lunes, 30 de noviembre de 2015

La lotería de Navidad. El “gordo” sale el 20 D

Se acercan las Navidades y como todos los años toca comprar lotería. En mi caso lo hago por pura envidia, porque me sentiría fatal si les tocase a aquellos que me rodean y a mí no. Por eso compro en la Facultad, el gimnasio, intercambio con la familia, etc. No vuelvo a jugar el resto del año.
Pero esta vez se ha colado otro sorteo: el del 20 de diciembre. En este caso son los políticos los que ofrecen los premios –hacerlos realidad ya es otro cantar, porque de promesas incumplidas está la democracia española llena-. Y las propuestas son de lo más variopintas: el PP ofrece bajar todos los impuestos; el PSOE hoy se concentra en la lucha contra la pobreza; C’s invita a racionalizar la vida política y económica del país con pactos todavía no se sabe con quién –menos el PNV, supongo que porque les tiene manía- y de Podemos no hablo porque cada día propone una cosa y su contraria.
Yo, como procedo del lado racional de la Economía, no entiendo nada. Como ya he dicho, el PP ofrece bajar unos impuestos que él mismo subió, así que nos devuelve a la casilla de salida; de paso se olvida del déficit, de la deuda pública y de las políticas de ajuste sin haber terminado el trabajo. Mucho me temo que la UE le va a decir que prometa menos y haga más... recortes.
El PSOE ve ahora los problemas de la sociedad que en sus sucesivos gobiernos nunca resolvió. Ha tenido tiempo y legislaturas para luchar contra la pobreza, la desigualdad y la exclusión social. Y si no lo hizo antes, ¿por qué habríamos de creerles ahora? ¿Quieren un voto de confianza para hacer políticas que ya propusieron y que luego no cumplieron? Sería más sensato prometer menos pero cumplir algo.
Por último, y para no extenderme, hay una propuesta de la pseudoizquierda –en estos momentos ya no sé si Podemos es de izquierdas, socialdemócrata, demócrata-cristiano o como dice Garzón la UCD- que me gustaría analizar: la banca pública –que también ofrecen IU y la CUP y que prometió la Sra. Carmena-.
Cuando uno hace una propuesta lo primero, lo serio, es analizar su viabilidad técnica, que en este caso es... prácticamente ninguna. Para crear un banco en la UE es preciso un protocolo, correspondiendo autorizarlo al BCE. Aunque nuestros grandes politólogos se sorprendan, no lo creas porque vayas a Frankfurt y digas “buenas, que soy fulanito/político y quiero crear un banco”.
Pero lo más importante, lo que nunca se discute en esas propuestas de banco público es que éste, como todas las instituciones sujetas a contabilidad, tiene un debe y un haber. O dicho de otra forma, un banco público puede prestar, pero para ello necesita obtener ingresos. Y ¿de dónde vendrían esos ingresos? De los depositantes. Es decir, que para que un banco público pudiese prestar al ayuntamiento de Madrid, concediese ayudas sociales, financiase hipotecas para gente con problemas, etc. primero debería obtener depósitos. Y es aquí donde surgen los problemas ¿depositaría usted su nómina o los ingresos de toda su vida en un banco cuyos directivos han sido elegidos por la Sra. Carmena, los Srs. Garzón, Iglesias o Baños? Los míos desde luego que no. Así que otro brindis al sol.
Cada vez que veo a nuestros políticos en los Telediarios –procuro hacerlo lo menos posible para no perjudicar mi salud mental- me recuerdan a las ferias de cuando era pequeño. Y me imagino a todos ellos –sin excepción- gritando a los cuatro vientos desde su tómbola aquello de ¡qué alegría, que alboroto, otro perrito piloto!.

© José L. Calvo, 2015 

domingo, 22 de noviembre de 2015

Europa en guerra. Y no es matar marcianitos

Mi familia no son gente normal, de otra época y corte moral. Que resuelven sus problemas de forma natural. Para qué discutir si puedes pelear.
Feo, fuerte y formal. Loquillo

Las TICS han revolucionado el mundo occidental. No ya solo han modificado nuestros protocolos de trabajo, mejorado nuestra productividad… también han cambiado nuestra forma de comunicarnos y de existir. De hecho han creado dos segmentos de población perfectamente diferenciados: los analógicos y los digitales. Los primeros, por encima de la cuarentena, nacimos en un mundo donde las TICs no existían y hemos debido adaptarnos a ellas; los segundos son nativos digitales.
Los analógicos vivimos nuestra infancia y juventud en tiempo real. Podías meterte con el gordo de clase, pero cuidado que no te pillase en el patio o en gimnasia y se sentase encima; si jugabas mal al fútbol nunca serías elegido y tu máxima aspiración era estar en la “repesca” o ser portero; y teníamos que enfrentarnos al matón de la clase, ese tipejo que por ser más grande –normalmente porque repetía un año y otro, y otro…- o por ser más agresivo abusaba del resto de compañeros y trataba de hacernos la vida imposible. Si además, como yo, tenías las orejas de soplillo entonces tus enemigos se multiplicaban y la única forma de poner algo de orden era enfrentarte a cara de perro.
Los digitales viven en un mundo virtual. Ya es posible decirle de todo al gordo en la impunidad que dan las redes sociales; jugar al fútbol como Messi con la Play; golpear a todos los matones que se les pongan delante con su joystick o incluso jugar a que son el más chulo y más malo de la clase con Grand Theft Auto.
A esa segmentación analógico/digital se une en nuestro país otra tan importante como ella y que coincide prácticamente: los que vivimos los estertores del régimen fascista; y los que nacieron en la democracia. Porque hay algo muy importante que aclarar: el régimen de Franco no desapareció en 1975. Durante prácticamente una década el franquismo trató de reconquistar el poder –el golpe de Tejero fue solo uno de los muchos planeados-. A ello hay que sumar una organización terrorista que mataba a población civil -¿recuerdan el atentado de Hipercor?-. Hubo que luchar una a una las libertades, con muertos en la calle. De eso nada saben esos jóvenes que nacieron en democracia, que han disfrutado de las libertades sin lucharlas. Por eso deberían mostrar más respeto y ser más discretos.  
Europa está en guerra. Los yihadistas no solo han atacado París sino que nos han amenazado a todos los ciudadanos europeos. Y es una guerra analógica, real, no virtual. Los 132 muertos podrán seguir con su perfil en Facebook, mandaremos miles de twitts expresando nuestro dolor y solidaridad, pero lo que es real es que sus seres queridos no podrán abrazarles nunca más, que no volverán a sonreír. Ningún ordenador les devolverá la vida. 
Sé que hay muertos diarios en Siria, en Irak, en Turquía o Malí. Que los gobiernos occidentales han cometido múltiples errores. Que hay empresas que aprovechan estas guerras para obtener pingües beneficios. Pero eso no justifica, en ningún lugar ni en ningún momento, que unos asesinos se paseen por las calles de París, o de cualquier otro lugar, matando.
El abusón de clase ha vuelto. Y no entiende de diálogos. Como bien sabemos los analógicos, la única forma de vencerle es ser más listo y más fuerte; o que el profesor lo expulse. Como no se acaba con él, desde luego, es sentado en el sofá matando yihadistas en la pantalla del televisor; ni diciendo que hay que dialogar, porque no atiende a razones. Y si realmente creen que esa es la vía, yo me comprometo a crear un crowfunding para fletar un avión que lleve a los Sres. Iglesias y Garzón y a la Sra. Carmena a Siria a negociar en persona con DAESH. Seguro que les reciben con salvas… de artillería.
Por mi parte, ya lo dice Loquillo o la propia Marsellesa: a las armas ciudadanos; formad los batallones.
© José L. Calvo, 2015

miércoles, 18 de noviembre de 2015

Investigar en España. Una lucha contra la Burrocracia

Como ya he dicho otras veces, me encanta dirigir tesis. Aprendo y profundizo en temas que de otra manera ni siquiera habría pensado en investigar. Además, me permite trabajar con personas que le aportan pasión a una universidad en la que la repetición de la misma materia durante años y años deprecia el capital humano hasta casi agotarlo. Es para mí una forma de reciclaje, de sentirme vivo, de seguir aprendiendo.
Una vez realizado el trabajo de investigación, corregidas las formas –para las que también existen innumerables normas-, extraídas las conclusiones y las posteriores líneas de investigación, nos enfrentamos el doctorando y yo con el verdadero problema: la burocracia. Hay que pasar los trámites. Les adjunto la lista de los 16 impresos que hay que presentar para que una tesis pueda ser leída con Mención Europea.
1. Presentación y depósito de tesis
2. Nombramiento del tribunal
3 a 5. Informe de idoneidad miembros titulares del tribunal
6 y 7. Informe de idoneidad suplentes del tribunal.
8. Archivo y difusión de tesis en el Repositorio institucional de la UNED 
9. Solicitud de mención europea
10 y 11. Informes de valoración de tesis doctoral para mención europea profesores extranjeros
12. Informe de estancia en una universidad europea
13. Artículo
14. Summary
15. Pantallazo de la revista donde se ha publicado el artículo
16. Certificado de estar al corriente de pago de la tutela de la tesis 
Por si esto fuera poco, además tiene que pasar por las siguientes personas y comisiones: Comisión de Doctorado del Departamento; Vicedecana de Investigación; Decano de la Facultad, Comisión de Doctorado de la Universidad.
Creo que con esto está dicho todo. ¿De verdad creen que se pueden dirigir tesis con esta burrocracia? Esto no es que desaliente. Esto agota.
© José L. Calvo, 2015 

lunes, 9 de noviembre de 2015

Enseñanza: una respuesta freakonómica a José Antonio Marina

“Por cada persona inteligente que se molesta en crear un esquema de incentivos, existe un ejército de gente, inteligente o no, que inevitablemente invertirá incluso más tiempo en burlarlos”
Freakonomics, página 34

Una de las características de nuestro país es que cada cierto tiempo aparece un salvapatrias con una idea que revoluciona algún sector. En las últimas semanas le ha tocado a la Enseñanza y el artífice de su revolución es el Dr. José Antonio Marina, pedagogo y filósofo, que ha propuesto introducir incentivos económicos para diferenciar a los buenos profesores de los malos. Pero como ocurre casi siempre, cuando uno habla de lo que no sabe suele meter la pata, y mucho.
Los incentivos son a los economistas como el cortar a los cirujanos. Son nuestra herramienta de trabajo más importante. Por eso los analizamos y cuidamos con tanto mimo. Y por ello  sabemos que su mala utilización puede dar origen a graves problemas. Analicemos la propuesta del profesor Marina.
En primer lugar el Dr. Marina debería diferenciar enseñanza y educación. La misión de los profesores es enseñar, no educar –como dice mi chica, educados tienen que venir de casa-. Enseñar es transmitir conocimientos y técnicas para mejorar las capacidades; educar es, como dice la RAE
en su segunda acepción, “desarrollar o perfeccionar las facultades intelectuales y morales del niño o del joven por medio de preceptos, ejercicios, ejemplos”. Para que se entienda, los profesores de contabilidad enseñan las técnicas contables, cómo anotar en el debe y el haber; cómo las aplican el Sr. Bárcenas y los otros tesoreros del PP depende de su educación.
En segundo lugar, como señalan Dubner y  Levitt en su libro Freakonomics, existen tres tipos de incentivos: económicos, sociales y morales. Para que quede claro nuevamente, no robamos porque consideramos que es moralmente detestable; porque si nos descubren incurriríamos en el desprecio y aislamiento social y, finalmente, porque lo menos que nos puede pasar es que nos multen.  Por eso mismo, cuando se diseña un sistema de incentivos hay que tener en cuenta los tres, y no tan solo los económicos. Recomiendo al profesor Medina una lectura detallada del capítulo  ¿qué tienen en común un maestro de escuela y un luchador de sumo? para que constate cómo una mala definición de los incentivos económicos puede llevar a resultados inversos a los deseados –los ejemplos de los padres de una guardería de Israel, de los luchadores de sumo y de la red de Escuelas Públicas de Chicago (CPS) son magníficos-. 
De hecho el caso del CPS es justamente un ejemplo de lo que propone el pedagogo Marina. En esa ciudad se estableció un sistema de incentivos económicos para los profesores –que llegaban a los $25.000 anuales en caso de ser favorables y al despido si eran desfavorables- en función de las notas de sus alumnos en los exámenes estatales anuales estandarizados de escuelas de primaria y secundaria. El resultado puede comprobarse en el capítulo citado: los incentivos fueron eliminados al demostrarse que 1 de cada 3 profesores engañaban para que las notas fueran muy superiores a las que realmente obtenían. Algo que no debería extrañarnos en la Universidad dada las redes que se crean para citarse entre autores de artículos académicos con el fin de obtener reconocimiento y sexenios de la ANECA –este no es un fenómeno solo de España, ya ha sido denunciado por numerosos profesores estadounidense, por ejemplo-.
Finalmente, y como no creo que deba hacerse una crítica sin realizar una propuesta, ahí va la mía, apoyada en los tres tipos de incentivos. Lo primero, lo más fundamental, es dignificar la profesión de docente. Y para eso hay que reconocerle su papel fundamental en la sociedad como portadores de conocimientos y ser tratados con respeto, especialmente por los padres que deben asumir su función de educadores y no descargarla sobre los profesores. Y desde luego no ayudan mentiras como las que publican algunos periódicos sensacionalistas. A continuación es también muy importante dar un incentivo moral, haciendo que se sientan honrados y felices de realizar su labor –que en la gran mayoría de los casos es vocacional-. Mis compañeros que eligieron el banco ya están jubilados y cobraban mucho más que yo. Es preciso fomentar la creatividad y reducir la burocracia; abolir esa división cada día más acusada entre los que se consideran directivos y los obreros de mono azul en que nos están tratando de convertir.  Finalmente, y solo tras esos incentivos sociales y morales, podría discutirse la utilización de incentivos económicos.
Le queda mucho camino por andar, profesor Marina, para menos de un mes de legislatura.
© José L. Calvo, 2015