto y bastantes vulcanianos surcando el espacio en el Star Trek (ajenos a la realidad).

© José L. Calvo

lunes, 8 de septiembre de 2014

Pero ahora ¿a quién le vendo los BMWs?

Hay un cuento en internet que explica cómo funciona la economía a partir de un viajero que paga 100€ en un hotel. Déjenme contarles otro en esa misma línea: en el pueblo Europa vivían el rico carnicero Hans, el panadero François y un pobre atolondrado que vendía las chucherías llamado Pepe. A Hans no le gustaba cómo gastaba su dinero Pepe, que incluso le pedía prestado para ir de juerga, y un día decidió, junto con François, meterle en cintura y pagarle menos por sus chucherías. Como ellos eran sus únicos clientes Pepe vio cómo sus ingresos se reducían. Como ganaba menos Pepe no tuvo otra opción que reducir su consumo tanto de pan como de carne, por lo que los ingresos de François y Hans también se vieron reducidos. Eso les llevó a comprar menos chuches, carne y pan… la espiral siguió hasta que todos acabaron arruinados, no pudiendo comprar nada. La moraleja la da la propia OCDE: bajar los salarios no solo no aumenta la competitividad sino que es contraproducente
Pues aunque no lo crean esto es lo que ha pasado en la Unión Europea en estos últimos 7 años de crisis. En vez de hacer lo lógico, es decir que Hans (Europa Central), François (Francia e Inglaterra) y Pepe (los PIGs) se hubieran sentado, que le hubieran echado una bronca a Pepe por su dispendio y que le hubiesen controlado sus gastos para que no dilapidase su dinero, la moral calvinista decidió que los ciudadanos díscolos –que no sus políticos, tan amigos que hacen juntos el camino de Santiago- debíamos sufrir un castigo y ver cómo nuestros salarios se reducían de manera sustancial. Pero no pensaron que el 40% del PIB alemán se debe a las exportaciones y que de él el 70% se dirige a la UE, por lo que prácticamente el 30% del PIB germano depende de sus socios. Y que si nosotros no podemos comprar ellos no pueden vender. Resultado final: la deflación que recorre la UE y que ha venido para quedarse.  
¿Y ahora qué? Pues ahora es cuando se impone la razón y el BCE opta por políticas para impulsar la demanda y favorecer el crédito. Pero el mal ya está hecho: sufrimiento innecesario, millones de parados, deflación y, sobre todo, unas perspectivas de futuro tan inciertas y negativas que hacen que la salida de la crisis no se prevea cercana y que haya un ánimo de venganza contra aquellos que nos han llevado a esta situación que hace de fenómenos como el de Marine Le Pen, Syriza o Podemos la punta de lanza de lo que le espera a la UE –solo en eso se parecen Sr. González. Usted no puede hablar de izquierda ya que hace muchos años que renunció a formar parte de ella-. 
No estoy negando la necesidad de que se hicieran ajustes en los PIGs y en concreto en España. Lo que afirmo es que bajo el paraguas del neoliberalismo y el mercado, sustentado por economistas teórico-racionales que desconocen cómo funciona la economía de verdad, se ha generado un dolor evitable a personas reales, se ha destruido el estado del bienestar y sin embargo no se han hecho los cambios imprescindibles. Déjenme hacerles dos propuestas en esa línea: sobran al menos 8 Autonomías, todas las Diputaciones y los dos tercios de los ayuntamientos y sus respectivos cargos. Alemania y Francia ya han acometido esa transformación; en segundo lugar es necesario un control estricto de a dónde se destina cada euro de dinero de los contribuyentes. Los cursos de formación, la familia Pujol, los ERE, la financiación irregular de partidos y sindicatos… no se habría producido con un auténtico control del dinero público. Esa es la verdadera regeneración de la Administración y no es una propuesta ni de izquierdas ni de derechas porque la defendía el difunto profesor Barea tanto como yo. Lo demás es despedir a médicos, profesores, bomberos, funcionarios en general… que redunda en un empeoramiento de los servicios y bienestar general.

© José L. Calvo, 2014

jueves, 4 de septiembre de 2014

Chauvinismo a la española: por la independencia de Catalunya

Este verano he disfrutado de las vacaciones en Francia, donde, además de la magnífica cultura, la amabilidad y la simpatía de los franceses destaca su profundo amor por su país. Lo que aquí denominamos despectivamente como chauvinismo pero que para  mí es justo lo contrario. Cualquier francés, ya sea bretón o normando, del norte o del sur, es un enamorado de Francia, de los principios que encarna su bandera, de su grandeur y se siente orgulloso de las hazañas de sus compatriotas –la portada de los periódicos cuando ganaron el relevo en natación los bleus era dignas de enmarcar-.
Vuelve uno a España y descubre que nada ha cambiado, que seguimos embarrancados en los mismos problemas: la corrupción que nadie ataja, la casta tratando de desprestigiar de todas las formas posibles a Podemos… y el debate soberanista. Sobre este último un pequeño comentario.
Partamos de un hecho: soy español y me siento orgulloso de serlo. Me gusta mi bandera y querría poder cantar la letra de mi himno como hace el resto del mundo. Por eso mismo estoy a favor de la independencia de Catalunya. Tres son mis argumentos:
1. Es imposible hacer una campaña de marketing peor para defender la independencia que la que han hecho los catalanes en España. Partiendo del España me roba –parece que ahora quien les roba es su realeza, como a todos- sus argumentos se  han basado en que si Catalunya se encuentra en la actual situación se debe única y exclusivamente al resto de los españoles; que si no fuese por nosotros serían el motor económico de Europa. Si a eso añadimos que todos los españoles ilustres son catalanes –desde Colón a Miguel de Cervantes pasando por Teresa de Jesús- la cuestión no es el derecho a decidir de los catalanes, sino que muchos españoles ya hemos decidido que no queremos compartir estado con quien nos denigra.
2. La situación España/Catalunya  la explica muy bien la Economía del Comportamiento al hablar de los costes sumergidos que condicionan las decisiones y la necesidad de eliminarlos: es cierto que hemos invertido mucho –las dos partes- en este matrimonio; pero está roto y no tiene solución. Por mucho más que se quiera invertir ya no se va a arreglar, así que lo óptimo es divorciarse en los mejores términos posibles, repartir los bienes y aquí paz y después gloria. Dos países que podrán tener una relaciones de vecindad normales.
3. La independencia de Catalunya solo puede mejorar la marca España. No solo por la imagen de división civilizada que podemos dar, sino que desde la izquierda ya será posible obviar lo políticamente correcto y podremos tener un himno, una bandera –es sorprendente cómo ha despertado el republicanismo entre nuestros políticos de pseudoizquierda después de 35 años en el pesebre monárquico- e incluso podremos ser españoles y españolistas sin que sea considerado un insulto. Desarrollaremos campañas de la marca España sin complejos. Porque como se señalaba en un artículo de este verano en El Confidencial, ha habido en España nacionalismos de primera y de segunda: ser nacionalista catalán, vasco o gallego estaba bien visto; ser nacionalista español era terrible.
Tres motivos por los que si pudiera votar en el referéndum catalán diría SI/SI. Porque soy un independentista español de izquierdas. Y si no por favor que alguien me diga cómo me puedo nacionalizar francés.

© José L. Calvo

domingo, 1 de junio de 2014

Efecto Podemos: el mundo analógico vs. el digital y el juego del ultimátum

Pasada ya una semana de los comicios al Parlamento europeo sigue siendo muy interesante ver las reacciones de los partidos políticos tradicionales y la de sus voceros los tertulianos –esos señores expertos en nada pero que hablan de todo- ante el efecto Podemos. Desde la campaña de desprestigio lanzada por las gentes del PP –chavistas, comunistas (será un insulto para ellos)…-, pasando por el modelo Don Tancredo del PSOE –no existe el efecto Podemos- hasta la cara de tontos  que se les ha quedado a IU y el partido de Rosa Díez –UpyD es eso, ya lo deja ella claro- que esperaban rascar muchos más votos del descontento social.
Como ni soy analista político ni tertuliano solamente comentar dos aspectos que desde la economía con sentido común sirven para explicar este fenómeno.
El primero de ellos hace referencia a un hecho muy evidente: el PP, PSOE, IU y UPyD utilizan estrategias de comunicación del siglo pasado, de un mundo analógico, mientras que Podemos se incardina en el mundo digital del siglo XXI. Como señalan los expertos en economía de las redes sociales, los mercados son conversaciones. Eso es lo que Podemos vive y los otros desconocen. Facebook o Twitter son medios de comunicación entre los elegibles y los electores y no para lanzar slogans como ha hecho el Sr. Arias Cañete o para colgar fotos, la estrategia de la machista Valenciano -¿o no es machista valorar a un futbolista por su falta de belleza?-. Podemos y Pablo Iglesias, por el contrario, sí han establecido una comunicación de doble dirección con sus electores, han twitteado y respondido a todos y cada uno de los twitts. Han ganado uno a uno los votos a través de las redes sociales.
La segunda de las explicaciones procede de la Economía del comportamiento y de nuestro sentido de la equidad. Ya les he hablado en otros posts de los juegos del dictador y de su variante el juego del ultimátum. Se los recuerdo brevemente: en el juego del dictador se le da a un individuo una cuantía, por ejemplo 10€, y este tiene que repartirlos entre él y un individuo anónimo (el receptor). Lo racional es darle la menor cantidad posible, por ejemplo 10 céntimos, y que el otro lo acepte, ya que menos es nada. En el juego del ultimátum se introduce una variante importante: el receptor puede aceptar o no la cuantía asignada; y si no la acepta ninguno de los dos recibe nada. Los partidos tradicionales estaban acostumbrados al juego del dictador: nos ofrecían migajas, hacían promesas electorales que sabían que no iban a cumplir, nos exigían sacrificios mientras ellos cobraban sueldos irreales -¿9.000€ al mes un europarlamentario?- o nos robaban en nuestra propia cara. Y nosotros teníamos que aceptar mal que nos pesase, ya que no había opción. Debíamos elegir entre lo menos malo.
La llegada de Podemos ha supuesto un cambio de juego, que ahora ha pasado a ser el del ultimátum. Podemos nos ofrece una alternativa, nos ofrece la opción de no aceptar que los partidos analógicos nos impongan sus opciones. Ahora podemos elegir dejarles en la estacada, no votarles, porque alguien ofrece otra forma de hacer política. Y como buenos españoles hemos optado por renunciar a las migajas, por morir matando, por castigarles.
Dos cuestiones que el PP, PSOE, IU y UPyD deben aprender: deben oír a sus electores, preguntarles lo que quieren y hacerles caso. Y deben aprender a cumplir sus programas electorales, a convertirse en auténticos servidores de la sociedad. Si no el castigo será imparable.

© José L. Calvo

martes, 27 de mayo de 2014

¿Sueñan los econoandroides del FMI con españoles de plástico?

Hoy nos llega la última propuesta del FMI para la economía española: bajada de salarios en las empresas con problemas y subida de la imposición indirecta (IVA). Es decir, más de lo mismo en esta vorágine de política y economía ortodoxa en la que definitivamente se ha decidido que hay que hacer más ricos a los ricos y convertir en proletariado a la clase media, sobre la que está recayendo la crisis económica –de los pobres ya ni hablan. Esos solo cuentan en sus estudios teórico/estadísticos, pero a la hora de afrontar las soluciones no se tiene en cuenta ni su situación ni sus necesidades-.
No voy a analizar las propuestas de manera extensiva, pero permítanme unos breves  comentarios: la condonación de deuda a las Pymes viables es un brindis al sol; la posibilidad de bajada de salarios en las empresas con dificultades es una vuelta de tuerca más al ultraliberalismo económico. Y la subida del IVA es, nuevamente, una propuesta basada en modelos econométricos irreales.
Ya he comentado en otro post cómo la subida del IVA no tiene que suponer un aumento de la recaudación. Varios son los motivos. Por un lado la elasticidad de la demanda, algo que saben hasta los econoandroides: si la demanda es elástica los consumidores sobrerreaccionan a una subida del precio –que es lo que supone el aumento del IVA- y disminuyen los ingresos. En segundo lugar se puede producir una caída debido a la reducción absoluta de la demanda: si antes salía a cenar todos los fines de semana y me gastaba 200€ al mes de los que 40€ eran de IVA, la subida propuesta puede hacer que deje de salir algunos fines de semana e incluso todos, por lo que esos 40€ desaparecen de las arcas de Hacienda. Finalmente, hay una relación directa entre aumento del IVA y crecimiento de la economía sumergida, a lo que hay que sumar la indignación nacional ante la corrupción generalizada de la casta política. En esa medida un defraudador de Hacienda se convierte en una especie de vengador de aquellos que no podemos evitar pagar y todos justificamos su acción. Los dos últimos puntos no los reflejan los modelos econométricos, pero sí la Economía del Comportamiento y el sentido común.
El problema es el del siempre: en el mundo virtual de sus modelos macoreconométricos recreados en los despachos los españoles son de plástico y se les puede reducir el salario y subir los impuestos sin que reaccionen. Por eso les debe haber sorprendido tanto que en el país de la reina del FMI un partido en contra de su política se haya hecho con la mayoría de los votos franceses; que en España una fuerza política situada en el polo opuesto del espectro ideológico de la francesa y creada tan solo hace cuatro meses haya recogido cerca de un millón y medio de votos en contra de los recortes y su diseño de Europa o que en Grecia tampoco comulguen con sus ideas. Eso no lo predecía el modelo. ¡Y para eso tanto estudiar! Que decían en mi pueblo. Quizás sería mejor que los econoandroides del FMI salieran a la calle a ver cómo es el mundo, como lo hacían sus homónimos de Blade Runer.

© José L. Calvo, 2014

P.D.: Gracias Podemos. Me habéis devuelto la ilusión, la fuerza para creer que este país tiene otra solución. Al menos cerca de un millón y medio pensamos que sí.

martes, 1 de abril de 2014

La estulticia del Ministro de Hacienda

Llevo la última década de mi carrera profesional dedicada al estudio de la pobreza en España. He publicado artículos, libros, he presentado ponencias en Congresos internacionales y dirigido proyectos de investigación e incluso he tenido que defender la metodología empleada por el INE para incluir el alquiler imputado dentro de los ingresos de las familias, lo que cambia, y mucho, el perfil de los pobres españoles. He consultado todo tipo de fuentes, desde el INE a los informes FOESSA-Cáritas. Por ese motivo me siento capacitado para enfrentarme a los comentarios del Ministro de Hacienda y decir desde un punto de vista profesional lo que los ONGs y la realidad le indican día a día: Sr. Montoro, miente usted cuando trata de minimizar el efecto que la crisis ha provocado en la pobreza en España. Y no solo eso, sino que su capacidad profesional como investigador y catedrático de Hacienda Pública queda en entredicho (lo cual no es sorprendente para los que conocen los caminos que tuvo que seguir para llegar a la cátedra y los esfuerzos del profesor Barea. Lo que si extraña es que haga esas afirmaciones cuando tiene entre sus hombres de confianza un especialista en temas de pobreza que le podría haber asesorado antes de hablar).
No voy a entrar a discutir los datos que publica el INE en su Encuesta de Condiciones de Vida (ECV) ya que estos han sido presentados en el citado Informe de Cáritas y discutidos en multitud de publicaciones. Lo que quiero dejar claro es que la metodología que emplea el INE para elaborar la ECV es la misma que utilizan todos los países de la Unión Europea y muchos de la OCDE. Es decir, que si los datos de España son falsos también lo son los de Alemania, Francia, Italia, Rumanía… Un ataque directo del Sr. Montoro al trabajo de muchos años y de muchos profesionales porque los datos no casan con su ansiada salida de la crisis.
Lo único que el Sr. Ministro de Hacienda podría argumentar en defensa de su tesis es que el umbral que se emplea para calcular la población pobre es relativo en lugar de absoluto. Dicho en términos sencillos, hay dos metodologías posibles: elaborar una cesta de consumo que incluya las cobertura de las necesidades mínimas de subsistencia en la sociedad en la que el individuo está ubicado –no sería la misma cesta en Nueva York que en Badajoz, ya que,por ejemplo, el coste de la vivienda es muy diferente-. Esto es lo que se denomina una línea de pobreza absoluta y en la mayoría de los países desarrollados se ha descartado su utilización por su excesiva complejidad; o bien utilizar un indicador de renta/gasto de un determinado país y establecer un límite a partir del cual los individuos que están por debajo son pobres. Esto es la línea de pobreza relativa, que es la que se emplea en España. Para calcularla se normalizan los ingresos a través de unas escalas equivalentes de consumo elaboradas por la OCDE; se obtiene la mediana de la renta por unidad de consumo equivalente –no consume igual a un adulto que un niño, ni el primer hijo que el segundo, por lo que se ponderan diferente- y se establece el umbral de pobreza como el 60% de esa mediana de la renta por unidad de consumo equivalente. Que en el caso de España nos lleva a 7.040€ para una persona que vive sola y a 14.784€ para un hogar con dos adultos y dos menores.
Las preguntas que a mi juicio el Ministro de Hacienda debería formularse ahora son muy sencillas: ¿puede vivir una persona con menos de 600€ al mes y una familia de cuatro miembros con algo más de 1.200€? Pero sobre todo ¿es moralmente sostenible que el gobierno niegue cualquier ayuda pública a esas familias para no ser “una economía centralizada” y hayamos superado los 200.000 millones de euros entregados a la banca y se vayan a rescatar unas autopistas que no sirven para nada? A lo mejor en lugar de intentar acusar subrepticiamente de comunistas –qué rancio, le ha faltado el contubernio judeomasónico- a los que abogan por esa ayuda sería mejor pensar como Keynes que la Economía tiene como objetivo el bienestar de los seres humanos, y que hay que hacer lo que sea preciso para conseguirlo. Que todos nos merecemos el beneficio del dinero público, incluidos los pobres, y no solo los Srs. Blesa, Hernández Moltó, Rato…

© José L. Calvo, 2014

jueves, 20 de marzo de 2014

Reforma fiscal. Un traje a medida

Una de las cosas que mejor saben hacer los periodistas es inventarse titulares. Por eso ha sonado tan bien  la presentación que han hecho de la reforma fiscal propuesta por un grupo de sabios. Para empezar, en el mundo académico de la economía en España no hay muchos sabios que digamos, más bien bastantes listillos. Pero en segundo lugar, no parece ser muy sabio quien al cabo de unos días admite que han elaborado un Informe según las directrices que le han marcado desde Bruselas y el FMI. Vamos, que para eso podíamos haber consultado qué quieren las señoras Merkel y Lagarde y nos habíamos evitado meses de reuniones de sabios.
Pero vayamos a la reforma fiscal propiamente dicha. Sin entrar en un análisis en profundidad –no soy especialista en Hacienda Pública- salta a la vista que la reforma propuesta está diseñada para favorecer a los ricos y hacer caer el peso de la crisis más aún sobre la clase media. Algunos ejemplos: no se toca la fiscalidad de las SICAV –al 1%- donde tienen su dinero todos los pudientes del país –Amancio Ortega, los Botín, las Koplowitz, etc.-; se propone eliminar el Impuesto de Patrimonio –que nuevamente favorece a los más ricos- y sin embargo se introduce en el IRPF el alquiler imputado, es decir, la tributación por la propiedad de la vivienda habitual más allá del IBI. Es decir, y por poner un ejemplo, una persona que posea diez casas no tributaría por nueve de ellas, en Patrimonio, y tan solo lo haría por aquella en la que vive; mientras que alguien cuya única posesión es su vivienda habitual tributará por ella. Además, se propone reducir el tipo máximo del IRPF hasta el 50%, en una nueva propuesta favorable a las rentas más altas.
La otra gran línea de actuación es la sustitución de cotizaciones sociales por impuestos indirectos (IVA). El “sabio” profesor Lagares se atreve a decir públicamente que los impuestos indirectos son progresivos y se queda tan tranquilo. Como todo alumno que quiere aprobar cualquier asignatura de primero de Economía o ADE sabe, los impuestos directos son progresivos, mientras que los indirectos son regresivos. Por una cuestión muy sencilla: en los impuestos directos se paga por los ingresos, bajo el principio de quien gana más paga más, mientras que en los indirectos se paga por el consumo, es decir, quien consume más paga más. Supongamos dos individuos, uno ingresa 500.000€ anuales y el otro 25.000€. El primero pagaría en IRPF en la actualidad el 52% (260.00€), y el segundo el 28% (7.000€). Consideremos que ambos gastan en consumo 20.000€/año (todos comemos, nos vestimos, pagamos la luz, el agua…). Al tipo medio del 21% de IVA ambos pagarían 4.200€. Es decir, el rico pagaría el 0,84% de su renta en impuestos indirectos mientras que el segundo el 16,8%. Muy progresista.
Finalmente, la propuesta que más sensata, la eliminación de duplicidades, triplicidades, etc. impositivas entre ayuntamientos, CC.AA. y estado central ya ha quedado claro que quedará a voluntad de los políticos, es decir, en aguas de borrajas. 
En definitiva, una propuesta de Reforma Fiscal ajustada a la ideología del gobierno y a las directrices de Alemania y el FMI; que sigue la línea de incrementar la presión fiscal sobre las clases medias y dejar prácticamente sin imposición a los más ricos; y que no acomete el verdadero problema de la imposición en España: su complejidad y, sobre todo, el fraude fiscal. Cada día estoy más contento de ser un economista normalito.

© José L. Calvo, 2014

martes, 4 de marzo de 2014

Ignorantes financieros

La declaración del Sr. Blesa ante la Audiencia el 4 de marzo de 2014 muestra hasta donde ha llegado la falta de vergüenza de los amigos del PP –en la dirección de CajaMadrid le puso Esperanza Aguirre y es íntimo del Sr. Aznar y su familia como muestran sus e-mails-. Según El País Blesa declaró que “un cliente minorista o un jubilado que cobra su pensión no es un ignorante financiero”, o según otras fuentes “los pensionistas no tienen por qué seres ignorantes financieros”. Si bien en teoría esto puede ser cierto, algunos hechos hacen que su comentario sea más una boutarde que una realidad.
En primer lugar, la gran mayoría de los pensionistas que tenían depositados sus ahorros y pensiones en las Cajas de Ahorro no son financieros jubilados como José Ignacio Goirigolzarri –actual presidente de Bankia y jubilado del BBVA con una pensión de 67,8 millones de euros-. Muy por el contrario, son pensionistas que no suelen alcanzar la pensión máxima y, desde luego, no tienen una formación financiera suficiente como para conocer lo que es un bono basura. A todos ellos se les vendieron preferentes argumentando que eran renta fija cuando estos productos perpetuos son muy similares a las acciones. Una cuestión muy diferente se estaría discutiendo si en vez de hacerles la oferta preferentes/renta fija se les hubiese hecho la propuesta preferentes/acciones.
En segundo lugar, no todos los 300.000 clientes que  Bankia llegó a tener afectados por los productos vendidos por Caja Madrid y Bancaja son pensionistas. Ha habido casos de niños, personas con deficiencias mentales, analfabetos… Afirmar que estos clientes “son responsables de lo que firmaban, de lo que leían o no leían” es nuevamente una forma de ofensa en lugar de defensa.
Por último, y para no extenderme, antes he dicho que la gran mayoría de los clientes de CajaMadrid no tenían cultura financiera para enfrentarse a bonos basura. Porque así es como  Moody’s calificó las preferentes de Caja Madrid en mitad de su comercialización, en junio de 2009. Moody’s especificaba que las preferentes con nota Ba2 “son propias de inversores especuladores”. Nuevamente un perfil que nada tiene que ver con el depositante de CajaMadrid.
No obstante, yo sí estoy de acuerdo en que en el sector financiero español había auténticos analfabetos financieros: los rectores de las Cajas de Ahorros, nombrados como recordarán, de todo el espectro político y sindical. Esos politiquillos de tres al cuarto han arruinado las Cajas de Ahorros y provocado una crisis que ha generado un terrible sufrimiento en la sociedad española. Esperemos que la justicia haga que todos paguen por ello. Si no, habrá que suscribir los gritos que se escuchaban ayer a las puertas de la Audiencia.

© José L. Calvo, 2014

viernes, 21 de febrero de 2014

De informes, reforma laboral, el juego del ultimátum y otros

Publica hoy El País una noticia sobre el Informe elaborado por el Instituto de Estudios Fiscales (IEF) denominado La economía española, su evolución y escenarios para la recuperación, sobre el que me gustaría hacer algunos comentarios. En primer lugar, el citado periódico habla de que ha sido elaborado por el cuerpo de élite del Ministerio de Hacienda. Pues bien, es cierto que el IEF tiene un servicio de estudios compuesto por profesionales de alto nivel, pero mucho me temo que no han sido incluidos en la elaboración de este Informe, que es responsabilidad exclusiva de su Director, que no presidente. Y este es un cargo de elección directa, donde la valía profesional cuenta menos que la fidelidad a los valores que defiende el Sr. Montoro –los defensores de la fe en sentido estricto-.
En segundo lugar, en Economía con las previsiones pasa lo mismo que en el fútbol con las opiniones: todo el mundo tiene unas, mejor o peor justificadas. Y estas son las opiniones formuladas a partir de unos escenarios que el Director del IEF y su equipo elaboran, pero que muy bien podrían ser otros, ya que la Economía no es Física, los individuos no son átomos y a medio y largo plazo puede ocurrir cualquier cosa. La situación de Ucrania, Fukusima o una evolución imprevista del caso Bárcenas pueden dar al traste con el escenario previsto y con esas prospecciones al futuro.
Tercero, la relación directa que el Informe establece entre la reforma laboral y la creación de empleo. Según el Director del IEF mientras que tradicionalmente la economía española necesitaba crecer por encima del 3% para crear empleo, ahora con tan solo un 1% de crecimiento del PIB crearíamos empleo neto gracias a esa reforma. Es una explicación bastante ad hoc y que, qué casualidad, se ajusta perfectamente a las medidas impulsadas por el gobierno. Pero yo tengo otra. Tiene que ver con la Economía del Comportamiento y la Teoría de Juegos, y se denomina el juego del ultimátum.
Les pongo en antecedentes sobre este juego. A un individuo se la da una cuantía, 10€, que tiene que repartir con otro individuo anónimo. El segundo puede aceptar o rechazar la oferta. Si la acepta se reparten el dinero según la propuesta del primer jugador; si la rechaza ninguno de los dos recibe nada. Pues bien, este tipo de juego se realiza muy habitualmente entre empresarios y trabajadores: los primeros ofrecen un salario que los trabajadores pueden aceptar o rechazar; si lo aceptan se produce y el PIB crece, si lo rechaza se mantiene el desempleo y el PIB no crece. Como comprenderán, la situación en la que se encuentra el jugador 2, los trabajadores, es crucial para que acepten o no las propuestas. Y con un 26% de paro, unos sindicatos inexistentes, unas perspectivas de perder su casa, no poder alimentar a sus hijos, etc. lo normal es que acepten cualquier oferta, por mínima que esta sea. Así, los salarios están cayendo, los beneficios de la banca creciendo, la clase media desapareciendo y la distancia entre los ricos y los pobres convirtiéndose en un foso. Y con esa situación se crea los trabajadores aceptan cualquier oferta y se crea empleo creciendo al 0,5 o al 1%. La pregunta relevante es qué tipo de empleo y con qué relaciones laborales.
Finalmente, los deseos piadosos. Dice el Informe que “…si se llevan a cabo las políticas de ajuste adecuadas y se consigue recuperar la confianza de los hogares mediante la generación de empleo, expectativas de crecimiento, una adecuación de la presión fiscal, todo basado en una mejora de la competitividad exterior, junto con una recuperación de la inversión es previsible esperar un crecimiento del PIB por encima del 2,0% a partir de 2016”. Y si mañana me levanto y he crecido 50 cm me voy a jugar con los Lakers.
Y una nota personal para el Director del IEF. Es práctica común entre los economistas y los investigadores hacer referencia a las fuentes de donde surgen las ideas que expresamos en los textos. Por eso de no atribuirnos lo que no nos corresponde. En ese sentido me extraña que cuando hace su propuesta de un Plan Marshall para Europa no haga referencia a dónde formuló esa idea por primera vez: el blog de la Economía según Sun Tzu en noviembre de 2011. Más que nada porque no era el único autor de ese post.
 
© José L. Calvo

lunes, 10 de febrero de 2014

Más justicia y menos caridad

Uno de los temas recurrentes de la Economía del Comportamiento es la provisión de bienes públicos y el comportamiento altruista de los individuos. Les pongo en antecedentes con un juego típico en la literatura. Supongamos que tenemos 10 individuos a los que se dota con una cantidad, 10€, y se les ofrece la posibilidad de mantenerlos o aportar la cuantía que consideren a un fondo común del que obtienen beneficios conjuntos. El resultado para cualquier individuo es (10 - Ni)+ 0,3*N, siendo N la suma de lo que aporta cada individuo al fondo común. Es decir, que si el individuo no aporta nada mantiene sus 10€, pero si todos y cada uno aportan los 10€ al fondo común cada uno de ellos consigue 30€. En esa medida lo lógico es que todos aporten lo máximo, aunque no es lo racional. ¿Cuál es la mejor solución para el individuo j? No aportar nada y esperar que los demás aporten todo, ya que en ese caso obtiene un resultado de 10 + 0,3*90 = 37€. Es decir, comportarse como un free rider que dice la economía y que nosotros llamaríamos una jeta o un sinvergüenza.
Este tipo de comportamiento free rider lo vemos por ejemplo en el que elude pagar sus impuestos, el que se salta la cabina de la autovía pegado a otro coche… es decir, en todo aquél que disfruta de bienes públicos pero no aporta para su mantenimiento. Eso es malo. Pero es mucho peor cuando el que hace de free rider es el propio estado. Y eso es lo que en la actualidad está haciendo el gobierno central y muchos autonómicos con múltiples aspectos de la sociedad del bienestar tan relevantes como la lucha contra la pobreza, la sanidad para los sin papeles… que está dejando en manos de la solidaridad de los españoles. Así, vemos cómo se nos pide desde las ONGs que aportemos recursos para los más necesitados, que donemos parte de nuestro salario –del mío iban cerca de 200€ al mes aunque ahora se ha reducido porque acabo de borrar a Cruz Roja por comerciar con la sangre que donamos gratuitamente los madrileños- y mientras los gobiernos imPopulares van recortando prestaciones, disminuyendo su aportación en aras de unos ajustes que aplican a los más necesitados pero que ni son para ellos ni para sus protegidos –otro día hablaré del insulto de la bajada del IVA cultural a las obras de arte, como si los pobres y la clase media pudiésemos comprarlas-. Es decir, el gobierno de Rajoy actúa como free rider dejando la solución de  problemas de bienestar común en manos de la caridad del resto de los españoles.
Volvemos pues a las damas de la caridad del siglo XIX, a esas señoras que luciendo peineta y mantilla –como la Botella, Dña. Finiquito, Sorayita…-, repartían las sobras de su comida entre los necesitados, a Plácido y el siente a un pobre a su mesa. Pero ahora esas damas no lo hacen con su dinero, sino con el de las aportaciones de la clase media, de todos nosotros los solidarios.
Ojo, no me entiendan mal. Estoy absolutamente a favor de la lucha contra la pobreza, de aportar parte de mi salario al cuidado sanitario o a la educación en países donde la existencia de gobiernos corruptos y la mala gestión de los a veces riquísimos recursos naturales condenan a la población al hambre y la incultura. Pero me niego a hacerlo en mi país, donde hasta hace nada eran conquistas sociales. Y me indigna más aún que gracias a mi aportación el gobierno se desligue de esas luchas y dedique sus recursos a apoyar a bancos, políticos corruptos y ladrones varios. En un país como el nuestro, democrático y europeo, debemos exigir más justicia y menos caridad.

© José L. Calvo, 2014

miércoles, 22 de enero de 2014

España, dinero público, cuentas mentales y honestidad

En otros post he hablado de la prodigalidad con la que nuestros políticos emplean el dinero público y de la necesidad de llamarlo dinero del contribuyente para así tener una idea más clara de su origen y misión. En este quisiera hablarles de cómo podemos relacionar la actitud de los españoles hacia él con la Economía del Comportamiento. Y lo haré desde la perspectiva de los ingresos.
Los ingresos públicos proceden, básicamente, de los impuestos directos (IRPF) y los indirectos –fundamentalmente el IVA-. Cojamos los primeros y formulemos una sencilla pregunta ¿sabe usted cuánto paga en total al año por IRPF? ¿10.000, 20.000, 30.000€? La gran mayoría de los españoles, y especialmente de los asalariados, somos incapaces de responder a esta pregunta. La explicación la encontramos en lo que la Economía del comportamiento  denomina cuentas mentales separadas. La idea es muy sencilla: los impuestos son unos ingresos que nunca cobramos, una anotación contable en nuestra nómina de forma que con lo que realmente contamos cada mes es con los ingresos netos de impuestos. Es decir, que si yo gano 3.000€ brutos al mes y pago el 20% de IRPF lo que realmente me ingresan en el banco son 2.400€. Y ese es el dinero con el que cuento; los otros 600€ no los percibo como míos, están anotados en otra cuenta. Así, no es extraño que no nos preocupe su control, porque no los concebimos como nuestros, no sentimos que salen de nuestro bolsillo (en el que nunca entraron).
Esto además tiene una connotación adicional. Cuando llega junio y hemos de hacer nuestra declaración de la renta hacemos todo lo posible para pagar menos, incluso defraudamos un poquito. Supongamos que ganamos esos 2.400€ netos al mes, lo que supone unos ingresos brutos anuales de alrededor de los 40.000€ y que pagamos el tipo de 25%, lo que lo que nos da unos 10.000€/año. ¿Cuánto podemos defraudar, 500 o 600€? Un 5 o un 6%. El chocolate del loro pero que nos permite entender e incluso justificar a los defraudadores, donde se encuentran personajes como los Duques de Palma, Bárcenas, el PP… (presuntamente).
Pasemos a los impuestos indirectos. Sigamos suponiendo que nuestros ingresos son 40.000€/año, el IRPF 10.000 y que de los 30.000€ no ahorramos nada. Los 30.000 los dedicamos a consumo al que se aplica el tipo del IVA del 21%: 6.300€/año en concepto de IVA. ¿Cuánto podemos defraudar en IVA por no pagarlo en la reparación del fontanero, del electricista o incluso en la factura de nuestro abogado a los que pagamos en negro? ¿600€, el 10%?  Pues gracias a los 600€ que usted se ahorra, más los 600€ de muchos como usted, el electricista, el fontanero o el abogado están defraudando una cuantía muy importante al estado que tenemos que mantener entre todos –con 1.000.000 clientes como usted que pagan sin IVA los autónomos defraudarían 600.000.000€, que cobraría en negro y por los que pagaría 0 impuestos-. Es decir, que por ahorrarnos una miseria estamos fomentando un fraude fiscal masivo de esos autónomos.
Ahora viene la segunda parte. A ninguno de nosotros se nos ocurriría robarle la cartera a una ancianita. Ni tampoco ir a un hospital a sustraer el equipo médico, llevarnos las pizarras de las escuelas públicas o distraer un banco de un parque. Y sin embargo, ese es el resultado que obtenemos cuando no pagamos los impuestos que debemos para financiar las pensiones, los hospitales o los colegios.
Nuevamente la Economía del Comportamiento  tiene una explicación para esto, y se basa en nuestra relación con la honestidad. Y es que cuanto más distancia hay entre el que sufre nuestra falta de honestidad y nosotros más fácil es auto-engañarnos y considerarnos honrados sin serlo. Así, es verdad que no le robamos directamente a la anciana, pero nos escaqueamos de pagarle parte de su pensión cuando defraudamos a Hacienda. Piénselo la próxima vez que demanda sanidad o educación gratuita. ¿Cómo contribuye usted a que se financie con los impuestos?
Ahora seguramente me dirán que no pagamos porque los que manejan el dinero público son unos chorizos, porque lo utlizan con total prodigalidad en favor de sus intereses, porque los ricos pagan menos… Pero esa no es una razón. El porque todos roban yo también robo no es una justificación. Seamos honestos, cumplamos con nuestras obligaciones y exijamos nuestros derechos, que todos paguen.
Por cierto, que el hecho de que la Economía del Comportamiento explique tan bien la conducta de los españoles es probablemente la razón por la que no se incluye en los programas de Economía de las universidades. No sea que acabemos entendiendo lo que pasa.

© José L. Calvo, 2014

martes, 14 de enero de 2014

Economista: una profesión con falta de credibilidad

A estas alturas de la crisis parece innegable que los economistas estamos en entredicho. Desde mi perspectiva, cuatro son al menos las vías por la que la profesión de economista se ha convertido en una de las más denostadas de nuestra sociedad –tras los políticos-.
En primer lugar, el engreimiento. Mientras la Economía fue una ciencia social más que analizaba el comportamiento de los seres humanos y trataba de buscar soluciones a sus problemas nos comportábamos con humildad, siendo conscientes de que la capacidad de nuestras propuestas estaba muy condicionada por ese componente social, emocional, irracional si quieren, de los individuos y las sociedades. Éramos, como ya he dicho otras veces, una ciencia descriptiva que como mucho aspiraba a ser prescriptiva. Pero a partir de un determinado momento los economistas decidimos abandonar ese terreno social para autodefinirnos como una ciencia normativa, buscando leyes universales de funcionamiento de la Economía. Los individuos no importaban –eran agentes- y era posible obtener reglas aplicables en cualquier situación. La más importante –y por ello la que ha resultado más estúpida- la de que los mercados son la solución a todo
La segunda motivación está directamente derivada de esta. Las reglas universales no han funcionado, y ni fuimos capaces de prevenir la crisis –como profesión que algunos sí lo hicieron- ni hemos aportado casi nada para salir de ella –y en muchos casos las aportaciones han sido para hacerla más profunda-. Porque desengañémonos, las políticas económicas que se han aplicado tienen más de sentido común que de rigor científico: que no se podía mantener el despilfarro de Grecia o España; que era básico controlar las finanzas públicas porque el estado es como una casa y no se puede gastar siempre más de lo que se gana; que había que pinchar la burbuja inmobiliaria porque no había gente para tanto piso… era algo que veía cualquiera, sin ser necesarios años de estudio ni grandes modelos teóricos y econométricos. Y de hecho, la lógica también se impone cuando se afirma que no es posible seguir “ad infinitum” con políticas estrictas de ajuste si no se desea llegar a una recesión mundial –por eso Obama le ha dicho al políglota Rajoy que muy bien los ajustes y su liderazgo pero que lo importante es crear empleo, porque si no hay quien compre no sé quién va a vender-.
En tercer lugar un artículo publicado en El Confidencial  por Daniel Mediavilla pone el dedo en una llaga que lleva mucho tiempo abierta: la falta de rigor de muchas de las investigaciones científicas en Economía. Para no extenderme lo que el artículo refleja es que en numerosas investigaciones las conclusiones se ven refrendadas por los datos que usa el investigador pero refutadas por otros –lo que en la profesión llamamos pinchar los datos, y de lo que sabía mucho Milton Friedman-, por lo que este, presionado por publicar, opta por ocultar los datos. Y al mismo tiempo, se produce lo que se denomina sesgo de confirmación, en el sentido de que las revistas científicas tienden a publicar lo que va a favor de corriente y a rechazar todo lo que critica el estatus quo establecido.
Finalmente, y lo que para mí es más doloroso, la profesión de economista está justificando lo injustificable y “barriendo” a favor del más fuerte. Cuando yo comencé a estudiar Economía mi objetivo era mejorar la sociedad, aprender y construir con el fin de que aumentase el bienestar de todos y cada uno de los ciudadanos. Pero siento que hemos traicionado ese objetivo. Que nos hemos aliado con el poder y –como profesión- justificamos sus actuaciones, la gran mayoría de las cuales van detrimento de ese objetivo de mejora del bienestar colectivo. Porque hasta ahora ningún colega ha conseguido explicarme por qué ha sido necesario perder 12.000 millones de euros de todos los españoles en Catalunya Caixa o 15.000 en la CAM, por poner los ejemplos más cercanos en el tiempo, pero no hemos podido gastar 1.000 millones en salvar Fagor o debemos dejar en la calle a muchos ciudadanos honrados que no pueden pagar su hipoteca y en la indigencia a otros que han perdido su empleo. ¿Cómo es posible que estemos justificando que bajen los salarios, que aumenten los beneficios, que los bancos vuelvan a números negros mientras una parte importante de la sociedad española está en números rojos y tiene una perspectiva futura muy negativa?.
Yo, como economista, siento vergüenza de esta profesión. Mucho tendremos que cambiar para que la sociedad vuelva a confiar en nosotros.

© José L. Calvo

lunes, 6 de enero de 2014

La generación que vivirá peor que sus padres

A los periodistas les gustan los titulares. Por ese motivo muchos de ellos lanzan frases grandilocuentes sin analizar realmente si lo que dicen tiene algún fundamento. Dentro de estas se encuentra una de la que se ha hecho eco mucha gente y algunas televisiones y formaciones políticas de izquierda: la próxima generación vivirá peor que sus padres. Pero, ¿es esto cierto? Analicémoslo en detalle.
En primer lugar habría que saber qué generación. Si estamos hablando de los menores de 25 años entonces lo que estamos haciendo es una labor de pitonisas económicas. Es imposible predecir qué sucederá dentro de 20 o 25 años, especialmente si tenemos en cuenta que además de una crisis económica estamos viviendo una revolución tecnológica. Jugar a adivinos es, cuando menos, arriesgado –si no estúpido-.
Si nos referimos a la generación que tiene entre 25 y 40 años entonces sus padres pertenecen a mi generación (por encima de la cincuentena). Y para estos ha habido un poco de todo. Les contaré mi propia experiencia.
Procedo de un pueblecito de León con cerca de 3.000 habitantes en el que vivía unos cuatro meses al año. Hasta muy avanzada mi adolescencia –13 o 14 años-  no teníamos agua corriente y las calles estaban sin asfaltar; comíamos cocido todos los días, ya fuera invierno o verano; no había calefacción y calentábamos la cama con un ladrillo o una bolsa de agua caliente; la bicicleta la heredábamos o la compartíamos, y jugábamos al fútbol con las mismas zapatillas –las bambas- que llevábamos todo el verano. Conocí el mar aproximadamente a esa misma edad, en la primera excursión larga que hice con el colegio.
En mi juventud los veranos seguían siendo el pueblo, al que iba a ayudar a mis tíos en el campo –con carros tirados por vacas y bueyes-. Y yo no era una excepción: todos mis amigos, estudiantes como yo, trabajaban los veranos, ya fuera en la construcción, la tejera, la panadería…
Empecé a trabajar a los dieciocho años escribiendo a máquina en el Grupo Parlamentario Comunista –gracias Curiel- compatibilizándolo con la carrera. No tenía fines de semana, porque el domingo tocaba puesto en el Rastro. Mi primer coche fue un escarabajo de ni se sabe qué mano, que compartía con mi hermana. Viví la movida madrileña tomando cañas solo los fines de semana, pagando no todas y colándonos en algunos conciertos. Y mis primeras vacaciones en el extranjero fueron a Portugal en tienda que campaña.
Les puedo asegurar que no cambiaría esa infancia ni mi juventud por nada del mundo. Fui feliz.
Es cierto que en los últimos 15 o 20 años la situación ha mejorado mucho. Que mi vida, como la de la gran mayoría de los españoles, ha experimentado un cambio radical en ese período. Que mi pueblo ni se parece a aquél por el que corría en mi niñez. Que tengo coche, moto y casa propios –con hipoteca-. Que hemos llegado a un estadio de desarrollo espectacular si lo comparamos con el que partíamos. Pero es bueno no olvidar ese origen.
Decir que nuestros hijos vivirán peor de lo que hemos vivido nosotros es una soberana estupidez. Pero sí es verdad que tendrán que aprender algunas lecciones que no estaban en su temario: que los derechos se conquistan y defienden, tales como la educación y la salud pública, el derecho al aborto…; que el capitalismo no es una sociedad en la que ganan todoswin-win-, exigiéndole explicaciones a los que les engañaron cuando lo afirmaban –lo socialdemócratas-; y sobre todo, que el lema que ha imperado en estos últimos tiempos, aquel que muere con el mayor número de juguetes vence, debe ser sustituido por otro más sensato que rigió la infancia y juventud de sus padres: no es más rico el que mucho tiene sino el que poco necesita.

© José L. Calvo, 2014

jueves, 2 de enero de 2014

Menos opiniones y más soluciones

Como ocurre todos los años, el comienzo de 2014 está cargado de buenas intenciones. Muchos decidirán que deben apuntarse al gimnasio, que va a hacer dieta, que no van a ser tan bordes con sus compañeros de trabajo… Yo tengo una propuesta para el conjunto del país: menos opiniones y más soluciones. Me explico.
Estoy harto de que me expliquen qué ha pasado en la crisis. De que Wyoming, Jordi Évole y en general toda La Sexta hayan hecho de la crisis una forma de vida –y de obtener ingresos- explicándonos cómo los bancos nos ha robado; que los políticos han sido sus cómplices; que estos últimos, junto con los sindicatos, son un corruptos; que las Comunidades Autónomas y el Estado han dilapidado el dinero público en obras faraónicas a mayor gloria del politiquillo de turno; que han socializado las pérdidas y que las deudas de esos mafiosos las vamos a pagar entre todos –pobres y clase media, los ricos por supuesto que no, para eso están el PP y el PSOE-. Ya lo sé, ya me he enterado. Muy bien ¿y ahora qué? ¿Hacemos algo o seguimos llorando por las esquinas?
Basta de explicaciones y busquemos soluciones. No pueden volver a repetirse situaciones como la de la última manifestación a la que asistí en defensa de la educación y la sanidad pública. En ella los participantes o eran muy jóvenes o bien superaban, en muchos casos con creces, la cincuentena; la gran mayoría de nosotros o éramos profesionales de la educación (profesores) o de la sanidad (médicos, enfermeras y algunos de limpieza). No vi ni un solo cartel de las APAs, ni una sola asociación de personas dependientes, ninguna de pacientes, tampoco había representación de los parados… ¿Dónde están? ¿A qué esperan? ¿De verdad creen que sus problemas se van a resolver por las buenas?
Ha llegado el momento de pasar a la acción. De salir a la calle en defensa de la sociedad española; de dejarnos de debates estériles en el sillón de casa y de lamentarnos. Es la hora de que la izquierda de verdad tome la calle (no esa izquierda que se arrellana en su escaño y que ya no recuerda de dónde surgió); de crear y apoyar iniciativas como las de la Plataforma Antidesahucios, de Doafund… de agruparnos para arrebatar a los partidos establecidos la representación de la sociedad y hacer propuestas constructivas en beneficio de la mayoría. Es el momento de aprender de los griegos, los portugueses… de introducir impuestos a los ricos, de defender en la calle la educación, la sanidad, la investigación, de luchar contra la corrupción y los corruptos.
Como decía Gabriel Celaya –de quien sus correligionarios tienen mucho que aprender en lugar de ser tan pancistas- “a la calle que ya es hora de pasearnos a cuerpo y mostrar que pues vivimos anunciamos algo nuevo”. Si no, no nos extrañe que al final vuelva a ganar el poder establecido: los bancos, los corruptos, los ladrones…

© José L. Calvo