lunes, 8 de septiembre de 2014

Pero ahora ¿a quién le vendo los BMWs?

Hay un cuento en internet que explica cómo funciona la economía a partir de un viajero que paga 100€ en un hotel. Déjenme contarles otro en esa misma línea: en el pueblo Europa vivían el rico carnicero Hans, el panadero François y un pobre atolondrado que vendía las chucherías llamado Pepe. A Hans no le gustaba cómo gastaba su dinero Pepe, que incluso le pedía prestado para ir de juerga, y un día decidió, junto con François, meterle en cintura y pagarle menos por sus chucherías. Como ellos eran sus únicos clientes Pepe vio cómo sus ingresos se reducían. Como ganaba menos Pepe no tuvo otra opción que reducir su consumo tanto de pan como de carne, por lo que los ingresos de François y Hans también se vieron reducidos. Eso les llevó a comprar menos chuches, carne y pan… la espiral siguió hasta que todos acabaron arruinados, no pudiendo comprar nada. La moraleja la da la propia OCDE: bajar los salarios no solo no aumenta la competitividad sino que es contraproducente
Pues aunque no lo crean esto es lo que ha pasado en la Unión Europea en estos últimos 7 años de crisis. En vez de hacer lo lógico, es decir que Hans (Europa Central), François (Francia e Inglaterra) y Pepe (los PIGs) se hubieran sentado, que le hubieran echado una bronca a Pepe por su dispendio y que le hubiesen controlado sus gastos para que no dilapidase su dinero, la moral calvinista decidió que los ciudadanos díscolos –que no sus políticos, tan amigos que hacen juntos el camino de Santiago- debíamos sufrir un castigo y ver cómo nuestros salarios se reducían de manera sustancial. Pero no pensaron que el 40% del PIB alemán se debe a las exportaciones y que de él el 70% se dirige a la UE, por lo que prácticamente el 30% del PIB germano depende de sus socios. Y que si nosotros no podemos comprar ellos no pueden vender. Resultado final: la deflación que recorre la UE y que ha venido para quedarse.  
¿Y ahora qué? Pues ahora es cuando se impone la razón y el BCE opta por políticas para impulsar la demanda y favorecer el crédito. Pero el mal ya está hecho: sufrimiento innecesario, millones de parados, deflación y, sobre todo, unas perspectivas de futuro tan inciertas y negativas que hacen que la salida de la crisis no se prevea cercana y que haya un ánimo de venganza contra aquellos que nos han llevado a esta situación que hace de fenómenos como el de Marine Le Pen, Syriza o Podemos la punta de lanza de lo que le espera a la UE –solo en eso se parecen Sr. González. Usted no puede hablar de izquierda ya que hace muchos años que renunció a formar parte de ella-. 
No estoy negando la necesidad de que se hicieran ajustes en los PIGs y en concreto en España. Lo que afirmo es que bajo el paraguas del neoliberalismo y el mercado, sustentado por economistas teórico-racionales que desconocen cómo funciona la economía de verdad, se ha generado un dolor evitable a personas reales, se ha destruido el estado del bienestar y sin embargo no se han hecho los cambios imprescindibles. Déjenme hacerles dos propuestas en esa línea: sobran al menos 8 Autonomías, todas las Diputaciones y los dos tercios de los ayuntamientos y sus respectivos cargos. Alemania y Francia ya han acometido esa transformación; en segundo lugar es necesario un control estricto de a dónde se destina cada euro de dinero de los contribuyentes. Los cursos de formación, la familia Pujol, los ERE, la financiación irregular de partidos y sindicatos… no se habría producido con un auténtico control del dinero público. Esa es la verdadera regeneración de la Administración y no es una propuesta ni de izquierdas ni de derechas porque la defendía el difunto profesor Barea tanto como yo. Lo demás es despedir a médicos, profesores, bomberos, funcionarios en general… que redunda en un empeoramiento de los servicios y bienestar general.

© José L. Calvo, 2014

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