En fechas
recientes ha salido el informe sobre el Ranking ISSUE de las Universidades
españolas de 2014. No voy a entrar en su metodología, discutible desde la
perspectiva de la UNED ya que en este caso es comparar churras con merinas si tenemos en cuenta que en una universidad presencial
el número de alumnos por clase no supera los 50 y en la nuestra la media está
en 600, que la metodología es totalmente diferente, que la burocracia es incomparable,
etc. Creo que eso lo debería hacer nuestro Rector, pero debe estar a otras
cosas más interesantes que defender el prestigio de su universidad.
Los medios de
comunicación se han hecho eco de esta noticia desde muy diferentes perspectivas,
cada uno arrimando el ascua a su sardina
en función de criterios nacionales, ideológicos, etc. Y sin embargo, los
resultados más interesantes desde mi perspectiva han sido prácticamente
obviados: que las universidades públicas son líderes en investigación mientras que
las universidades privadas lo son en enseñanza. Esto señala que el
modelo de negocio de las universidades españolas es muy diferente si lo
consideramos desde la perspectiva pública a si lo hacemos desde la privada.
Para
las universidades públicas, cuya financiación ha procedido prácticamente
en su totalidad de las arcas del estado o la Comunidad Autonómica
correspondiente, lo realmente importante es la investigación, quedando la
enseñanza relegada a una actividad necesaria para obtener ciertos recursos pero
sobre todo para mantener una imagen de que se cumple con la misión para la que
originariamente fueron creadas. La enseñanza mancha y los alumnos son un mal
necesario parecen decir los investigadores
de la pública. Y si no que se lo pregunten a algunas universidades en las que la
docencia recayó durante los años de bonanza en los profesores asociados,
mientras que catedráticos y titulares dedicaban su tiempo a pensar e investigar.
Los
resultados de esta especialización investigadora son más bien escasos.
Ninguna universidad española está entre las mejores del mundo, los
investigadores españoles que destacan están integrados en equipos de otros
países, y nuestra I+D no está ni siquiera entre las primeras de Europa. Y eso
por no contar que un gran número de esas investigaciones no tienen ninguna incardinación
con las necesidades reales de las empresas o el sector público de nuestro país,
lo que se traduce en que su financiación vuelve a ser, nuevamente, solo
pública.
Pero es que hay
otra cuestión mucho más importante: la misión de la universidad es enseñar.
Eso parece tenerlo más claro el DRAE que mis compañeros cuando la define como una “Institución de enseñanza superior que comprende
diversas facultades, y que confiere los grados académicos correspondientes”
para continuar diciendo que “según las épocas y países puede comprender…
departamentos de investigación”. Es decir, que la investigación no es el negocio
principal de la Universidad, su negocio es la enseñanza.
Esto es evidente para las
universidades privadas, que han de buscar su financiación en el mercado y por
ello deben poner el énfasis en el prestigio de sus títulos y licenciados. Algo
que no solo ocurre en España, sino que es la práctica habitual en el mundo occidental.
Universidades
como Yale o Harvard basan su prestigio no en los magníficos
investigadores que contratan una vez que han demostrado su valía, sino en la
autoridad que les confiere que determinados despachos solo contraten abogados
de Harvard –la serie Suits es
un ejemplo-, o el número de Presidentes, Congresistas, Senadores, etc. que han
salido de sus aulas.
Con todo esto no quiero
decir que en la universidad pública española no se deba investigar. Simplemente
afirmo que sería bueno que tratase de reequilibrar la importancia de las dos
misiones que le ha conferido la sociedad: la docencia y la investigación.
Que los investigadores dejasen de pulular por los pasillos como los grandes
sabios que desprecian a los docentes. Más pronto que tarde las universidades
van a verse abocadas a buscar fuentes de financiación alternativas a las
públicas. No estaría de más ir pensando en fórmulas ya aplicadas con éxito en
otros países en lugar de estar siempre quejándonos.
© José L. Calvo, 2015
Totalmente de acuerdo. Las universidades se ganan su prestigio por lo que sucede en las aulas que tiene que ver con el nivel del profesorado, la investigación tiene que ser una consecuencia de ésto....
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