sábado, 9 de julio de 2016

El efecto “crowding out” del sistema financiero

Según el Banco de España un sistema financiero es “el conjunto de instituciones, medios y mercados en el que se organiza la actividad financiera, de tal modo que cumple la función de canalizar el ahorro, haciendo que los recursos que permiten desarrollar la actividad económica real -producir y consumir, por ejemplo- lleguen desde aquellos individuos excedentarios en un momento determinado hasta aquellos otros deficitarios… La tarea de los bancos es doble: por un lado hacen una labor de INTERMEDIACIÓN, que consistiría en poner en contacto a dos partes para que intercambiaran, en este caso, el mismo instrumento financiero, y, por otro, realizan además una labor DE TRANSFORMACIÓN puesto que el instrumento financiero que reciben de los que buscan financiación no es el mismo que venden a los que depositan su dinero”.
Por otro lado, el efecto crowding out, también denominado expulsión o efecto desplazamiento es “una situación en la que la deuda pública desvía la inversión del sector privado. Los inversores prefieren depositar e invertir su dinero en deuda pública que invertirlo en deuda privada, por ofrecer un mayor rendimiento. Este efecto es perjudicial para el sector privado, pues cierra una fuente de financiación vital para las empresas”. Este ha sido el argumento tradicionalmente utilizado por los neoliberales para defender un sector público pequeño que no interfiera en la actividad económica y que, en esa medida, no robe recursos del sector privado para financiar la actividad económica.
Pero ¿qué sucede cuando no es el sector público el que expulsa de la financiación a las empresas que realizan una labor real de producción -las que fabrican coches, ropa, cemento, acero, etc.- sino que es el propio sistema financiero el que lo hace? Es decir, cuando el dinero que reciben los bancos no se dedica a financiar la actividad productiva, sino que entra en un círculo vicioso de activos financieros -CDs, swaps, futuros, opciones…- que solo tienen como finalidad que el dinero pase de unas manos a otras pero que no llega a las empresas. ¿Podríamos hablar entonces de un efecto crowding out del propio sector financiero hacia la actividad económica y, en consecuencia, en contra del crecimiento y el empleo?
Eso afirma Rana Foroohar en su libro Makers & Takers como recoge una entrevista realizada por John Batelle para Evonomics: tan solo el 15% del dinero que circula en las instituciones financieras acaba realmente en las empresas. ¿Qué sucede con el 85% restante? Pues que “solo una parte va a la gente como tú y como yo para sus préstamos hipotecarios; el dinero de verdad se dedica a asegurar esos préstamos”. “La otra parte se destina al mercado de títulos tales como los bonos, los CDOs, etc. Todos ellos son papeles que el sistema financiero negocia en un círculo cerrado… que no generan crecimiento”. El resultado es que “los mercados crean esas burbujas de valores, pero el dinero que llega a los nuevos negocios -la peluquería de más abajo, mi padre abriendo un pequeño negocio en Indiana- es tan solo ese 15% que sale de las instituciones financieras”. Rana Foroohar concluye “el sistema está completamente roto”.
Múltiples consecuencias pueden extraerse de estos resultados: en primer lugar, hay que abandonar el viejo concepto de sistema financiero y adaptarse a la nueva situación: los bancos ya no canalizan los recursos desde los ahorradores a los inversores. Los canalizan hacia ellos mismos y sus actividades no creadoras de crecimiento, riqueza y empleo. En esa medida la Economía Financiera ha quedado desfasada; en segundo lugar, si realmente queremos que el sistema financiero recupere la labor para la que fue creado es imprescindible reducir el tamaño de su lado especulativo -el que funciona en ese círculo interno- y aumentar su vertiente productiva -la previa-. Es preciso separar nuevamente la banca tradicional, la que financia la actividad productiva, de la nueva banca de inversión, circunscribiendo esta última a mercados muy especializados -de grandes inversores- y sin acceso a los recursos de la banca comercial. 
La separación de estos dos tipos de banca debería ser defendida por los economistas más ultraliberales. Solo así sería posible evitar el efecto crowding out. La racionalidad nos dice que el crowding out genera los mismos males si es público que si es realizado por el sistema financiero.
© José L. Calvo, 2016