martes, 1 de abril de 2014

La estulticia del Ministro de Hacienda

Llevo la última década de mi carrera profesional dedicada al estudio de la pobreza en España. He publicado artículos, libros, he presentado ponencias en Congresos internacionales y dirigido proyectos de investigación e incluso he tenido que defender la metodología empleada por el INE para incluir el alquiler imputado dentro de los ingresos de las familias, lo que cambia, y mucho, el perfil de los pobres españoles. He consultado todo tipo de fuentes, desde el INE a los informes FOESSA-Cáritas. Por ese motivo me siento capacitado para enfrentarme a los comentarios del Ministro de Hacienda y decir desde un punto de vista profesional lo que los ONGs y la realidad le indican día a día: Sr. Montoro, miente usted cuando trata de minimizar el efecto que la crisis ha provocado en la pobreza en España. Y no solo eso, sino que su capacidad profesional como investigador y catedrático de Hacienda Pública queda en entredicho (lo cual no es sorprendente para los que conocen los caminos que tuvo que seguir para llegar a la cátedra y los esfuerzos del profesor Barea. Lo que si extraña es que haga esas afirmaciones cuando tiene entre sus hombres de confianza un especialista en temas de pobreza que le podría haber asesorado antes de hablar).
No voy a entrar a discutir los datos que publica el INE en su Encuesta de Condiciones de Vida (ECV) ya que estos han sido presentados en el citado Informe de Cáritas y discutidos en multitud de publicaciones. Lo que quiero dejar claro es que la metodología que emplea el INE para elaborar la ECV es la misma que utilizan todos los países de la Unión Europea y muchos de la OCDE. Es decir, que si los datos de España son falsos también lo son los de Alemania, Francia, Italia, Rumanía… Un ataque directo del Sr. Montoro al trabajo de muchos años y de muchos profesionales porque los datos no casan con su ansiada salida de la crisis.
Lo único que el Sr. Ministro de Hacienda podría argumentar en defensa de su tesis es que el umbral que se emplea para calcular la población pobre es relativo en lugar de absoluto. Dicho en términos sencillos, hay dos metodologías posibles: elaborar una cesta de consumo que incluya las cobertura de las necesidades mínimas de subsistencia en la sociedad en la que el individuo está ubicado –no sería la misma cesta en Nueva York que en Badajoz, ya que,por ejemplo, el coste de la vivienda es muy diferente-. Esto es lo que se denomina una línea de pobreza absoluta y en la mayoría de los países desarrollados se ha descartado su utilización por su excesiva complejidad; o bien utilizar un indicador de renta/gasto de un determinado país y establecer un límite a partir del cual los individuos que están por debajo son pobres. Esto es la línea de pobreza relativa, que es la que se emplea en España. Para calcularla se normalizan los ingresos a través de unas escalas equivalentes de consumo elaboradas por la OCDE; se obtiene la mediana de la renta por unidad de consumo equivalente –no consume igual a un adulto que un niño, ni el primer hijo que el segundo, por lo que se ponderan diferente- y se establece el umbral de pobreza como el 60% de esa mediana de la renta por unidad de consumo equivalente. Que en el caso de España nos lleva a 7.040€ para una persona que vive sola y a 14.784€ para un hogar con dos adultos y dos menores.
Las preguntas que a mi juicio el Ministro de Hacienda debería formularse ahora son muy sencillas: ¿puede vivir una persona con menos de 600€ al mes y una familia de cuatro miembros con algo más de 1.200€? Pero sobre todo ¿es moralmente sostenible que el gobierno niegue cualquier ayuda pública a esas familias para no ser “una economía centralizada” y hayamos superado los 200.000 millones de euros entregados a la banca y se vayan a rescatar unas autopistas que no sirven para nada? A lo mejor en lugar de intentar acusar subrepticiamente de comunistas –qué rancio, le ha faltado el contubernio judeomasónico- a los que abogan por esa ayuda sería mejor pensar como Keynes que la Economía tiene como objetivo el bienestar de los seres humanos, y que hay que hacer lo que sea preciso para conseguirlo. Que todos nos merecemos el beneficio del dinero público, incluidos los pobres, y no solo los Srs. Blesa, Hernández Moltó, Rato…

© José L. Calvo, 2014