jueves, 3 de enero de 2013

Identity Economics y el federalismo en España

El comienzo del siglo XXI ha supuesto la constatación de que la Teoría Económica ha encontrado nuevos caminos que la alejan de los planteamientos ortodoxos del homo economicus. Primero fue el premio Nobel de 2001 a George Akerlof por sus trabajos sobre Identity Economics  y los efectos de los factores sociales en las decisiones de los individuos; al año siguiente Daniel Kahneman obtenía ese mismo premio por sus desarrollos sobre los efectos de los componentes psicológicos en las elecciones del consumidor, reflejado en el Behavioral Economics. La suma de los trabajos de ambos y de otros muchos que siguen su línea de estudio ha dado al traste con el consumidor racional y lo han convertido en emocio-racional.
Lo interesante de los desarrollos que presentan en su libro Akerlof y Kranton –Identity Economics- es que sirven para explicar muchas decisiones de los individuos, incluso las no económicas, utilizando elementos de la Teoría Económica. Para ello emplean un sistema en dos partes: primero establecen un modelo tradicional (Parte I); posteriormente le acoplan un modelo de identidad (Parte II). Veamos cómo funciona con un ejemplo para España: su modelo de articulación territorial.Parte I: Existe un estado (España) que funciona según unos criterios preestablecidos (el estado de las autonomías).
Parte II. Categorías sociales: hay dos clases de individuos: los españolistas (insiders en terminología de Akerlof y Kranton) que cumplen de forma estricta las reglas para pertenecer al estado; y los que no se consideran tan cómodos con esas reglas y que vamos a denominar federalistas (outsiders).
Normas e ideales: los españolistas, por definición, desean pertenecer a ese estado tal y como está configurado. Los federalistas pueden elegir entre varias opciones: integrarse y unirse a los españolistas; alternativamente, pueden adoptar una identidad opuesta y convertirse en independentistas.
Ganancias y Pérdidas en la Utilidad asociada a la Identidad: Pueden resumirse de la siguiente forma:
* Para los españolistas cualquier cambio de la situación actual les supone una pérdida de utilidad
* Cualquier federalista que trate de ser españolista sufre una pérdida de utilidad debido a que disminuye el respeto que siente hacia sí mismo, ya que su ideología le dice que no debería colaborar y no se siente identificado con la posición que está adoptando.
* Además, el modelo presenta externalidades, ya que todo federalista que se integra en el estado tal y como está concebido sufre una pérdida en su función de utilidad de identidad que es tanto mayor cuantos más federalistas no se integren (se separa de su grupo de referencia).
Lo interesante de este modelo a lo Akerlof y Kranton son las conclusiones que siguiendo a estos autores se pueden extraer: solo hay dos posibles soluciones: o bien se transforman las Normas e ideales de forma que se aceptan parte de los planteamientos de los federalistas para que estos se encuentren a gusto en el modelo de estado en el que se integran; o bien se produce la ruptura, y la única solución es la segregación (España por un lado y los federalistas convertidos en independentistas por otro). Dicho en román paladí: o bien adoptamos un modelo federal en el que quepan todas las “sensibilidades” y en el que la gran mayoría esté a gusto; o bien el problema independentista irá creciendo, y no solo en Cataluña. 
Parece que el PSOE ya lo ha entendido. Solo falta que el PP sea consciente del abismo –no solo económico- al que nos arroja con su cerrazón centralista.


© José L. Calvo



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