lunes, 9 de febrero de 2015

España no es Grecia, aunque debería ir fijándose

Desde el 25 de enero estamos asistiendo al pulso entre el nuevo gobierno griego de Syriza, las autoridades de la UE y, lo que es una lucha más soterrada pero no menos importante, los gobiernos de los países “recortitas” con Gollum/Merkel y Mariano el del Plasma a la cabeza. Como ya puse de manifiesto en otro post, la discusión no es económica, ya que los mercados han descontado que el plazo se alargará y los tipos se reducirán, sino política: dar una solución a Grecia supone reconocer lo erróneo de la política de recortes sociales y económicos aplicada de los últimos años
España no es Grecia, como se han encargado de decir nuestros políticos. Ni nuestro déficit alcanza un porcentaje tan elevado del PIB, ni el paro es tan alto –aunque casi-, ni la situación que viven las clases medias es similar –aunque la pobreza energética, los desalojos y la destrucción del estado del bienestar siguen un camino paralelo-. Pero tampoco es parecida la capacidad de reacción de la población. En su reto a la UE el gobierno de Tsipras tiene detrás al pueblo griego tanto para apoyarle como para recordarle sus promesas electorales.
En un seminario que celebramos la semana pasada en Ponferrada en el que participé junto con otro profesor de la UNED, un representante de Ecologistas en Acción y dos sindicalistas de CC.OO. pude ver claramente cómo España no es Grecia pero debería aprender mucho de ella, sobre todo la autoedenominada izquierda. Dos actitudes de los miembros de CC.OO. me sorprendieron: la de echarle la culpa de todos nuestros males –lo que denominaron el austericidio- a Alemania y su autodefinición como un sindicato de servicios.
Coincido con los miembros de CC.OO. en su diagnóstico de que el problema de España son las políticas de recortes –que no de austeridad porque no veo ninguna en los fastos a los que se dedican nuestros políticos ni de reformas, porque la principal, la eliminación de las duplicidades, triplicidades, etc. de la Administración Pública está por hacer- pero no en que el culpable es Alemania y la UE. Ya es hora de asumir nuestra parte alícuota de culpa. Como señala el artículo atribuido a Forges –aunque su autor parece ser David Jiménez- en España han triunfado los mediocres y todos hemos sido responsables de ello. Nosotros, como país, fuimos los que votamos por mayoría absoluta un gobierno que sabíamos que iba a aplicar medidas económicas en la más pura ortodoxia neoliberal. Que un cuadro de CC.OO. diga, como dijo, que el problema es que el PP engañó a los españoles, que no cumplió su programa, que no esperaban ese incumplimiento, es como si en el derbi de antes de ayer Ancelotti hubiese dicho que no jugaba CR7 y Simeone se lo hubiese creído. En el ADN del PP están las políticas ultraliberales y, consecuentemente, de recortes, de liquidación del estado del bienestar y de privatización de todo aquello que pueda dar beneficios. Mala, muy mala previsión la del sindicato de izquierdas.
En medio del debate, que por momentos fue acalorado porque a nadie le gusta que le tilden de mediocre, les hice una pregunta a nuestros sindicalistas: si ellos se consideraban un sindicato de servicios o un sindicato de clase. Su respuesta me asombró: no solo porque reconocieron que su principal misión era defender a sus afiliados, sino porque desconocían el significado del término sindicato de clase y mucho más del de clase obrera. En ningún momento oí a los representantes de CC.OO. mencionar ni a los obreros ni, por supuesto a la clase obrera. Supongo que porque creen que no existe y ahora todos debemos ser clase media –yo no, yo siempre me he considerado un obrero de la enseñanza, no un intelectual-. 
Me temo que muchos de los que hoy por hoy se alinean detrás de Podemos forman parte de esa mayoría que no son capaces de reconocer su parte de culpa en la crisis española. Que buscan que esta formación les resuelva sus problemas y que con su llegada al poder ellos no tendrán que hacer nada. Que ya se encargarán Pablo Iglesias y Monedero –fantástico apellido acorde con el personaje- de buscar el dinero para pagar su hipoteca y les encontrarán un trabajo. 
Los que creemos que el capitalismo –cuyo eufemismo es el dominio de los mercados- no es el único modelo económico y social posible también creemos que es preciso que todos nos pongamos en pie y defendamos los derechos alcanzados en décadas de lucha del movimiento obrero. No caigamos nuevamente en el error de dejar en manos de políticos –por muy bien que nos parezcan- las cuestiones que nos afectan. La soberanía popular debe ejercerse, como desde hace siglos nos enseñan los griegos.

© José L. Calvo, 2015

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