lunes, 19 de noviembre de 2012

Microeconomía, la economía de andar por casa

In memoriam de Moisés Ciriano

Parece que últimamente son muchos los que se suman al título original de este blog y utilizan el sentido común para aproximarse a la economía. Desde el vídeo protagonizado por los hermanos Isidro y Moisés Ciriano, fallecido este último hoy, pasando por el precioso artículo de Luis Garicano en El País del 12 de noviembre (Son las matemáticas estúpido) España comienza a abandonar las grandes soflamas carentes de contenido y la racionalidad se abre un hueco.
Me gustaría contribuir con un granito de arena adicional, mostrándoles las diferencias entre las dos grandes áreas de la economía y su significado. Desde prácticamente el comienzo de la Economía como ciencia (si alguna vez lo ha sido) se diferenciaron dos grandes áreas: La Macroeconomía y la Microeconomía.
La Macroeconomía se enfrenta a los retos económicos globales de la sociedad, desde una perspectiva agregada. No se desciende a los problemas individuales sino que todos somos agrupados en un conjunto y las decisiones se toman sobre ese agregado denominado España, Unión Europea... Es como tener una vista de pájaro de los problemas de la sociedad. Así, en Macro hablamos del paro, el sistema financiero, el déficit público… En la Macroeconomía es donde más fácilmente se puede introducir la demagogia.  
Por el contrario, la Microeconomía desciende a pie de calle. Analiza el comportamiento de los agentes económicos, los individuos y las empresas. Por decirlo de forma sencilla, en Microeconomía no se habla del paro, sino de por qué Ignacio Martínez no encuentra trabajo, ni del sistema financiero, sino de por qué la empresa familiar Fernández tiene tantas dificultades para obtener un crédito. Además, cuando un alumno asiste a su primera clase de Microeconomía solemos recibirle con la misma frase en la pizarra: la economía es la ciencia de la asignación de recursos escasos. Dicho en Román paladín, si quieres gastar más en algo tienes que quitarlo de otro lado.
Para que entiendan la diferencia un ejemplo. Desde el punto de vista macroeconómico se puede decir que hay que incrementar el gasto público, que la sanidad o la educación deben ser públicas y gratuitas, que hay que reducir el paro…; desde la perspectiva micro la pregunta es sencilla: si incrementamos el gasto en sanidad o educación, ¿quién deberá pagar los nuevos impuestos que habrá que introducir?, ¿o de dónde quitamos recursos para podérselos dedicar?. Como ya les anticipaba, la Macroeconomía permite brindis al sol; los microeconomistas somos más prosaicos.
Por eso mismo, cada vez que un político, un sindicalista o el ministro de turno lancen al aire una propuesta macroeconómica háganse la pregunta que nos hacemos los economistas del sentido común: esto ¿quién lo paga?

© José L. Calvo

martes, 13 de noviembre de 2012

La convocatoria de Gila

Mañana 14 de noviembre se celebra en España una huelga general convocada por los sindicatos mayoritarios bajo un lema cuando menos impreciso: hay culpables, hay soluciones. A mí estas frases me recuerdan aquel famoso monólogo de Gila cuando decía aquello de alguien ha matado a alguien. Pero ¿quién y cómo?
Los convocantes y aquellos que acudirán a la convocatoria vuelven a llevar a cabo una práctica nacional muy extendida: echar la culpa a otros y no mirarse a sí mismos. Es cierto que los bancos concedieron créditos sin sentido, que, como muchos de ellos afirman ahora, facilitaron la adquisición de viviendas a personas que por su capacidad de pago no deberían haber tenido nunca un piso en propiedad, pero ¿por qué decidieron aceptar los créditos?, ¿por qué se lanzaron a esa vorágine consumista? Nadie les puso una pistola en el pecho. Así que todos y cada uno de nosotros también deberíamos asumir una parte de culpa.
Y ¿qué decir de los sindicatos y los partidos políticos convocantes? ¿Nadie se acuerda ya de las frases de ese presidente del gobierno que pasará a la Historia por su ineptitud y que decía que íbamos a sobrepasar a Alemania en renta per cápita, que estábamos en la Championsleague de Europa…? ¿Los convocantes del PSOE forman parte de ese mismo partido? ¿No son los sindicatos convocantes los mismos que fomentaron la inversión de la pirámide salarial y propiciaron que un peón de albañil ganase más que un médico o un profesor? ¿Son los sindicatos que aprobaron –dando la callada por respuesta- la reducción de los salarios públicos a la espera de que estos pagasen la crisis cuando nunca disfrutaron de la época de bonanza? La izquierda en pleno debería hacer un análisis de conciencia pública de su actuación en el período 1993-2008 antes de convocar nada.
En cuanto a las soluciones, más de lo mismo. Hay soluciones pero ¿cuáles? ¿Incrementar el gasto público? La educación y sanidad pública y gratuita? Perfecto. Yo lo comparto, pero ¿cómo se pagan los servicios públicos? ¿De dónde debe salir el dinero que financie la sanidad, la educación…? Porque no es maná, porque cada euro que se gasta en servicios o inversión pública sale de los bolsillos de los contribuyentes. Señores de los sindicatos y los partidos de izquierda, hagan una propuesta realista de política fiscal –ingresos y gastos-, pero no sigan tirando con pólvora del rey. Es muy fácil decir que hay soluciones, pero ¿cómo se pagan?
Menos quejarse y más arrimar el hombro. Menos demagogia y más realismo. Sigamos el ejemplo estadounidense: después del día de las elecciones los republicanos se pusieron al servicio de la administración Obama para sacar el país adelante. Yo, mañana, iré a trabajar para ayudar a levantar mi país.

© José L. Calvo

lunes, 5 de noviembre de 2012

Talando los árboles para salvar el bosque

(In Memoriam de Dimitris Christoulas, Miguel Ángel Domingo… y aquellos a los que la crisis ha asesinado)
 
Cuando en aquellas épocas de la movida madrileña opté por dedicarme a la Economía siempre lo hice pensando en que con mi trabajo podría contribuir al crecimiento y mejora de la sociedad. Creía que el incremento del PIB y el bienestar iban de la mano, y que el aumento debía distribuirse con equidad. Incauto.
Porque si algo está demostrando la actual crisis económica es el verdadero significado de la economía capitalista. Como estamos viendo, capitalismo significa el sacrificio de muchos en beneficio de unos pocos; la expoliación de los cada vez tenemos menos en beneficio de los que día a día tienen más, y más, y más… Y esto con el beneplácito de los gobernantes y los economistas ortodoxos.
Un ejemplo muy claro de esta situación es la producida por los desahucios. A ningún dirigente ni banquero le importa en lo más mínimo no solo la tragedia humana que hay detrás de la gran mayoría, sino la absoluta injusticia que suponen. Supongamos que Juan no puede pagar a Bankia su hipoteca y este le desahucia, obligándole no solo a abandonar su casa, sino a mantener una deuda por la diferencia entre el valor de adjudicación de la vivienda y el préstamo asociado a ella –ya que no existe la dación en pago-; pero no solo eso, sino que como el gobierno ha debido pedir un rescate para financiar la malísima gestión de los políticos que se dedicaron a dirigir Bankia, y ese rescate se suma a la Deuda Pública, al final Juan debe asumir, como ciudadano español, parte de la financiación del salvamiento de Bankia. Es decir, nuestro desahuciado es lanzado a la calle por no poder pagar a un banco al que debe rescatar asumiendo una parte alícuota de su deuda.
Es incomprensible que nuestros dirigentes políticos y económicos sigan empeñados en diseñar políticas macroeconómicas sin darse cuenta de que los realmente importantes son los individuos; de que es imposible lograr sus grandes objetivos macro si para ello van destruyendo las condiciones de vida de los que configuran la economía; siguen sin darse cuenta de que ésta es una ciencia social, que no la rigen leyes universales, y que la solución está en los pequeños cambios, en esos que afectan a los ciudadanos, que les permiten consumir, generar esperanzas de mejora y, en esa medida, de incrementar su esfuerzo y productividad. Que no hay que salvar al sistema financiero sino a aquellos que lo hacen viable. Están talando los árboles/individuos con el fin de salvar el bosque/economía. Pero el bosque no existe sin los árboles.
Y los economistas nos hemos convertido en los sacerdotes de esta tragedia, en aquellos utilizados para justificar la aparición de los nuevos siervos de la gleba que en lugar de estar atados a sus tierras lo están a sus hipotecas y que deben aceptar cualquier condición que les impongan para sobrevivir. Yo no me apunté para esto. Mal vamos si argumentamos que para salvar la economía hay que sacrificar a los ciudadanos.

© José L. Calvo