lunes, 23 de diciembre de 2013

Crisis, normas sociales y normas mercantiles

Según Dan Ariely, vivimos simultáneamente en dos mundos distintos: uno el que prevalecen las normas sociales, y otro donde son las normas mercantiles las que marcan la pauta. O dicho de otra forma, una parte de nuestra vida es retribuida por medio del dinero, mientras que en la otra parte somos recompensados con emociones y sentimientos. Y es muy importante no confundirlas ni mezclarlas. Un ejemplo muy sencillo: se ha demostrado que la gente desea donar sangre (retribución emocional) pero no la daría si le pagasen por ello.
La actual crisis y muy especialmente las políticas económicas aplicadas primero por el PSOE y mucho más gravemente por el PP han roto muchos de los contratos sociales en los que se basaban las relaciones en España y los han transformado en mercantiles. Tres ejemplos: pobreza, sanidad y educación.
Para un país en el que todavía vive una generación que sufrió la devastación posterior a la Guerra Civil el que nunca más se repitiesen situaciones de pobreza era un contrato social. No dejar a nadie detrás, que ningún español tuviese que mendigar o emigrar en las mismas condiciones –o peores- que ellos en los años 50 y 60 de pasado siglo era una obligación moral de la sociedad. Por eso mismo ver cómo los sucesivos ministros de economía, hacienda, trabajo… lo convierten todo en una cuestión de dinero les supone una transformación de una norma social en otra mercantil, produce una frustración social difícilmente solventable.
 Si algo ha medido el progreso de la sociedad española han sido la sanidad y la educación pública. Desde la época del dictador en que se creó la Seguridad Social esta ha venido funcionando como un contrato social. Todos aportábamos una cuantía mensual a ese pozo común para que lo utilizasen aquellos que lo necesitaban, ya fuese para su salud, para su pensión justamente ganada o bien porque habían perdido su empleo. Nadie ponía en duda ni su necesidad ni su universalidad o su aportación. Era el bien común. Por eso ver cómo los sucesivos gobierno socialista-populares sustituyen ese contrato social por criterios mercantiles –primero recortando las prestaciones y luego privatizándola no por la mejora de su gestión sino para dárselo a los amiguetes- introduce una segunda fuente de frustración social.  
El caso de la educación es muy similar al de la sanidad. Una enseñanza pública y universal en los primeros estadios junto con una Universidad a un coste accesible para los hijos de los obreros eran objetivos comunes de una sociedad que durante siglos vio cómo la educación la disfrutaban en exclusiva las clases pudientes. Nuevamente era un acuerdo social cuya necesidad nadie discutía. Aquí la actuación fue mucho más sibilina y, en esa medida, mucho más cruel. Sobre todo porque una parte muy importante de su destrucción ha corrido a cargo de gobierno teóricamente de izquierdas –nunca incluiré a los socialistas dentro de la izquierda-. Primero fueron los colegios concertados, dando recursos al sector privado, y posterior los recortes de dinero a la escuela pública –que no a la concertada e incluso a la que defiende la segregación por sexo- y los tasazos en la Universidad, los que han roto este último contrato social. La enseñanza pública se está convirtiendo cada vez en más marginal y la universidad vuelve a ser para los pudientes.
La frustración social tiene resultados impredecibles. Una sociedad asentada solo sobre principios económicos y sin contratos sociales puede estallar fácilmente en cualquier dirección.
Puede parecer que está dentro de la lógica del devenir de los tiempos. Que la evolución de la sociedad nos lleva a convertir contratos sociales en mercantiles. Que todo debe estar dominado por el dinero, como ocurre en las sociedades capitalistas más desarrolladas. Y, sin embargo, en estas últimas sucede todo lo contrario. Citando nuevamente a D. Ariely, el dinero resulta ser con mucha frecuencia la forma más cara de motivar a la gente. O como dice Woody Allen (por introducir una nota de humor) no hay sexo más caro que el sexo gratuito.

© José L. Calvo, 2013

viernes, 20 de diciembre de 2013

Capitalismo made in Spain

Una de las cosas que los economistas ortodoxos afirman es que el único modelo económico posible es el capitalismo strictu sensu. No hay opción, aquellos que han intentado sustituirlo, como los modelos socialistas y comunistas, han fracasado estrepitosamente. Incluso los que han intentado matizarlo introduciendo elementos como la Economía del Bienestar, están hoy en franco retroceso frente al poder regulatorio de los mercados.
Para la “ciencia” económica el capitalismo liberal, sin regulación, ha permitido el crecimiento económico y el desarrollo de las sociedades en los dos últimos siglos. Pero ¿es verdad que ese capitalismo es el mejor modelo posible? Veamos solo con datos de esta semana cómo sus ultradefensores  en el gobierno lo están aplicando a la sociedad española.
1. Esta semana se presentaba en las Cortes una proposición de ley sobre pobreza energética. Su objetivo era evitar que se corte la luz a los pobres en el período invernal. Presentada por Izquierda Plural –ya es hora de que hagan algo; el lugar de la izquierda es la calle y no calentar escaño- y apoyada por todos los grupos de la oposición, fue rechazada por la mayoría absoluta del PP con argumentos incalificables por su incoherencia. Parece que los defensores del capitalismo ultraliberal se perdieron las clases donde se explicaba que no hay crecimiento sin distribución, y que ninguna sociedad pervive sin equidad.
2. El jueves se anunciaba la venta por 1.000 millones de euros de Novagalicia al grupo venezolano Banesco. Si consideramos que se le inyectaron 9.000 millones, esto  supone que el FROB (es decir todo los españoles) asumimos el coste de los 8.000 millones de diferencia. Así, las pérdidas acumuladas por las ventas de Cajas de ahorros mal gestionadas por políticos suponen ya más del 19.000 millones y eso sin conocer todavía el coste real de Bankia –el cortijo del PP-. Es interesante como los gobiernos del PP y el PSOE no han permitido que funcionase la lógica del mercado en el sector financiero y han socializado las pérdidas.
3. Y el remate es el tarifazo eléctrico, con una subida de la factura de la luz que estará por encima del 10%. Todo ello tras una subasta opaca realizada en mercados OTC  (over the counter, no controlados), con unos mecanismos definidos para favorecer a las empresas eléctricas, con una estructura productiva de un mercado oligopolístico y con un gobierno que no solo no defiende la libre competencia –como sería de esperar de alguien con una ideología ultraliberal- sino que muy por el contrario pone “palos en las ruedas” a todas aquellas iniciativas que podrían traer nuevos suministros energéticos –las renovables- o más competencia –el autoconsumo-. Una nueva lección de capitalismo “a la carta” (de los ricos).
En definitiva, la interpretación que tienen los ultraliberales defensores del capitalismo patrio se parece más a la ley del embudo que a la libre competencia; al para mí y mis amigos todo y para el resto las deudas.
Por eso mismo suscribo plenamente las palabras de Dan Ariely cuando afirma que “Sí, es cierto que un mercado libre basado en la oferta, la demanda y la ausencia de fricción sería el ideal si nosotros fuéramos auténticamente racionales” (e incorruptibles añadiría yo). Pero como no lo somos, como la realidad se separa mucho de esa joya que explicamos en los manuales de la Teoría Económica ortodoxa, como sus gestores políticos, económicos y financieros españoles se mueven por intereses personales en lugar de por el bien común, yo sigo apostando contra él. En manos de la actual clase política dentro de poco en España estarán plenamente justificados los primeros versos de la Internacional: “arriba parias de la tierra, en pie famélica legión…” (y sin luz).

© José L. Calvo
 

jueves, 19 de diciembre de 2013

Unión Bancaria, Alemania y corrupción

En los últimos días hemos asistido a la negociación en la Unión Europea sobre el fondo de liquidación de bancos, organismo fundamental para continuar el proceso de Unión Bancaria. Al final, y como era de esperar, se han impuesto los criterios de Alemania y los países del centro de Europa y el mecanismo será activado por cada país, que además, y como mínimo durante un período de diez años, deberá hacerle frente con sus recursos. Queda así frenado uno de los principales nuevos objetivos de la UE, que la consolidaría no ya como una federación de estados sino como unos auténticos estados unidos de Europa
Desde los medios de comunicación y algunos partidos políticos españoles se ha cuestionado nuevamente la actitud de la canciller alemana y su ministro de finanzas por la falta de solidaridad de los países del norte con los del sur. Frases como que “los alemanes no quieren pagar con sus impuestos nuestros vicios” tratan de lanzarnos a un enfrentamiento entre ciudadanos centroeuropeos y mediterráneos. Pero, ¿tiene sentido la posición alemana o por el contrario tienen razón nuestros periodistas y políticos?
Pongámonos por un momento en la piel de un ciudadano alemán que paga sus impuestos, que hace autoconsumo energético y que exige a sus políticos una actitud irreprochable. Ese ciudadano de un país en el que han tenido que dimitir el ministro de Defensa y la de Educación por haber plagiado la tesis. Y entréguenle un periódico español –o póngale a ver el Intermedio, el mejor telediario que hay actualmente-. ¿Qué ve?, que la principal autoridad nacional y su familia han obtenido recursos de forma poco clara; que los dos principales partidos están inmersos en casos de corrupción; que uno de ellos, el del actual gobierno, utilizó Caja Madrid –que si hubiese existido la Unión Bancaria debería haber sido rescatada con dinero alemán, francés…- como su cortijo para gastar en lo que deseaba y para colocar a sus amigos; que uno de los principales sindicatos también está siendo investigado por corrupción; que se ha dilapidado el dinero en aeropuertos, AVEs, carreteras… sin ningún análisis coste-beneficio, etc. Y, sobre todo, que nunca pasa nada, que ante todo esto los responsables no solo no están en la cárcel, sino que siguen dirigiendo el país, utilizando además la Justicia en beneficio propio.
Póngase en su piel y pregúntese ¿de verdad juntaría su dinero con el de ese país?, ¿está seguro de que querría hacer un fondo común para pagar las deudas de ambos? Seamos sensatos, bastante cede Alemania permitiéndonos estar en la misma UE que ellos. No es un problema alemán, es nuestro: mientras no seamos capaces de echar a todos esos corruptos, mientras no salgamos a la calle a forzar su dimisión y encarcelamiento, no tiene sentido pensar que somos europeos. Hasta los ucranianos nos están dando ejemplo.

© José L. Calvo

lunes, 25 de noviembre de 2013

El mejor negocio del mundo

Que los españoles llevamos en nuestro ADN el pelotazo parece algo innegable. Desde el pícaro de Quevedo hasta Mario Conde, pasando por todos aquellos que en la burbuja inmobiliaria decidieron que lo que había que hacer era edificar en un terreno rústico y ver cómo crecía su dinero, en España lo que no ha faltado es gente dispuesta a vivir sin trabajar. Pero nadie como la banca española –y los políticos de toda ideología asociados a ella- para descubrir el negocio del siglo. Les explico cómo funciona.
En la época de bonanza especulativa, en esa en la que crecíamos a ritmos superiores al 3% y en la que algún presidente con más corazón que cerebro decía que éramos el motor de Europa, la banca se concentró en el sector inmobiliario, repartiendo créditos tanto a promotores como a compradores y obteniendo pingües beneficios. En ese período lo habitual era escuchar como nuestros bancos obtenían beneficios continuamente crecientes que, obviamente, no repartían con nadie salvo sus accionistas. Hasta aquí todo dentro de la más pura lógica capitalista.
Llegó el otoño de 2007 y la burbuja explotó. Y como no se podía dejar caer a ninguna entidad financiera –too big to fail- hubo que inyectarles dinero público para que no quebraran –más de 53.000 millones de euros da ya por perdidos el Banco de España (El País 14/11/13)-. Hasta aquí nuevamente pura lógica capitalista, siempre y cuando uno acepte que no había que dejarles quebrar como a otras muchas empresas (Un inciso, ¿por qué hay que salvar a Caja Castilla-La Mancha y no a Fagor?).
Y como el estado no tenía dinero para financiar ese rescate –asumió su coste- tuvo que emitir Deuda Pública. Es decir, socializó las pérdidas de las entidades financieras.
Y ahora viene el auténtico negocio. Con ese dinero “prestado” por el estado, los bancos y cajas en lugar de financiar la actividad económica se dedicaron a comprar la deuda pública emitida para dotarles de recursos (rescatarles). Obviamente, a un tipo de interés superior al que el propio estado les cobra por ellos.
Resumamos para entenderlo. Supongan que yo soy el banco: en la época buena lo hago de pena pero gano mucho dinero que me guardo; cuando la cosa se pone fea le pido ayuda a mi amigo estado; estado, como no tiene dinero para darme pero tampoco me quiere dejar en la estacada pide un préstamo al banco ladrón –es solo un nombre- para dármelo; y yo, con el dinero que me ha dado mi amigo lo meto en el banco ladrón. Por supuesto, estado paga a banco ladrón un tipo de interés muy superior al que yo pago a mi amigo estado y así el banco ladrón y yo salimos ganando; y el estado es el primo.
Y luego dicen que en España se está produciendo fuga de cerebros (por eso del espíritu aventurero de la juventud). Pero si los más listos, los banqueros y los políticos, todavía siguen aquí.

© José L. Calvo, 2013
 

lunes, 18 de noviembre de 2013

Deflación

Supongo que a estas alturas de la crisis ya habrán oído ustedes hablar de la nueva amenaza que se cierne sobre el sur de la UE: la deflación, que es la caída de precios, es decir, justo lo contrario de la inflación. En términos técnicos deben producirse dos semestres continuados de reducción de precios (FMI), algo que al común de los mortales nos importa un pito –entre otras cosas porque el gobierno imPopular no va a permitir que haya un segundo trimestre de crecimiento negativo de los precios, para eso ya han puesto de director del INE a un señor que es capaz de decir sin sonrojarse que el empleo creció en treinta y dos personas-.
En principio puede parecer que el que se reduzcan los precios es positivo. En teoría podré comprar más cosas con la misma renta. Pero en una deflación no todos los precios decrecen, y los que lo hacen son justamente los que más afectan a nuestros bolsillos: salarios, vivienda… Por el contrario, los precios de la energía seguirán subiendo –al igual que los sueldos de los políticos y los altos directivos-.
De hecho, una deflación es el peor escenario posible en Economía –y si no que se lo pregunten a los japoneses que llevan desde el siglo pasado así y no son capaces de encontrar una salida-. El motivo es que no hay política monetaria que permita salir de ella. Veamos de forma sencilla cómo nos afecta.
Suponga que quiere cambiar de coche. Si piensa que el precio de éste va verse reducido en el futuro aplazará su compra. Esto evidentemente afectará al vendedor, que ante la falta de demanda reducirá el precio, lo que disminuirá sus márgenes y le obligará a ajustar sus costes, con la reducción de plantilla como una de las alternativas. Pero esto además genera un círculo vicioso, ya que usted esperará reducciones adicionales y no comprará el coche, lo que obligará al vendedor a reducir más el precio… Al final, la deflación acarrea una disminución generalizada de la demanda y, consecuentemente, un incremento del paro.
Ahora imagínese que es usted un inversor que desea comprar activos en España, por ejemplo que quiere comprar viviendas del banco malo. La rentabilidad de ese activo es negativa, ya que con la deflación su precio disminuirá. Es decir, el activo/vivienda va perdiendo valor a medida que su precio disminuye. Lógicamente usted buscará otros sitios donde su inversión tenga una rentabilidad positiva.
Finalmente, y para no alargarme, ¿qué pasa con las deudas? Pues que tanto las públicas como las privadas aumentarán. El tipo de interés real será superior al tipo monetario –el tipo real es el monetario menos la tasa de inflación, que en este caso es negativa-. Así, si su préstamo hipotecario está al 4% y la deflación es del 1% su tipo de interés real será del 5%. Solo un dato: la deuda privada española representa el 200% del PIB, y la pública el 100%.
¿Cuál es la única opción posible? Evitar la deflación, como ha visto claramente el presidente del BCE, a través de una política monetaria expansiva al estilo de la FED. Pero hete ahí que ya han saltado las voces de nuestros “socios” del Norte atacando esa posibilidad.
La actual situación de la UE cada vez me recuerda más al período de entreguerras del siglo pasado. Los actores han cambiado, pero la mentalidad dominante sigue siendo la misma que lucía Hayeck y la escuela austríaca: modelo, modelo, modelo. Nuestros cartesianos colegas alemanes –y por extensión sus paletos seguidores en nuestro país- deberían leer más a Kahneman, Loewenstein o Akerlof para saber de qué va realmente la Economía. En nuestra ciencia casi nunca dos más dos son cuatro.

© José L. Calvo, 2013


jueves, 14 de noviembre de 2013

El final del rescate bancario

Con toda probabilidad hoy, 14 de noviembre, la Unión Europea aprobará el final del rescate bancario español. Esta, que parece ser una buena noticia, no lo es tanto a mi entender. Algunas razones de mi falta de entusiasmo se las resumo aquí.
1. Esto es más una operación de marketing político que un signo de que realmente la economía española ha dejado atrás la recesión. Sirve muy bien a los intereses tanto del gobierno del PP, que refuerza así su discurso de que las cosas van mejorando –“España va bien, ¿se acuerdan?”-, como a los de la Troika, que reafirma su mensaje de que su política de recortes ha sido acertada ya que el alumno aventajado ha superado con nota la intervención. Ahora bien, ¿realmente España está en una buena situación? Un 200% del PIB de deuda privada; un 100% de deuda pública; más de un 6% de déficit a finales de año y un cuarto de la población activa parada no parecen datos como para sacar pecho.
2. Al final “solo” nos ha costado 41.300 millones de euros. Dinero que tendremos que devolver a la UE en 15 años, y que ya se sabe de dónde va a salir: de los impuestos de todos los españoles. Miento de todos menos de los poseedores de SICAV (que seguirán cotizando al 1%).
3. Quedan muchas preguntas sin responder: ¿está realmente saneado nuestro sistema financiero? No lo sabremos hasta las pruebas de estrés; ¿supone esto el inicio de la recuperación? Dudoso; ¿va a volver a fluir el crédito? No lo parece ya que no tiene sentido prestar a proyectos privados y de riesgo cuando es posible realizar carry trade, pidiendo el dinero al BCE al 0,25 y prestándoselo al estado al 4% sin riesgo de impago.
4. Finalmente, hay un peligro que debo reconocer que me intranquiliza sobremanera –no solo a mí sino también al Gobernador del BdE-: el gobierno popular puede verse tentado, ahora que teóricamente ya no está vigilado por la Troika, a supeditar la política económica a sus intereses electorales. Esto supondría paralizar reformas que son imprescindibles, muy especialmente la de la Administración local y autonómica: en España sobran las dos terceras partes de ayuntamientos y varias Comunidades Autónomas (con sus gobiernos, parlamentos…).
Siempre ha estado bien tener alguien a quien poder echarle la culpa de nuestros infortunios. Hasta ahora había sido la Troika. Con el rescate finalizado podremos ver con claridad quienes son los verdaderos culpables.

© José L. Calvo

jueves, 10 de octubre de 2013

El enfrentamiento Norte/Sur de la UE y el juego del dictador

Ayer empecé el nuevo libro de Petros Markaris (Pan, Educación, Libertad) que dibuja  un final apocalíptico del enfrentamiento entre el Norte y el Sur de la UE: el abandono del euro el 1 de enero de 2014 de Grecia, Portugal y España y la vuelta a las antiguas monedas nacionales. El libro destila sentimientos nada favorables para nuestros hermanos del Norte, y cierto espíritu de venganza para cuando nos sea posible.
Ese sentimiento de odio/venganza se está generalizando en el Sur de la UE. Si a eso añadimos que la ultraderecha francesa es la primera fuerza política, el incremento de poder del Partido Comunista Portugués –siempre en la línea más dura posible-, la presencia en el gobierno holandés de la ultraderecha, los nuevos finlandeses… todo parece indicar que la olla europea está en ebullición y no tardará mucho en explotar.
¿Cómo es posible que la situación haya degenerado hasta ese punto?, ¿cómo se han ido generando estos odios soterrados que cada vez con más probabilidad pueden acabar con la UE? La Economía del Comportamiento tiene una explicación en el denominado Juego del Dictador.
Les pongo en antecedentes. En este juego a un individuo –el dictador- se le asigna una cantidad de dinero (10€) que debe repartir con otra persona. Y si bien la Teoría Económica tradicional establece que la opción que maximiza la utilidad del dictador es la (10,0), no dar nada, en los experimentos realizados las opciones varían entre el (7,3) y el (5,5).
Una versión de este juego consiste en darle al jugador 2 la opción de aceptar o no la distribución. Es decir, que si el jugador 2 considera injusta la cuantía asignada por el dictador puede rechazarla y en ese caso ninguno de los dos obtiene nada. La Teoría Económica predice que un individuo racional aceptaría cualquier cantidad positiva, pero nuevamente la realidad es tozuda y en general se rechazan ofertas inferiores a 3€.
Volvamos a la UE y veamos cómo ha funcionado este juego. Los países del Norte han empleado la estrategia racionalizadora, pensando tan solo en sus propios intereses –los rescates están destinados básicamente a los bancos propios, cuyos intereses están enterrados  en esos países. Los ciudadanos del Sur no se han beneficiado de esos rescates financieros, sino todo lo contrario, los estamos pagando con recortes, pobreza, pérdida de derechos y calidad de vida…-. Si además agregamos que lo han hecho con tal arrogancia, con ese espíritu tan calvinista del castigo al pecado, dejando tan claro que ellos son los virtuosos y nosotros los holgazanes, es normal que los ciudadanos del Sur, como el jugador 2, hayamos rechazado la oferta de ayuda porque nos consideramos vilipendiados.
El resultado es como el de la variante del juego del dictador: todos a la mierda.

© José L. Calvo

lunes, 7 de octubre de 2013

¿Para qué sirve la Economía?

Debo reconocer que había decidido cerrar este blog porque a estas alturas de la legislatura no parecía lógico hablar de sentido común dada la política seguida por el actual gobierno y la oposición. Leer las noticias económicas diarias más que hacerme pensar me llevan a indignarme no ya por la situación, sino por la actuación de aquellos que debería velar por nuestro bienestar. Pero esta semana una alumna me ha hecho recapacitar con una pregunta que yo también llevaba barruntando  desde hace mucho tiempo: ¿cuál es el fin último de la economía?
Si preguntásemos a la gran mayoría de los economistas actuales nos dirían que el objetivo de la economía es el crecimiento. ¿Pero crecer para qué?, es decir, ¿para qué sirve que el BBVA, el Santander, Iberdrola, Unión Fenosa, Movistar… obtengan beneficios astronómicos?, ¿realmente los ciudadanos nos beneficiamos de ello teniendo en cuenta la forma en que No pagan los impuestos que deberían? (el tipo impositivo medio de las grandes empresas es del 17% mientras que el mío, sin ir más lejos, está cerca del 30; el fraude fiscal, más del 20% del PIB, se concentra fundamentalmente en las grandes empresas).
Aunque muchos de los economistas actuales lo desconozcan, los grandes clásicos a los que apelan para defender la necesidad de crecimiento sin calificación –Adam Smith, David Ricardo, John Stuart Mill… y otros más recientes como J.M. Keynes o A. Sen- se preocupaban no solo de éste sino de la distribución. Es decir, que para la Economía es tan importante que el PIB alcance una determinada tasa de incremento como que todos los ciudadanos se beneficien de ello. Porque su objetivo debe ser la mejora del bienestar de los individuos que componen su sociedad.
Por ese motivo es tan irritante la actitud del actual gobierno y especialmente de la sonrisa del Régimen (Sr. Montoro) cuando afirman que estamos saliendo de la crisis, que la economía mejora y que los actuales presupuestos son los del crecimiento. ¿De verdad la economía española mejora cuando hay 6 millones de parados que cobran una prestación mínima, cuando se sigue arrojando a la calle a los que no pueden hacer frente a su hipoteca pero se dan miles de millones los bancos? ¿Realmente el ministro Montoro cree que estamos en el buen camino cuando este verano se han tenido que abrir los comedores escolares en Canarias, Andalucía… para que algunos/muchos niños hicieran una comida decente al día?
Crecer para distribuir. Esa es la filosofía de la Economía.

© José L. Calvo, 2013

miércoles, 28 de agosto de 2013

Ética y estética en Economía

Para los que defendemos que la Economía es una ciencia social, muchas veces es tan  importante quien lo dice como lo que se dice. Es decir, que un razonamiento que posiblemente compartiríamos, dicho por la persona inadecuada lo convierte en un discurso banal, una provocación. Dos ejemplos.
En primer lugar la afirmación, primero de Christine Lagarde y después del comisario Olli Rehn, de que en España se deben bajar los salarios un 10% para aumentar la competitividad. En principio, y desde la más estricta Teoría Económica, es cierto que la bajada de salarios incrementa la competitividad exterior y en consecuencia las exportaciones; no obstante, estos grandes economistas no deberían olvidarse de la deflación interior que provoca, con una caída de la demanda interna –a lo mejor deberían mirar hacia Grecia, que ya va por el tercer rescate y con la actual política no será el último-. Pero lo que no es ético ni estético es que esta propuesta la hagan sobre salarios que escasamente superan los 1.000€ personajes que ganan más de 20.000€ al mes.  Parece más bien insultante.
Segundo ejemplo. El actual ministro de educación Sr. Wert afirma que “el sistema educativo español está ciego a los resultados”. Y es cierto, ya que desde hace mucho tiempo en España se abandonó la cultura del esfuerzo por un igualitarismo mal entendido. Incluso yo apoyo que la educación universitaria no debe ser gratuita  y que los alumnos deben pagar una parte de su coste –dado que existen rendimientos privados de la educación que no se valoran-. Pero esta propuesta no puede hacerla un gobierno que reduce de forma tan sustancial el sistema de becas o que ha optado claramente por destruir nuestro futuro capital humano por la vía de la disminución de los recursos dedicados a la educación y la investigación.
Podría seguir con más ejemplos. Sanidad pública pero no gratuita –hay que asumir parte del coste- pero no propuesta por aquellos cuyo objetivo no es la racionalización sino la privatización; reforma energética sí pero no la de un gobierno –y oposición- que lo único que buscan es un puesto en el consejo de administración de las eléctricas…
Ya lo decían los romanos: la mujer del César no solo debe ser honrada sino parecerlo. Y aquí la honradez no aparece por ninguna parte.
 
© José L. Calvo

jueves, 15 de agosto de 2013

¿Por qué salvar a los ludópatas…bancarios?

Uno de los argumentos más empleados en la actual crisis es que es preciso salvar el sistema financiero –invirtiendo para ello el dinero que sea preciso- para evitar el colapso de la economía occidental. Pero esto es una verdad a medias. Es cierto que es preciso salvar parte del sistema financiero, en concreto la banca comercial, pero no hay ninguna razón de peso que justifique el dinero invertido en rescatar la banca de inversión.
La banca comercial es la de siempre, la que recoge depósitos de los ahorradores y se los presta a las empresas y el sector público, haciendo su labor de intermediación; la banca de inversión es la que acomete las inversiones arriesgadas, los grandes proyectos, las operaciones de grandes empresas… la primera obtiene beneficios reducidos pero constantes; la segunda es donde se asumen grandes riesgos y se obtienen grandes beneficios (y pérdidas). Es el Casino.
Dos factores han sido claves para que se haya producido la actual crisis: la ruptura de los compartimentos estanco que existían entre la banca comercial y la de inversión –la famosa política liberalizadora que terminó en Estados Unidos con la derogación de la Ley Glass Steagal por B. Clinton- y la excesiva asunción de riesgos por parte de la banca de inversión –banca total tras dicha derogación- en la más pura creencia de que era demasiado grande para dejarla hundirse. Es como si en una hipotética familia ludópata se hubiese decidido juntar todo el dinero, el de la comida, el pago del alquiler… y el destinado al juego, dedicando la totalidad a esta última actividad y cuando pierde –de cuando ganó muchísimo no se dice nada- nos exigiera que le financiásemos con nuestros salarios, las pensiones… el mantenimiento de su nivel de vida (y beneficios). Parece una locura pero es la más absoluta realidad.
Por eso motivo, como señala Susan George en una magnífica entrevista del 4 de agosto en El País, el sistema financiero necesita dos reformas imprescindibles: establecer férreos controles de su actividad y separar nuevamente la banca comercial de la de inversión. Nadie niega el derecho a jugar en el Casino, pero no con mi dinero.
Como S. George afirma: “un sistema financiero sin control nos lleva al precipicio”.  Esa es la gran reforma pendiente que ningún gobierno ni país se ha atrevido a enfrentar. ¿Puede estar más claro quien da las órdenes?

© José L. Calvo, 2013

martes, 6 de agosto de 2013

FMI: Federación Mundial de Irresponsables

El FMI ha lanzado hoy una nueva propuesta para la economía española: que Hacienda intervenga las CC.AA. que se desvíen del objetivo del déficit un trimestre. Esta proposición supone un gran conocimiento de la situación política española (ironía) y viene a sumarse a otra hecha la semana pasada: bajada de un 10% de los salarios y nueva subida del IVA. Analicemos esta última.
Desde la Federación Mundial de Irresponsables se siguen cometiendo los mismos errores que agudizaron el Crack del 29. Quizás les vendría bien leer el libro de N. Wapshott Keynes vs Hayek para darse cuenta de que sus propuestas no aportan nada nuevo a las que ya hizo el economista austríaco y que, basadas en los más estrictos modelos de Teoría Económica, condenan a las personas de la sociedad de su época en búsqueda de un equilibrio a largo plazo en el que, como decía Keynes, todos estaremos muertos.  Si leyesen el libro se darían cuenta de que más allá del modelo económico/matemático hay una concepción del mundo y del papel que juegan los individuos: mientras que Keynes dirige su política a las personas para Hayek solo existen agentes económicos, no hay individuos sólo números; Keynes trata de resolver la difícil situación de sus coetáneos, que tienen nombre y apellidos como nuestros parados o los griegos, portugueses… Hayek busca el equilibrio general del modelo, en el que poco importa el sufrimiento actual, y está dispuesto a sacrificar a sus compatriotas –como así ocurrió. Muchos austríacos murieron de hambre-, sin otro fin que resolver la ecuación de largo plazo.
Esto mismo hacen las proposiciones del FMI. Sin tener en cuenta el sufrimiento que generan en los pueblos a los que afectan, ni la convulsión social que pueden provocar, hacen ofertas teóricas que buscan una solución ortodoxa al modelo –por cierto, ese mismo modelo del que luego se apartan cuando toca actuar en el sistema financiero, al que conceden apoyo estatal renunciando al libre funcionamiento del mercado-. 
Para no alargar este post simplemente enunciar cuatro preguntas: ¿se han dado cuenta de que la reducción salarial genera una deflación por caída de la demanda interna vía elasticidad de la demanda?; ¿han considerado que existe un efecto expectativas que agudizará la recesión ya que la bajada del 10% puede considerarse el precedente de reducciones posteriores por lo que disminuirá adicionalmente el consumo interno?; ¿han valorado el efecto conflicto social que las medidas propuestas van a generar y que puede afectar muy negativamente a la economía española?. Por último, ¿quiénes son los empresarios que van a crear el empleo como un acto de buena voluntad?, Díez Ferrán, Joan Rosell… Aviados vamos.

© José L. Calvo

lunes, 5 de agosto de 2013

Fútbol: la prepotencia de los ricos nunca tiene límite

Partamos de un principio: amo el deporte. Llevo veinticinco años practicando karate –Tercer Dan, de lo que estoy más orgulloso que de mi carrera docente e investigadora-, corredor de carreras populares y nadador ocasional. Adoro lo que supone de camaradería, de esfuerzo, de superación personal, de ponerte un límite y sobrepasarlo. Por eso mismo odio a los que hacen trampas y a los que lo convierten en un negocio, y sobre todo a los prepotentes. Por ello detesto al Real Madrid y al Barcelona.
No tengo nada contra el fútbol. Me encantan equipos como mi Atleti, el Betis, el Athletic de Bilbao, el Sporting de Gijón… equipos con seguidores que saben lo que es perder y ganar, que saben sufrir y disfrutar, que lo viven como una pasión. Y por eso mismo, como me ocurría en el colegio, estoy contra los abusones, contra los que desde la superioridad de su dinero maltratan al resto. Porque está claro, desde hace ya años que la Liga BBVA es una estupidez y se reduce a dos partidos: el Real Madrid/Barça y el Barça/Real Madrid. Al resto les han asignado el papel de comparsas.
Por si eso no bastaba para no tenerles ningún afecto por haber desvirtuado una competición deportiva, este verano su prepotencia ha superado todos los límites. Con seis millones de parados, con el grifo de la banca absolutamente cerrado para las empresas, con un país al límite –por mucho que diga Rajoy cuya credibilidad es menor que la del lobo de Caperucita disfrazado de abuelita- estos dos equipos se gastan millones en contratar a futbolistas que difícilmente son capaces de firmar su contrato –no hay más que ver la capacidad del mejor de todos ellos para anunciar pan de molde-.
Y mientras, como señala El Mundo en su edición de ayer, con lo que el Real Madrid va a pagar por la cláusula de Bale se podría salvar al CSIC, construir cuatro hospitales o más de 31 colegios públicos. Encima, con dinero prestado, es decir, con ese crédito que el gobierno es incapaz de hacer fluir.
Lo peor de todo ello es que muchos de esos parados, de los que en los próximos fines de semana saldrán a manifestarse por la educación y la salud pública o incluso algunos de los investigadores que reclaman que no se cierre el CSIC irán el próximo 18 de agosto a aplaudir al Bernabéu y el Camp Nou. Pan y Circo.
Si por mí fuera mandaría a las vacas de los proyectos del CSIC a pastar en sus estadios. 
© José L. Calvo, 2013

viernes, 7 de junio de 2013

El tipo del IVA, su recaudación y el sentido común

Según un informe publicado por el colectivo de Técnicos del Ministerio de Hacienda, el fraude fiscal ha dejado sin efecto la subida del IVA del PSOE en 2010 (del 16 al 18%) y lleva el mismo camino  con la del PP de 2012 (hasta el 21%).
Aparte de las facilitadas por los Técnicos de Hacienda, hay otras explicaciones sencillas y que se encuentran en el más puro sentido común. Un ejemplo. Suponga que hace una obra en casa con un coste de 1.000€. Hasta 2010 el albañil le pasaba su factura y como usted era un buen ciudadano con empleo y con una visión positiva del futuro, le abonaba los 1160€ (16% de IVA). Pero ¿qué ocurre en 2012? Pues que probablemente esté usted en el paro y ve cómo el futuro no solo es oscuro sino negro –salvo que sea usted político ya que su sueldo no se ha visto afectado e incluso ha subido y le subvencionan hasta los cubatas-y ante la factura de 1.000€ hablará con el albañil y buscarán una forma de que cobre en efectivo y en negro. Resultado, que la Administración no solo no cobra los 50€ adicionales de la subida del IVA, sino que pierde los 160 que antes cobraba.
Hay una segunda posibilidad que da el mismo resultado: ante la opción de tener que pagar 1210€ en lugar de los 1160€ puede decidir que la obra no merece la pena, que la casa está bien así. O que prefiere hacer una obra menor y gastar tan solo 500€. Es lo que los economistas llamamos una demanda elástica.
En ambos casos se demuestran dos cosas: que no siempre subir los impuestos da como resultado aumentar la recaudación, sino que incluso puede disminuirla; y que el ministro de Hacienda y sus asesores son unos economistas bastante malos.

© José L. Calvo

jueves, 25 de abril de 2013

Unión Europea: una situación insostenible

Los últimos datos del paro presentados hoy ratifican que la situación de España es inviable no ya solo económica sino social y, con toda probabilidad, políticamente. Hay 6.202.700 parados y 8.190.914 pensionistas frente a 16.634.700 ocupados. Es decir, que por cada persona que mete dinero en la caja de la Seguridad Social hay prácticamente otra que lo detrae.  En esta situación la política de hacer el Don Tancredo, de jugar al gallego ingenioso del presidente del gobierno no sirve. Tampoco la de la oposición dedicándose a recriminar pero no aportando nada nuevo –o lo que aportan es justo a lo que se opusieron anteriormente, por lo que su credibilidad es nula-. Hay que actuar inmediata y coordinadamente.
España no es la única en esta travesía del desierto. La situación de Grecia no es mucho mejor; Portugal no presenta signos de que pueda recuperar no ya solo el crecimiento económico sino la sensación de país con futuro; Italia es ingobernable y Francia avanza a pasos agigantados hacia el camino de la recesión. Y mientras, Alemania se financia a 30 años a los menores tipos de su historia.
En esta situación creo que es el momento de contemplar soluciones. A mí se me ocurren tres:
1. Expulsar a Alemania, Holanda, Austria y Finlandia del euro. No se trata de que nos vayamos nosotros sino de que se vayan ellos, como proponía Soros. La lógica es sencilla: si se van ellos automáticamente el euro se depreciaría, y nuestras deudas se reducirían sustancialmente. Además, nuestros productos se harían más competitivos por la introducción de un mecanismo de devaluación competitiva tradicional. Por el contrario, si nos vamos nosotros, dado que nuestras deudas están definidas en euros se incrementarían por esa misma devaluación a la que nos veríamos abocados.
2. Crear de facto un mercado común de los europeos pobres, lo que se traduciría en un boicot a los productos de los países del Norte. Es volver a la práctica de la protección de la industria nacional, pero en lugar de hacerlo vía aranceles –imposible- sería vía actuación coordinada de los ciudadanos. Es cierto que las empresas alemanas no tienen la culpa de nuestra crisis, pero nosotros tampoco y la estamos pagando. Quizás es el momento de pagarla a medias.
3. Finalmente, la solución más sensata es que todos asumamos nuestras responsabilidades. Eso supondría que los PIGS debemos tomar medidas de ajuste, pero dentro de nuestras posibilidades. En concreto se debe ampliar el período de ajuste presupuestario del déficit (3% del PIB) hasta 2020. Complementado, naturalmente, por pasos firmes en las reformas estructurales. Por su parte, los países del norte, Alemania en concreto, deberían liberar al BCE, darle un nuevo estatuto que combine la estabilidad de precios con el crecimiento económico, permitiendo una política monetaria expansiva como la aplicada en USA y Japón.
De no hacerlo no será fácil llegar a 2014 sin una auténtica revuelta social en el sur de Europa, con consecuencias impredecibles para todos.
© José L. Calvo

viernes, 19 de abril de 2013

Despotismo económico: todo para los ciudadanos pero sin los ciudadanos

Supongo que muchos de ustedes recordarán el lema del Despotismo Ilustrado de la segunda mitad del siglo XVIII: “Todo para el pueblo pero sin el pueblo”. Pues bien, la actual situación de la Unión Europea, y sobre todo la política impuesta por Alemania y la troika a los países del sur de Europa me sugiere una nueva versión de ese lema: “os vamos a hacer sufrir, pero es por vuestro bien” –a los ciudadanos, nunca a los políticos ni a los banqueros-. 
Desde sus inicios la Economía se ha dividido en dos ramas antagónicas: las que la enfocaban una ciencia experimental –como la Física- y los que la consideraban, y consideramos, como una ciencia social. La diferencia no es nimia, porque da origen a dos concepciones metodológicas muy diferentes, donde el ser humano es tratado de forma absolutamente opuesta. Bajo la perspectiva experimental es posible obtener leyes universales de funcionamiento –similares a la de la gravedad- aplicables en cualquier circunstancia y a cualquier agente, independientemente de sus características; bajo la visión social no existen tales leyes, y deben ser considerados los efectos que las políticas económicas ejercen sobre las sociedades y los individuos.
La Sra Merkel, el Sr. Draghi y asociados son seguidores de la primera rama, la experimental. Para ellos las economías deben ajustarse. Punto. Y esto ha de hacerse por la vía de una política monetaria que controle la estabilidad de precios y una política presupuestaria restrictiva que reduzca los gastos e incremente los ingresos públicos. Esto independientemente de que genere pobreza, hambruna, sociedades cada vez más desesperadas y que tienen menos que perder, y un enfrentamiento norte-sur que cada vez va alejándose más de los componentes económicos y tomando tintes políticos.
Los economistas sociales creemos que estas políticas no son las correctas. Que no se puede tensar la cuerda de forma que unos –los del norte- ganen mucho y otros –los del sur- lo pierdan todo; que existe otra forma de hacer política económica que tiene en cuenta no solo los números sino las personas; que la cooperación es mejor que el enfrentamiento al que nos están abocando. En definitiva, que los ciudadanos del sur de Europa no son seres abstractos sino personas que pierden su casa, su trabajo, que empiezan a tener dificultades para dar de comer a sus hijos. Y cuando se olvida esto, cuando se imponen los criterios materiales sobre los sociales, los riesgos de convulsión se elevan exponencialmente. Los alemanes solo tienen que repasar su historia para darse cuenta de adónde nos puede llevar esto.

© José L. Calvo

jueves, 4 de abril de 2013

A vueltas con la marca España

Tras la imputación de la infanta Cristina tanto el gobierno como el principal partido de la oposición se han echado las manos a la cabeza aduciendo que daña la marca España. Tres cuestiones que señalar: en primer lugar, que la imputación era, a todas luces, el paso lógico tras los datos que se iban conociendo y la ya famosa frase del Rey de que todos somos iguales ante la ley (salvo él); que, de hecho, lo que estaba dañando la imagen de la marca España era justamente la no imputación de la infanta, como la falta de respuesta del PP al caso Bárcenas –o las mentiras como la comisión de investigación externa que nunca se ha llegado a materializar-, la inconsistencia del PSOE y los sindicatos en su actuación en el caso de los EREs en Andalucía –echando la culpa al PP como único argumento para justificar el dinero robado-, la elección del alcalde de Ponferrada que automáticamente se ha subido el sueldo… Es decir, que lo realmente dañino para la marca España no es la actuación de la Justicia, sino justo todo lo contrario, la sensación de que este es un país donde la impunidad de los políticos campa a sus anchas. Nadie dice que no exista corrupción en la clase política de otros países, pero la gran diferencia es que mientras que en el Reino Unido, Francia o Estados Unidos dimiten e incluso van a la cárcel, aquí siguen ejerciendo sus cargos y en cierta medida chulean de ello; finalmente, ¿qué es la marca España? Porque a la vista de lo que dicen nuestros políticos es como si existiese algo fijo, inamovible, que nos caracteriza. Escasos conocimientos de branding tienen si esa es su visión.
Una frase de Marti Neumeier, gurú de las marcas, nos permite ver cómo estas son mucho más que todo eso: Una marca es la sensación que tiene una persona en sus entrañas acerca de un producto, un servicio o una empresa (podemos incluir un país). Es, por lo tanto, algo dinámico, que evoluciona con el comportamiento de la propia marca y de las sensaciones que transmite a los consumidores. Y como digo, la impresión que hasta hace bien poco transmitía la marca España es que este era el país de la juerga, la vida licenciosa y los políticos y autoridades corruptas. El editorial de Anne Grüttner para un periódico alemán poniendo énfasis en la capacidad de sacrifico y solidaridad de los españoles, junto con la noticia del procesamiento de la infanta devuelven credibilidad a la marca España. Independientemente de lo que piensen los principales partidos corruptos.

© José L. Calvo

lunes, 18 de marzo de 2013

Adiós Unión Europea, adiós.

La aprobación por la UE y el FMI del corralito a Chipre supone el final de la Unión Europea tal y como la concebimos en los últimos años, especialmente desde que nominalmente dejó de ser lo que ha sido siempre en realidad: el Mercado Común Europeo.
No entraré a discutir los efectos económicos de esta intervención que han sido muy bien resumidos en el artículo de José Carlos Díez en El País Una aberración económica y que hoy lunes se han visto corroborados: las Bolsas europeas se desploman; la prima de riesgo de los países en los que inicialmente se puede producir contagio se dispara –señores alemanes un hecho: la globalización hace que el contagio bancario pase de unos países a otros, de forma que lo que hoy es un problema de Chipre y los PIIGS es seguro que mañana será suyo- y la cotización del euro se sitúa en su cuota más baja.
Pero en economía hay algo más que los fríos datos. Es lo que Keynes denominó el animal spirits o si quieren, el hecho de que quienes actúan en economía son seres humanos, con su componente racional pero también emocional. Y este último es el que se ha visto plenamente afectado por la intervención del sábado. Ya nadie se fía de la UE: en el Sur porque tenemos la sensación de que los del Norte nos castigan innecesariamente –a los ciudadanos no a los políticos y banqueros que son quienes han creado el problema-; y en el Norte porque piensan que los del Sur somos unos incumplidores y no merecemos estar sentados en la misma mesa.
 La intervención de Chipre supone, de facto, la ruptura de las reglas que conformaron la Unión, y muy especialmente una de ellas: la protección de todos los pequeños ahorradores, sin asimetrías, provengan del país que vengan. A partir de este momento no solo nadie está seguro de que su dinero está protegido en el banco, sino que tampoco lo está de que cualquier regla de la Unión no sea rota o tergiversada por orden y en beneficio de la Europa del Norte. La seguridad jurídica en la Unión Europea ha sido borrada de un plumazo.
En esta situación es muy improbable que la UE sobreviva. Con total desconfianza del Norte al Sur; con los ánimos de venganza cada vez más encendidos en este último, la convivencia se hace cada vez más difícil. Quizás sería hora de ir pensando en separar caminos y crear dos UE: la del Sur y la del Norte. Derecho a decidir.

© José L. Calvo

martes, 5 de marzo de 2013

Provocadores

El anuncio de que la Comisión Europea “ve márgenes para la subida del IVA en España” solo puede interpretarse en términos de provocación. La UE ha decidido provocar al pueblo español para que se levante como ya lo hizo primero con el griego y posteriormente con el portugués.
Los mal llamados economistas que rigen los destinos de Europa  deberían volver a la Facultad para entender dos cosas: en primer lugar que la Economía es una ciencia social, que trata de individuos, y que, debido a ello, cualquier medida que se toma en su campo tiene efectos sobre estos últimos y sobre el conjunto de su organización, la sociedad; y en segundo lugar para repasar la Historia Económica y darse cuenta de que la época de los ajustes feroces ya ha pasado, y que la única solución factible ahora es la reactivación económica a través de un Plan Marshall global.
No estoy negando que la economía española necesite ajustes, pero son de tipo estructural, introduciendo mayor competencia en los mercados –por ejemplo el energético o el de las telecomunicaciones- y desregulando una economía intervenida –salvo el sector financiero, al que hay que controlar muy de cerca que nos debe mucho dinero a todos los españoles-. Pero en ningún caso son necesarios recortes adicionales que lastren el consumo, la inversión y, consecuentemente, el futuro. Es posible y necesario combinar ajustes estructurales y reactivación económica, pero no es factible una política económica basada tan solo en los recortes.
De seguir con esta política que defiende la UE la propia Historia nos muestra con dos ejemplos del siglo XX cuál es el posible camino que puede seguir Europa y el mundo: la hiperinflación alemana, que dio origen al nazismo en una sociedad hastiada de los políticos tradicionales y obligada a sufrir situaciones límite, prácticamente de hambruna, y con elevadas tasas de suicidio-¿les suena?, ¿conocen Amanecer Dorado?- debido entonces a unas reparaciones de guerra irracionales y en la actualidad a unos ajustes inhumanos; y el Crack del 29, cuya solución solo llegó tras una contienda que causó la muerte de 60 millones de personas.

© José L. Calvo

martes, 12 de febrero de 2013

La dación en pago. Cuestión de números

Hoy el Congreso debatía la iniciativa legislativa popular (ILP) que propone discutir la dación en pago como método de resolver las deudas hipotecarias de personas de buena fe a las que, por muy diversas razones pero fundamentalmente por haber perdido su medio de vida, les han desahuciado. La ILP ha recogido cerca de 1,5 millones de firmas, de las que me siento orgulloso de forma parte. A esta hora el Congreso ha aceptado su tramitación, con un cambio de orientación del voto del PP que pone sobre la mesa no su buena voluntad sino el reconocimiento de que es imposible seguir aislado completamente del sentir de la ciudadanía.
No voy a discutir la conveniencia de la medida para atajar un problema social –hoy se ha suicidado una pareja de jubilados desahuciada-, su justificación en la corresponsabilidad comprador/financiador, ni siquiera los argumentos que desde la banca se han dado de que la dación en pago pueda convertirse en un coladero –lo que presupone mala fe. Se cree el ladrón…- , simplemente quiero poner unos sencillos datos sobre la mesa.
Si como dicen los voceros populares “tan solo” se producen 2.500 desalojos anuales de personas que entrarían dentro de los criterios de la dación, el coste de esta medida es mínimo. Supongamos que el valor medio de la hipoteca de la familia que ejerce la opción de la dación es de 100.000€ y que el valor que va a recuperar el banco tras su venta es del 50%, entonces los 2.500 casos supondrían 125 millones de euros anuales. Coste que perfectamente podría asumir el estado, sobre todo si lo comparamos con los más de 60.000 millones que nos lleva costada la mala gestión de los consejeros –de todos los colores políticos e incluso de los sindicatos- de Bankia, la CAM, el Banco de Valencia…. Incluso puedo proponer un sistema rápido y sencillo para recaudar esa cantidad: que el ministro Montoro deje actuar libremente a los inspectores de Hacienda, que ya verán como descubren muchos Bárcenas y Urdangarines.
Después de meses de crisis, de semanas de corrupción, hoy es un día para celebrar. Enhorabuena a la Plataforma de Afectados por la Hipoteca.

© José L. Calvo

jueves, 7 de febrero de 2013

El último bastión del socialismo real

Acabo de finalizar la lectura de la Espada de Damocles de Petros Márkaris, una recopilación de artículos publicados por el padre del comisario Jaritos sobre la situación de Grecia. En la gran mayoría de esos artículos tan solo es necesario sustituir donde dice Grecia por España para explicar la crisis económico-político-social que padecemos. Pero uno de ellos me ha causado un especial impacto, el que hace referencia a que Grecia es el último bastión del socialismo real. Pero ahí creo que se equivoca, ya que también a España puede aplicarse esa calificación.
Las cúpulas de los dos grandes partidos están actuando como auténticos Politburós de un partido comunista de la época del socialismo real. Veamos brevemente algunas de las similitudes:
* Actúan por encima de la ley. La ley son ellos, la definen, la cambian a su voluntad y, naturalmente, ellos no tienen por qué acatarla. Así, ellos no deben pagar impuestos, para eso tiene la caja B o la amnistía fiscal, sus amigos no deben ir a la cárcel –tienen el indulto-…
* Emplean la Administración para colocar a los adeptos. Como demuestra que el número de asesores –no funcionarios- no se ha reducido, o casos como el del barón del PP Baltar, el PER...
* Utilizan el dinero público para financiar sus gastos privados. El dinero que todos pagamos es empleado para trajes, comuniones, viajes privados, confeti… Y el que debería ser utilizado para pagar despidos es desviado a cuentas de amigos.
* Se identifican ellos con el Estado. Su interpretación es que quienes les atacan por su ineptitud y corrupción tienen como objetivo no la crítica a su gestión, sino el ataque a la democracia –incluso alguna vocera del PP ha llegado a calificarlo de golpe de estado. ¡Lo que se esconde en algunas universidades!-. No sería extraño que dentro de poco volviéramos a oír lo del contubernio judeomasónico.
* Finalmente, y por no extenderme, no responden de su actuación ante nadie más que ante el partido. El sistema de listas cerradas y las estructuras internas de los partidos están favoreciendo la aplicación del Principio de Peter. Y si no, no tienen más que ver las dos últimas personas que han dirigido el país. Los ciudadanos, que somos los que les ponemos ahí y pagamos su sueldo no podemos pedir explicaciones –incluso nos exigen identificarnos si nos manifestamos-.
El problema más grave, como señala también Márkaris, es que, además, les hemos encargado a ellos la salida de la crisis. Y, nuevamente, han actuado como el PC cubano: los sacrificios para la población, los beneficios –ensobrados- para la Nomenclatura.
Es hora de salir a la calle a exigir la revolución democrática y la eliminación del bipartidismo. Los muros de Génova y Ferraz deben caer.
© José L. Calvo

viernes, 1 de febrero de 2013

Corrupción, estadística y economía del comportamiento

Que España está sufriendo una crisis de corrupción es una obviedad. Con cerca de 600 políticos inmersos en procesos judiciales, con la gran mayoría de los partidos en juicios por financiación ilegal –PP, PSOE, CIU como mínimo, más la nunca explicada participación de IU, UGT y CC.OO. en el consejo de administración de Cajamadrid-, la conclusión es casi inmediata: la política española está corrupta. Y sin embargo, es posible que si lo analizamos más detalladamente, aplicando la estadística y la Economía del Comportamiento, el resultado no sea tan claro. Veamos cómo.
Supongamos que el 10 por ciento de las personas que se dedican a la política en nuestro país son corruptos –esto supone alrededor de 50.000, que en números absolutos son muchos-. Supongamos igualmente que la Justicia es muy capaz, y que de los políticos que son procesados el 85 por ciento lo son porque realmente son corruptos –es decir, solo son absueltos porque no han metido la mano en el dinero público o no se han dejado sobornar el 15 por ciento-. Pues bien, aplicando la teoría de la probabilidad condicionada, la probabilidad de que eligiendo un político al azar que está siendo procesado por corrupción sea realmente culpable es inferior al 40 por ciento.
Esto se explica por dos conceptos que se emplean en Economía del Comportamiento: el olvidarse de la base (base rate neglect), es decir, de no tener en cuenta que el 90 por ciento de los políticos son legales; y el denominado sesgo de confirmación, es decir, de que cada vez que surge un caso de corrupción, como damos por hecho que nuestra clase política tiene un problema de considerar que el dinero público es para que ellos se lo lleven, confirma lo que pensamos.
Lo aquí expuesto es estadísticamente impecable. No obstante, si cogemos una muestra de esa población de políticos españoles, digamos por ejemplo los dirigentes de uno de los principales partidos sobradamente conocido, en el que, por ser generosos, tan solo el 60 por ciento son sobrecogedores, entonces la probabilidad de que uno de ellos elegido al azar que está siendo procesado sea culpable es del 90 por ciento. Solo por aclarar.
© José L. Calvo

martes, 29 de enero de 2013

¿Pero dónde está Robin Hood?: la tasa a las transacciones financieras

Once países de la UE, encabezados por Alemania y Francia y entre los que se encuentra el nuestro, han decidido introducir una tasa a las actividades financieras, la denominada tasa Robin Hood también conocida como tasa Tobin. La justificación es limitar y gravar los movimientos especulativos de capitales.
Lo primero que hay que aclarar es que Tobin nunca propuso una tasa sobre el sistema financiero, sino que la tasa que este Premio Nobel de Economía de 1981 propuso era sobre los movimientos especulativos de divisas. No obstante, se adoptó esta denominación al tener un objetivo similar; por otro lado, no es preciso recordar quién fue Robin Hood y su justicia de robar a los ricos para dárselo a los pobres, lo que, en principio, haría esta tasa –quitárselo a los banqueros/inversores/ricos para dárselo a los contribuyentes-. Pero, ¿realmente actúa así la tasa Tobin? ¿Cuáles son sus efectos más previsibles?
Antes de nada aclaremos una cuestión clave: el sistema financiero tiene dos caras: una transparente, ligada a sus labores de intermediación, y otra opaca, ligada a productos financieros complejos y actividades fuera del balance (OTC). Mientras que las primeras son fáciles de controlar por las autoridades, especialmente a través de la Bolsa de Valores, las segundas son prácticamente imposibles de fiscalizar, ya que la gran mayoría de ellas se efectúan fuera de la legislación de los países. Y mientras que las primeras se dirigen fundamentalmente a financiar la actividad productiva, las segundas son, prácticamente en su totalidad, especulativas.
Así que quede claro: las actividades especulativas son opacas y difíciles de investigar y las inversoras son transparentes y fáciles de intervenir. ¿Qué hacer en esta situación? Pues lo que ha hecho el gobierno francés: como había que introducir un impuesto porque Hollande lo llevaba en su programa y queda progresista –cada día se parece más a Zapatero- gravar la compra/venta de acciones de las grandes compañías francesas y olvidarse del lado opaco del sistema financiero. Es decir, gravar la actividad inversora y no actuar contra los movimientos especulativos de capitales. Un pan con unas hostias que decimos en España.
Cuatro efectos se derivan de la introducción de este impuesto:
1. Deslocalización. Obviamente, los capitales se trasladarán desde los países en los que están sujetos a imposición a otros donde no lo están. La City y Holanda se están frotando las manos
2. En términos de eficiencia, el impuesto introduce distorsiones, y traslada recursos desde la inversión productiva –que sufre la imposición- a la especulativa –libre de ella-. Un efecto inverso al que se pretendía.
3. Si, como ocurre en el caso francés, el impuesto se introduce a los operadores, estos lo trasladarán al vendedor/comprador, por lo que al final, quienes lo pagarán son los que actúan en estos mercados: fondos de inversión y pequeños ahorradores que ahora, además y tras el final de la guerra de los depósitos, pensaban que la Bolsa de Valores era uno de los posibles mercados donde invertir.
4. Finalmente, si como parece los pequeños ahorradores estarían exentos y dado el efecto negativo que va a producir sobre el volumen de transacciones –en Francia ha caído un 15%-, su capacidad recaudatoria será mínima.

Al final,  la tasa Robin Hood no es más que una campaña de marketing de los políticos de la UE que quieren hacer ver que todos pagamos para salir de la crisis, incluidos los bancos que la provocaron. Pero la realidad es muy distinta: los bancos y los grandes inversores no pagarán nunca y su carga, simbólica, mínima, recaerá sobre los de siempre, la clase media. Para este viaje no necesitábamos esas alforjas.
© José L. Calvo

jueves, 3 de enero de 2013

Identity Economics y el federalismo en España

El comienzo del siglo XXI ha supuesto la constatación de que la Teoría Económica ha encontrado nuevos caminos que la alejan de los planteamientos ortodoxos del homo economicus. Primero fue el premio Nobel de 2001 a George Akerlof por sus trabajos sobre Identity Economics  y los efectos de los factores sociales en las decisiones de los individuos; al año siguiente Daniel Kahneman obtenía ese mismo premio por sus desarrollos sobre los efectos de los componentes psicológicos en las elecciones del consumidor, reflejado en el Behavioral Economics. La suma de los trabajos de ambos y de otros muchos que siguen su línea de estudio ha dado al traste con el consumidor racional y lo han convertido en emocio-racional.
Lo interesante de los desarrollos que presentan en su libro Akerlof y Kranton –Identity Economics- es que sirven para explicar muchas decisiones de los individuos, incluso las no económicas, utilizando elementos de la Teoría Económica. Para ello emplean un sistema en dos partes: primero establecen un modelo tradicional (Parte I); posteriormente le acoplan un modelo de identidad (Parte II). Veamos cómo funciona con un ejemplo para España: su modelo de articulación territorial.Parte I: Existe un estado (España) que funciona según unos criterios preestablecidos (el estado de las autonomías).
Parte II. Categorías sociales: hay dos clases de individuos: los españolistas (insiders en terminología de Akerlof y Kranton) que cumplen de forma estricta las reglas para pertenecer al estado; y los que no se consideran tan cómodos con esas reglas y que vamos a denominar federalistas (outsiders).
Normas e ideales: los españolistas, por definición, desean pertenecer a ese estado tal y como está configurado. Los federalistas pueden elegir entre varias opciones: integrarse y unirse a los españolistas; alternativamente, pueden adoptar una identidad opuesta y convertirse en independentistas.
Ganancias y Pérdidas en la Utilidad asociada a la Identidad: Pueden resumirse de la siguiente forma:
* Para los españolistas cualquier cambio de la situación actual les supone una pérdida de utilidad
* Cualquier federalista que trate de ser españolista sufre una pérdida de utilidad debido a que disminuye el respeto que siente hacia sí mismo, ya que su ideología le dice que no debería colaborar y no se siente identificado con la posición que está adoptando.
* Además, el modelo presenta externalidades, ya que todo federalista que se integra en el estado tal y como está concebido sufre una pérdida en su función de utilidad de identidad que es tanto mayor cuantos más federalistas no se integren (se separa de su grupo de referencia).
Lo interesante de este modelo a lo Akerlof y Kranton son las conclusiones que siguiendo a estos autores se pueden extraer: solo hay dos posibles soluciones: o bien se transforman las Normas e ideales de forma que se aceptan parte de los planteamientos de los federalistas para que estos se encuentren a gusto en el modelo de estado en el que se integran; o bien se produce la ruptura, y la única solución es la segregación (España por un lado y los federalistas convertidos en independentistas por otro). Dicho en román paladí: o bien adoptamos un modelo federal en el que quepan todas las “sensibilidades” y en el que la gran mayoría esté a gusto; o bien el problema independentista irá creciendo, y no solo en Cataluña. 
Parece que el PSOE ya lo ha entendido. Solo falta que el PP sea consciente del abismo –no solo económico- al que nos arroja con su cerrazón centralista.


© José L. Calvo