Uno de los
mensajes en los que se basó la campaña de Trump o el Brexit y que tiene su
continuación en Marine Le Pen es el ultranacionalista de sustituyamos a los trabajadores
extranjeros por trabajadores nacionales. America
First.
No existe
respuesta a esto por parte de la izquierda, salvo apelar a la solidaridad. Y es
lógico ya que la izquierda es por definición internacionalista. Es decir, para los
partidos de izquierda un trabajador lo es independientemente de su origen
geográfico, cultural o religioso.
La idea de que
los trabajadores extranjeros pueden ser perfectamente sustituidos por
trabajadores nacionales se asienta en uno de los supuestos que utiliza la
Teoría Económica para simplificar su análisis: el trabajo es un bien homogéneo.
No solo eso, sino que como no existe paro no deseado según los ultraliberales, todos
aquellos trabajadores que deseen estar ocupados aceptarán el salario para el
que la oferta laboral y su demanda se igualan.
Veamos qué
quieren decir estos dos supuestos. El primero significa que el ingeniero informático
hindú, musulmán, español o de cualquier otra nacionalidad que trabaja en
Silicon Valley es directamente sustituible por el white trash del Medio Oeste americano sin cualificación. O que el
economista europeo de la City londinense puede ser fácilmente reemplazado por
el trabajador manual de Manchester que reflejan películas como Full Monty o I, Daniel Blake. Sencillo.
El segundo
supuesto de la Teoría Económica en el que se basan los populismos de derecha implica
que el americano de Iowa, Idaho o las Carolinas está dispuesto a realizar el
mismo trabajo que el mexicano o el chino por el mismo salario y en las mismas
condiciones laborales. Nuevamente algo muy realista.
Por lo tanto, sí
existe una respuesta desde la izquierda: el mensaje nacionalista de Trump, de Le Pen
o del Brexit es mentira. Los postulados de la Teoría Económica en los que se
asienta son falsos. Luego mis colegas dicen que la Economía no tiene
ideología.
© José L. Calvo, 2017
Eso es lo interesante de los modelos económicos ortodoxos: que no hay personas con sentimientos, emociones... Sólo "agentes" que pueden ser intercambiados por capital o contratados cuando hacen falta y despedidos cuando no.
ResponderEliminarPiensa una cosa: la economía capitalista no tiene ni corazón ni alma. El objetivo del capitalista es maximizar el beneficio "caiga quien caiga". Y nuestros políticos liberales aplican esa ideología a rajatabla, salvo cuando son ellos o sus amigos banqueros que les financian los que van a caaer.