La
negociación entre Grecia y Alemania/Unión Europea va a ser larga. Por
mucho que algunos analistas políticos e incluso dirigentes políticos den como
segura la victoria de la canciller Merkel y su séquito de aduladores –con Mariano el del plasma convertido en Mariano el Furioso a la cabeza- y la continuación
de la política de austeridad, cualquier alumno de Teoría de Juegos sabe
que esta es solamente la primera batalla, y a estas alturas no puede
afirmarse quién ganará, e incluso si habrá un ganador. O, como muchos creemos,
llegaremos a una solución negociada del tipo win-win que tanto gustan
últimamente en política económica (y que tiene un buen reflejo en el juego del ultimátum).
No entraré a
analizar en profundidad los motivos que llevan a considerar que Grecia no ha
perdido ni siquiera esta batalla; pueden leer una muy buena argumentación en el
artículo
de Kike Vázquez en El Confidencial que comparto prácticamente en su
totalidad. Pero quiero señalar un aspecto que, a mi juicio, no se recoge en él:
Grecia
ha ganado la batalla mediática.
Y la ha ganado
desde una doble perspectiva: por un lado Grecia le ha ganado la batalla de la imagen
a Alemania. El cuadro que la gran mayoría de los europeos del sur vemos
refleja a un pueblo griego sojuzgado por unos insensibles alemanes/europeos,
incapaces de darle un respiro a una población que sufre como nadie los rigores
de la crisis. Si no lo viésemos con nuestros propios ojos –magnífico el Salvados del domingo pasado, con las
luces y las sombras griegas- no creeríamos que eso está pasando en Europa. La imagen
es clara: unos prepotentes centroeuropeos están convirtiendo a Grecia en la Alemania
de la hiperinflación y la pobreza previa a la Segunda Guerra
Mundial. A eso hay que sumar los guiños al pasado nazi: desde las
reparaciones de guerra exigidas por el gobierno de Tsipras –todos debemos
cumplir nuestros compromisos, incluidos los alemanes- hasta las declaraciones de
Varoufakis señalando que tras
ellos solo está el nacionalsocialismo de Amanecer Dorado y que será
responsabilidad de Alemania si llegan al poder.
Por otro lado el
gobierno de Tsiriza ha dado la impresión de que es posible otra política.
De que no solo se debe aplicar sin razonar lo que dice la Troika sino que es
posible, dentro de las líneas de ajuste impuestas, buscar soluciones
imaginativas y que no recaigan sobre la población más necesitada. La lucha
contra la corrupción –mal endémico que no solo afecta a Grecia-, la creación de
un auténtico sistema fiscal donde todo el mundo pague en función de su
capacidad –no centrando todo en los impuestos indirectos, especialmente el IVA,
sino actuando también en los impuestos directos y luchando contra el fraude
fiscal-, una reforma real de la Administración pública que la dote de un tamaño
lógico y que la haga más eficiente, etc. ¿les suena?
Como digo, no
sabemos cuál será la solución de futuro pero hay dos cosas a mi juicio que empiezan
a estar meridianamente claras: que la política de austeridad es historia, que
el “austericidio” está finiquitado. Por mucho que Schaüble siga insistiendo
está claro que no solo Grecia, sino el conjunto de la UE necesita de políticas
expansivas para salir de la deflación; y la constatación de que, dentro de la
racionalidad y la necesidad de reconducir las economías de sur de Europa hacia
una senda de rigor económico/fiscal/presupuestario, otra política es posible.
Si el gobierno de Tsiriza es capaz de redistribuir los efectos de la crisis, de
luchar contra una concepción basada en ajustes sobre las capas menos
favorecidas de la sociedad y en la eliminación del estado del bienestar,
especialmente la sanidad, las pensiones y la educación, entonces se
habrá demostrado que existía una vía alternativa a la de aquellos que se
plegaron sin ningún tipo de negociación a las condiciones impuestas por el
rescate –sí, rescate Sr. Rajoy, ¿o es que nos dieron 100.000 millones
sin condiciones?-. Mala, muy mala noticia para los dos grandes partidos ex mayoritarios
españoles, PP y PSOE.
Es posible que
Grecia haya perdido esta batalla, pero las espadas siguen en alto y ha
conseguido una ampliación de cuatro meses para negociar. Nada está decidido.
Pero lo que es evidente es de que de este “juego” entre Grecia y Alemania hay
un perdedor seguro: los dirigentes del PP y el PSOE, que han
demostrado su incapacidad para defender los intereses de los españoles y que se
plegaron, sin rechistar, a las exigencias de la Troika. Así, no es de
extrañar que cada vez que abren la boca vayan llenando el “cesto de votos” de Podemos sin que este tenga necesidad de
decir y ofrecer nada. Si no fuera por los casos de la Infanta Sánchez y Monedero/tesorero
Podemos se llevaba estas elecciones
de calle.
© José L. Calvo, 2015
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