Para los que defendemos que la Economía es una ciencia social, muchas veces es tan importante quien lo dice como lo que se dice. Es decir, que un razonamiento que posiblemente compartiríamos, dicho por la persona inadecuada lo convierte en un discurso banal, una provocación. Dos ejemplos.
En primer lugar la afirmación, primero de Christine Lagarde y después del comisario Olli Rehn, de que en España se deben bajar los salarios un 10% para aumentar la competitividad. En principio, y desde la más estricta Teoría Económica, es cierto que la bajada de salarios incrementa la competitividad exterior y en consecuencia las exportaciones; no obstante, estos grandes economistas no deberían olvidarse de la deflación interior que provoca, con una caída de la demanda interna –a lo mejor deberían mirar hacia Grecia, que ya va por el tercer rescate y con la actual política no será el último-. Pero lo que no es ético ni estético es que esta propuesta la hagan sobre salarios que escasamente superan los 1.000€ personajes que ganan más de 20.000€ al mes. Parece más bien insultante.
Segundo ejemplo. El actual ministro de educación Sr. Wert afirma que “el sistema educativo español está ciego a los resultados”. Y es cierto, ya que desde hace mucho tiempo en España se abandonó la cultura del esfuerzo por un igualitarismo mal entendido. Incluso yo apoyo que la educación universitaria no debe ser gratuita y que los alumnos deben pagar una parte de su coste –dado que existen rendimientos privados de la educación que no se valoran-. Pero esta propuesta no puede hacerla un gobierno que reduce de forma tan sustancial el sistema de becas o que ha optado claramente por destruir nuestro futuro capital humano por la vía de la disminución de los recursos dedicados a la educación y la investigación.
Podría seguir con más ejemplos. Sanidad pública pero no gratuita –hay que asumir parte del coste- pero no propuesta por aquellos cuyo objetivo no es la racionalización sino la privatización; reforma energética sí pero no la de un gobierno –y oposición- que lo único que buscan es un puesto en el consejo de administración de las eléctricas…
Ya lo decían los romanos: la mujer del César no solo debe ser honrada sino parecerlo. Y aquí la honradez no aparece por ninguna parte.
En primer lugar la afirmación, primero de Christine Lagarde y después del comisario Olli Rehn, de que en España se deben bajar los salarios un 10% para aumentar la competitividad. En principio, y desde la más estricta Teoría Económica, es cierto que la bajada de salarios incrementa la competitividad exterior y en consecuencia las exportaciones; no obstante, estos grandes economistas no deberían olvidarse de la deflación interior que provoca, con una caída de la demanda interna –a lo mejor deberían mirar hacia Grecia, que ya va por el tercer rescate y con la actual política no será el último-. Pero lo que no es ético ni estético es que esta propuesta la hagan sobre salarios que escasamente superan los 1.000€ personajes que ganan más de 20.000€ al mes. Parece más bien insultante.
Segundo ejemplo. El actual ministro de educación Sr. Wert afirma que “el sistema educativo español está ciego a los resultados”. Y es cierto, ya que desde hace mucho tiempo en España se abandonó la cultura del esfuerzo por un igualitarismo mal entendido. Incluso yo apoyo que la educación universitaria no debe ser gratuita y que los alumnos deben pagar una parte de su coste –dado que existen rendimientos privados de la educación que no se valoran-. Pero esta propuesta no puede hacerla un gobierno que reduce de forma tan sustancial el sistema de becas o que ha optado claramente por destruir nuestro futuro capital humano por la vía de la disminución de los recursos dedicados a la educación y la investigación.
Podría seguir con más ejemplos. Sanidad pública pero no gratuita –hay que asumir parte del coste- pero no propuesta por aquellos cuyo objetivo no es la racionalización sino la privatización; reforma energética sí pero no la de un gobierno –y oposición- que lo único que buscan es un puesto en el consejo de administración de las eléctricas…
Ya lo decían los romanos: la mujer del César no solo debe ser honrada sino parecerlo. Y aquí la honradez no aparece por ninguna parte.
© José L. Calvo
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