domingo, 22 de noviembre de 2015

Europa en guerra. Y no es matar marcianitos

Mi familia no son gente normal, de otra época y corte moral. Que resuelven sus problemas de forma natural. Para qué discutir si puedes pelear.
Feo, fuerte y formal. Loquillo

Las TICS han revolucionado el mundo occidental. No ya solo han modificado nuestros protocolos de trabajo, mejorado nuestra productividad… también han cambiado nuestra forma de comunicarnos y de existir. De hecho han creado dos segmentos de población perfectamente diferenciados: los analógicos y los digitales. Los primeros, por encima de la cuarentena, nacimos en un mundo donde las TICs no existían y hemos debido adaptarnos a ellas; los segundos son nativos digitales.
Los analógicos vivimos nuestra infancia y juventud en tiempo real. Podías meterte con el gordo de clase, pero cuidado que no te pillase en el patio o en gimnasia y se sentase encima; si jugabas mal al fútbol nunca serías elegido y tu máxima aspiración era estar en la “repesca” o ser portero; y teníamos que enfrentarnos al matón de la clase, ese tipejo que por ser más grande –normalmente porque repetía un año y otro, y otro…- o por ser más agresivo abusaba del resto de compañeros y trataba de hacernos la vida imposible. Si además, como yo, tenías las orejas de soplillo entonces tus enemigos se multiplicaban y la única forma de poner algo de orden era enfrentarte a cara de perro.
Los digitales viven en un mundo virtual. Ya es posible decirle de todo al gordo en la impunidad que dan las redes sociales; jugar al fútbol como Messi con la Play; golpear a todos los matones que se les pongan delante con su joystick o incluso jugar a que son el más chulo y más malo de la clase con Grand Theft Auto.
A esa segmentación analógico/digital se une en nuestro país otra tan importante como ella y que coincide prácticamente: los que vivimos los estertores del régimen fascista; y los que nacieron en la democracia. Porque hay algo muy importante que aclarar: el régimen de Franco no desapareció en 1975. Durante prácticamente una década el franquismo trató de reconquistar el poder –el golpe de Tejero fue solo uno de los muchos planeados-. A ello hay que sumar una organización terrorista que mataba a población civil -¿recuerdan el atentado de Hipercor?-. Hubo que luchar una a una las libertades, con muertos en la calle. De eso nada saben esos jóvenes que nacieron en democracia, que han disfrutado de las libertades sin lucharlas. Por eso deberían mostrar más respeto y ser más discretos.  
Europa está en guerra. Los yihadistas no solo han atacado París sino que nos han amenazado a todos los ciudadanos europeos. Y es una guerra analógica, real, no virtual. Los 132 muertos podrán seguir con su perfil en Facebook, mandaremos miles de twitts expresando nuestro dolor y solidaridad, pero lo que es real es que sus seres queridos no podrán abrazarles nunca más, que no volverán a sonreír. Ningún ordenador les devolverá la vida. 
Sé que hay muertos diarios en Siria, en Irak, en Turquía o Malí. Que los gobiernos occidentales han cometido múltiples errores. Que hay empresas que aprovechan estas guerras para obtener pingües beneficios. Pero eso no justifica, en ningún lugar ni en ningún momento, que unos asesinos se paseen por las calles de París, o de cualquier otro lugar, matando.
El abusón de clase ha vuelto. Y no entiende de diálogos. Como bien sabemos los analógicos, la única forma de vencerle es ser más listo y más fuerte; o que el profesor lo expulse. Como no se acaba con él, desde luego, es sentado en el sofá matando yihadistas en la pantalla del televisor; ni diciendo que hay que dialogar, porque no atiende a razones. Y si realmente creen que esa es la vía, yo me comprometo a crear un crowfunding para fletar un avión que lleve a los Sres. Iglesias y Garzón y a la Sra. Carmena a Siria a negociar en persona con DAESH. Seguro que les reciben con salvas… de artillería.
Por mi parte, ya lo dice Loquillo o la propia Marsellesa: a las armas ciudadanos; formad los batallones.
© José L. Calvo, 2015

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