jueves, 25 de abril de 2013

Unión Europea: una situación insostenible

Los últimos datos del paro presentados hoy ratifican que la situación de España es inviable no ya solo económica sino social y, con toda probabilidad, políticamente. Hay 6.202.700 parados y 8.190.914 pensionistas frente a 16.634.700 ocupados. Es decir, que por cada persona que mete dinero en la caja de la Seguridad Social hay prácticamente otra que lo detrae.  En esta situación la política de hacer el Don Tancredo, de jugar al gallego ingenioso del presidente del gobierno no sirve. Tampoco la de la oposición dedicándose a recriminar pero no aportando nada nuevo –o lo que aportan es justo a lo que se opusieron anteriormente, por lo que su credibilidad es nula-. Hay que actuar inmediata y coordinadamente.
España no es la única en esta travesía del desierto. La situación de Grecia no es mucho mejor; Portugal no presenta signos de que pueda recuperar no ya solo el crecimiento económico sino la sensación de país con futuro; Italia es ingobernable y Francia avanza a pasos agigantados hacia el camino de la recesión. Y mientras, Alemania se financia a 30 años a los menores tipos de su historia.
En esta situación creo que es el momento de contemplar soluciones. A mí se me ocurren tres:
1. Expulsar a Alemania, Holanda, Austria y Finlandia del euro. No se trata de que nos vayamos nosotros sino de que se vayan ellos, como proponía Soros. La lógica es sencilla: si se van ellos automáticamente el euro se depreciaría, y nuestras deudas se reducirían sustancialmente. Además, nuestros productos se harían más competitivos por la introducción de un mecanismo de devaluación competitiva tradicional. Por el contrario, si nos vamos nosotros, dado que nuestras deudas están definidas en euros se incrementarían por esa misma devaluación a la que nos veríamos abocados.
2. Crear de facto un mercado común de los europeos pobres, lo que se traduciría en un boicot a los productos de los países del Norte. Es volver a la práctica de la protección de la industria nacional, pero en lugar de hacerlo vía aranceles –imposible- sería vía actuación coordinada de los ciudadanos. Es cierto que las empresas alemanas no tienen la culpa de nuestra crisis, pero nosotros tampoco y la estamos pagando. Quizás es el momento de pagarla a medias.
3. Finalmente, la solución más sensata es que todos asumamos nuestras responsabilidades. Eso supondría que los PIGS debemos tomar medidas de ajuste, pero dentro de nuestras posibilidades. En concreto se debe ampliar el período de ajuste presupuestario del déficit (3% del PIB) hasta 2020. Complementado, naturalmente, por pasos firmes en las reformas estructurales. Por su parte, los países del norte, Alemania en concreto, deberían liberar al BCE, darle un nuevo estatuto que combine la estabilidad de precios con el crecimiento económico, permitiendo una política monetaria expansiva como la aplicada en USA y Japón.
De no hacerlo no será fácil llegar a 2014 sin una auténtica revuelta social en el sur de Europa, con consecuencias impredecibles para todos.
© José L. Calvo

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