jueves, 26 de febrero de 2015

Perder una batalla para ganar la guerra

La negociación entre Grecia y Alemania/Unión Europea va a ser larga. Por mucho que algunos analistas políticos e incluso dirigentes políticos den como segura la victoria de la canciller Merkel y su séquito de aduladores –con Mariano el del plasma convertido en Mariano el Furioso a la cabeza- y la continuación de la política de austeridad, cualquier alumno de Teoría de Juegos sabe que esta es solamente la primera batalla, y a estas alturas no puede afirmarse quién ganará, e incluso si habrá un ganador. O, como muchos creemos, llegaremos a una solución negociada del tipo win-win que tanto gustan últimamente en política económica (y que tiene un buen reflejo en el juego del ultimátum).
No entraré a analizar en profundidad los motivos que llevan a considerar que Grecia no ha perdido ni siquiera esta batalla; pueden leer una muy buena argumentación en el artículo de Kike Vázquez en El Confidencial que comparto prácticamente en su totalidad. Pero quiero señalar un aspecto que, a mi juicio, no se recoge en él: Grecia ha ganado la batalla mediática.
Y la ha ganado desde una doble perspectiva: por un lado Grecia le ha ganado la batalla de la imagen a Alemania. El cuadro que la gran mayoría de los europeos del sur vemos refleja a un pueblo griego sojuzgado por unos insensibles alemanes/europeos, incapaces de darle un respiro a una población que sufre como nadie los rigores de la crisis. Si no lo viésemos con nuestros propios ojos –magnífico el Salvados del domingo pasado, con las luces y las sombras griegas- no creeríamos que eso está pasando en Europa. La imagen es clara: unos prepotentes centroeuropeos están convirtiendo a Grecia en la Alemania de la hiperinflación y la pobreza previa a la Segunda Guerra Mundial. A eso hay que sumar los guiños al pasado nazi: desde las reparaciones de guerra exigidas por el gobierno de Tsipras –todos debemos cumplir nuestros compromisos, incluidos los alemanes- hasta las declaraciones de Varoufakis señalando que tras ellos solo está el nacionalsocialismo de Amanecer Dorado y que será responsabilidad de Alemania si llegan al poder.
Por otro lado el gobierno de Tsiriza ha dado la impresión de que es posible otra política. De que no solo se debe aplicar sin razonar lo que dice la Troika sino que es posible, dentro de las líneas de ajuste impuestas, buscar soluciones imaginativas y que no recaigan sobre la población más necesitada. La lucha contra la corrupción –mal endémico que no solo afecta a Grecia-, la creación de un auténtico sistema fiscal donde todo el mundo pague en función de su capacidad –no centrando todo en los impuestos indirectos, especialmente el IVA, sino actuando también en los impuestos directos y luchando contra el fraude fiscal-, una reforma real de la Administración pública que la dote de un tamaño lógico y que la haga más eficiente, etc. ¿les suena?
Como digo, no sabemos cuál será la solución de futuro pero hay dos cosas a mi juicio que empiezan a estar meridianamente claras: que la política de austeridad es historia, que el “austericidio” está finiquitado. Por mucho que Schaüble siga insistiendo está claro que no solo Grecia, sino el conjunto de la UE necesita de políticas expansivas para salir de la deflación; y la constatación de que, dentro de la racionalidad y la necesidad de reconducir las economías de sur de Europa hacia una senda de rigor económico/fiscal/presupuestario, otra política es posible. Si el gobierno de Tsiriza es capaz de redistribuir los efectos de la crisis, de luchar contra una concepción basada en ajustes sobre las capas menos favorecidas de la sociedad y en la eliminación del estado del bienestar, especialmente la sanidad, las pensiones y la educación, entonces se habrá demostrado que existía una vía alternativa a la de aquellos que se plegaron sin ningún tipo de negociación a las condiciones impuestas por el rescate –sí, rescate Sr. Rajoy, ¿o es que nos dieron 100.000 millones sin condiciones?-. Mala, muy mala noticia para los dos grandes partidos ex mayoritarios españoles, PP y PSOE.
Es posible que Grecia haya perdido esta batalla, pero las espadas siguen en alto y ha conseguido una ampliación de cuatro meses para negociar. Nada está decidido. Pero lo que es evidente es de que de este “juego” entre Grecia y Alemania hay un perdedor seguro: los dirigentes del PP y el PSOE, que han demostrado su incapacidad para defender los intereses de los españoles y que se plegaron, sin rechistar, a las exigencias de la Troika. Así, no es de extrañar que cada vez que abren la boca vayan llenando el “cesto de votos” de Podemos sin que este tenga necesidad de decir y ofrecer nada. Si no fuera por los casos de la Infanta Sánchez y Monedero/tesorero Podemos se llevaba estas elecciones de calle.
© José L. Calvo, 2015

miércoles, 18 de febrero de 2015

Cuando la salud es un negocio. ¿Somos los economistas seres humanos?

En las últimas semanas estamos comprobando cómo el gobierno del PP ha decidido reducir las prestaciones sanitarias tanto de los enfermos de hepatitis C –que están realizando un encierro- como de los funcionarios, disminuyendo el presupuesto dedicado a MUFACE y eliminando o restringiendo algunas especialidades, especialmente las oncológicas. Si a eso añadimos las fuertes campañas publicitarias de las empresas de seguros sanitarios en la televisión –ASISA, Adeslas, DKV, etc.- y la privatización de la gestión de hospitales públicos en algunas Comunidades Autónomas, se constata que el gobierno ha decidido crear un nuevo nicho de mercado en el sector sanitario. Está optando claramente por privatizar la salud.
Como sabrán los que siguen estos posts, he defendido muchas veces que la sanidad pública no es gratuita, que tiene costes –hospitales, médicos, tratamientos, medicinas, etc.-, y que es preciso definir claramente de dónde deben surgir los recursos para su financiación. Pero ello no obsta para que haya una pregunta mucho más de fondo: ¿debe llegar la aplicación de criterios económicos hasta convertir la salud de los españoles en un negocio? ¿Tenemos ética los economistas o guiados por nuestro análisis coste/beneficio debemos poner en la balanza todos y cada uno de los aspectos de nuestra vida cotidiana? ¿Somos los economistas seres humanos?
Ricardo F. Crespo señala en la página 19 de su libro Filosofía de la Economía que “…Cuando la economía se emancipa de la moral y se transforma en una técnica de maximización tiende a imponer este parámetro (el de la maximización) a la misma técnica;…se reemplaza una moral del bien por otra moral del resultado. Lo técnicamente posible con su mayor rendimiento pasa a ser moralmente exigible. La economía deviene la nueva moral”.
Citando a otro filósofo español, Alfredo Cruz Pardos en Filosofía Política, p. 112  señala que “…la economía real, la que es actividad efectiva y concreta, es siempre la economía de una comunidad humana, de una forma de vida o ethos común, y se ordena al mantenimiento y perfección de tal comunidad, es decir, al bien común de ésta”.
Los economistas “nos lo deberíamos hacer mirar”. Hemos abandonado al individuo por la técnica; anteponemos criterios monetarios y de optimización al bienestar de las personas. En el caso concreto español hemos gastado más de 100.000 millones de euros en salvar parte de un sistema financiero cuya justificación todavía está por darse y los gobiernos –tanto del PSOE como del PP- han sido incapaces de poner ni un euro para evitar que gente honrada se quede en la calle y sea desalojada por los mismos usureros -ver la definición del DRAE- a los que hemos dado el dinero a fondo perdido; o condenamos a muerte a enfermos aduciendo que no tenemos suficientes recursos –pero sí para mantener 17 gobiernos y parlamentos autonómicos más el Congreso y el Senado, más de 8.000 alcaldías, diputaciones, cabildos, etc. con sus asesores; para crear un sistema donde los Bárcenas, Pujol, Chaves… se mueven a sus anchas; para hacer autopistas que no llevan a ningún lado o tranvías en ciudades que nunca los necesitaron-.
Aprovechando la nueva “oferta” de grados del Sr. Wert yo propongo que en las Facultades de CC. Económicas y Empresariales se implanten dos asignaturas obligatorias: la Filosofía de la Economía y la Historia del Pensamiento Económico. Porque sin leer a Adam Smith, a Ricardo o a Marx, basándonos solo en los postulados metodológicos de Milton Friedman, los economistas hemos perdido nuestra humanidad. Como dice un buen amigo, “lo importante es la pregunta”. Y hace mucho tiempo que los economistas no nos preguntamos ¿a quién y para qué servimos?

© José L. Calvo, 2015

lunes, 9 de febrero de 2015

España no es Grecia, aunque debería ir fijándose

Desde el 25 de enero estamos asistiendo al pulso entre el nuevo gobierno griego de Syriza, las autoridades de la UE y, lo que es una lucha más soterrada pero no menos importante, los gobiernos de los países “recortitas” con Gollum/Merkel y Mariano el del Plasma a la cabeza. Como ya puse de manifiesto en otro post, la discusión no es económica, ya que los mercados han descontado que el plazo se alargará y los tipos se reducirán, sino política: dar una solución a Grecia supone reconocer lo erróneo de la política de recortes sociales y económicos aplicada de los últimos años
España no es Grecia, como se han encargado de decir nuestros políticos. Ni nuestro déficit alcanza un porcentaje tan elevado del PIB, ni el paro es tan alto –aunque casi-, ni la situación que viven las clases medias es similar –aunque la pobreza energética, los desalojos y la destrucción del estado del bienestar siguen un camino paralelo-. Pero tampoco es parecida la capacidad de reacción de la población. En su reto a la UE el gobierno de Tsipras tiene detrás al pueblo griego tanto para apoyarle como para recordarle sus promesas electorales.
En un seminario que celebramos la semana pasada en Ponferrada en el que participé junto con otro profesor de la UNED, un representante de Ecologistas en Acción y dos sindicalistas de CC.OO. pude ver claramente cómo España no es Grecia pero debería aprender mucho de ella, sobre todo la autoedenominada izquierda. Dos actitudes de los miembros de CC.OO. me sorprendieron: la de echarle la culpa de todos nuestros males –lo que denominaron el austericidio- a Alemania y su autodefinición como un sindicato de servicios.
Coincido con los miembros de CC.OO. en su diagnóstico de que el problema de España son las políticas de recortes –que no de austeridad porque no veo ninguna en los fastos a los que se dedican nuestros políticos ni de reformas, porque la principal, la eliminación de las duplicidades, triplicidades, etc. de la Administración Pública está por hacer- pero no en que el culpable es Alemania y la UE. Ya es hora de asumir nuestra parte alícuota de culpa. Como señala el artículo atribuido a Forges –aunque su autor parece ser David Jiménez- en España han triunfado los mediocres y todos hemos sido responsables de ello. Nosotros, como país, fuimos los que votamos por mayoría absoluta un gobierno que sabíamos que iba a aplicar medidas económicas en la más pura ortodoxia neoliberal. Que un cuadro de CC.OO. diga, como dijo, que el problema es que el PP engañó a los españoles, que no cumplió su programa, que no esperaban ese incumplimiento, es como si en el derbi de antes de ayer Ancelotti hubiese dicho que no jugaba CR7 y Simeone se lo hubiese creído. En el ADN del PP están las políticas ultraliberales y, consecuentemente, de recortes, de liquidación del estado del bienestar y de privatización de todo aquello que pueda dar beneficios. Mala, muy mala previsión la del sindicato de izquierdas.
En medio del debate, que por momentos fue acalorado porque a nadie le gusta que le tilden de mediocre, les hice una pregunta a nuestros sindicalistas: si ellos se consideraban un sindicato de servicios o un sindicato de clase. Su respuesta me asombró: no solo porque reconocieron que su principal misión era defender a sus afiliados, sino porque desconocían el significado del término sindicato de clase y mucho más del de clase obrera. En ningún momento oí a los representantes de CC.OO. mencionar ni a los obreros ni, por supuesto a la clase obrera. Supongo que porque creen que no existe y ahora todos debemos ser clase media –yo no, yo siempre me he considerado un obrero de la enseñanza, no un intelectual-. 
Me temo que muchos de los que hoy por hoy se alinean detrás de Podemos forman parte de esa mayoría que no son capaces de reconocer su parte de culpa en la crisis española. Que buscan que esta formación les resuelva sus problemas y que con su llegada al poder ellos no tendrán que hacer nada. Que ya se encargarán Pablo Iglesias y Monedero –fantástico apellido acorde con el personaje- de buscar el dinero para pagar su hipoteca y les encontrarán un trabajo. 
Los que creemos que el capitalismo –cuyo eufemismo es el dominio de los mercados- no es el único modelo económico y social posible también creemos que es preciso que todos nos pongamos en pie y defendamos los derechos alcanzados en décadas de lucha del movimiento obrero. No caigamos nuevamente en el error de dejar en manos de políticos –por muy bien que nos parezcan- las cuestiones que nos afectan. La soberanía popular debe ejercerse, como desde hace siglos nos enseñan los griegos.

© José L. Calvo, 2015

miércoles, 4 de febrero de 2015

El españolito medio, Mariano el Bravo y las (anti) Termópilas

Uno de los supuestos en los que se basa la teoría económica ortodoxa es la existencia del agente representativo. Es esa falacia estadística –la economía es una de esas ciencias que algunas veces utiliza la estadística para engañar- que no es nadie pero que nos representa a todos. Eso permite a nuestros políticos hablar de los “españoles” o de “España” haciendo referencia a una persona que representa en media lo que nos está sucediendo al conjunto de los españoles. Es el españolito medio.
El problema es que no a todos nos va igual en esta crisis, y eso el españolito medio no lo sabe. De hecho la utilización del español medio puede ser un auténtico timo. Supongamos que en 2014 a 2 ejecutivos españoles les ha ido muy bien y han aumentado sus ingresos en 490.000€ mientras que a 48 nos ha ido bastante peor, y como son empleados, públicos y privados, han perdido cada uno de ellos 10.000€ anuales. Para nuestro ministro de Economía a los españoles les habría ido bien porque, en media, habrían ganado 10.000€ ((980.000 – 480.000)/50). Creo que la gran mayoría de los 48 le dedicarían un bonito epíteto a la familia del ministro. 
La semana pasada vimos por primera vez a Rajoy adoptar una postura dura, Rajoy el Bravo –y no la de Don Tancredo a la que nos tiene tan acostumbrados en el plasma- ante la posibilidad de que los griegos puedan renegociar su deuda. Me recuerda el suceso histórico del Desfiladero de las Termópilas –y su película- pero al revés: ahora serían Angela, Mariano y resto de “recortistas” europeos contra los 300 griegos que a las órdenes de Leónidas/Varufakis atacan su máquina de recortar –la Troika- y su principio más sagrado: hay que cumplir los compromisos. Y no van a ceder un paso –aunque ni Angela ni a Mariano se les ve músculo para el cuerpo a cuerpo-.
¿Cómo se combina esto? Pues muy sencillo: ¿creen ustedes que Rajoy está defendiendo los intereses del español medio con su postura? ¿o les parece más que los intereses que está defendiendo son los de bancos con nombre español y su propia salvación política? Porque si la Unión Europea acepta –como va a aceptar- la desaparición de la Troika, si renegocia la deuda griega y le da más plazo a menores intereses –que lo va a hacer en breve-, entonces quedará claro que la política económica adoptada por el gobierno populista del PP ha sido errónea; que había otra forma de solucionar los problemas de España y que ha sido una equivocación plegarse a los dictados de Alemania –la visión de los alemanes de los ajustes en los PIGS es cuando menos “peculiar”. Luego no entienden que les miremos con animadversión- y exigir los tremendos sacrificios que han empobrecido a las clases medias y bajas y prácticamente han destruido nuestro estado del bienestar  –en beneficio de los ricos-. Si Grecia triunfa en su negociación con la UE Rajoy, De Guindos y resto de ultraliberales habrán fracasado. 
Lo que no dicen las estadísticas del Presidente es que el españolito medio está encantado con la actitud de Varufakis y le desea que triunfe. Más vale pelear de frente que vivir escondido tras el plasma. 

© José L. Calvo, 2015