Hemos llegado a
la última semana de campaña electoral con un porcentaje de indecisos nunca
visto en la democracia española: el
41,6% de los votantes no tiene decidido aún a quién va a votar. Esto quiere
decir que cualquier sondeo que se publique no sirve para nada, porque
prácticamente la mitad de los españoles o no sabemos o no queremos decir cuál
será nuestro voto.
Una explicación
a este alto porcentaje de indecisos puede encontrarse en la segmentación
del mercado electoral que los partidos políticos –vieja y nueva casta-
han establecido, dejando fuera de su objetivo a un amplio grupo socioeconómico.
Veámoslo con algo de detalle.
El PP
apuesta por la estabilidad. Su lema electoral: España en serio es justamente un llamamiento a la parte más
taciturna de la población española y se dirige a un electoral mayor, de clase media-baja y fundamentalmente rural.
Su
caladero de votos son los jubilados. Por supuesto tiene entre sus
votantes fieles a la clase media-alta de las ciudades, pero no son tantos como
parecen –que se lo pregunten a Esperanza Aguirre-. No es una oferta atrayente para los
jóvenes, que por naturaleza no deben ser “serios como Mariano”, ni
para la clase media urbana con una edad inferior a los 65 años, que tiene
sus orígenes en el babyboom y en la Movida –ya sea madrileña, barcelonesa o
de Vigo, que también las hubo- y sabe de la seriedad
del PP.
Podemos
dirige sus discurso a los jóvenes urbanos menores de 45 años. No hay más
que ver a sus candidatos y su cartel de campaña, en donde no aparece nadie que
supere esa edad, e incluso su estética, donde un traje, una corbata o un buen
corte de pelo son anatema. Si bien han intentado lanzar un guiño a la
generación de la Transición, su mensaje llega tarde y suena a falso. Sus
arengas –no son discursos- tratan de recordar a los de los grandes
líderes de la izquierda. Están muy bien para aquellos que solo conocen
al Che por las camisetas, pero su mensaje tiene de izquierda real lo justo –¡recuerdan
tanto el discurso de Felipe González al que tanto critican! Mucha palabra, poco
fondo-. El mundo rural para Podemos no existe –salvo para lanzar
mensajes ecologistas o antitaurinos-.
Ciudadanos
se dirige a la clase media urbana también menor de 45 años. Son otros
que desconocen o no han sabido llegar al voto rural, ni a los jubilados, ni por
supuesto a esa generación que supera los 45 años pero no ha llegado a la
jubilación. Como recordarán, Riverra propuso que sus
candidatos fueran personas nacidas en democracia (después de 1978).
Su diferencia con Podemos es
ideológica, pero el share de edad y
localización es el mismo.
El PSOE
vive en la desorientación. Trata de mantener lo que ha sido su caladero
de votos tradicional –clase media baja urbana + medio rural del
sur de España- y disputar el voto urbano a Ciudadanos y Podemos-. El
problema es que ya no sirve un mensaje que se dirige a todos y a ninguno: Un futuro para la mayoría. Susana Díaz
debe tener billete en el AVE para el día 21.
De IU
prefiero no hablar. Abandonó el lugar de la izquierda –la calle- y se lanzó a
una
política de sillón pensando que nunca le iba a pasar factura. El 15 M
primero y Podemos después demostraron
su error. Necesita una catarsis que deberá llegar después de las elecciones.
Si se fijan en
esta somera descripción, hay un colectivo al que nadie se dirige: clase
media urbana, profesional, mayor de 45 años y menor de 65 ideológicamente de
izquierdas. Este grupo no queremos votar ni al PP ni a Ciudadanos por motivos ideológicos; estamos
hartos de votar al PSOE y ver cómo este último sacrifica su ideología por
gobernar o de desperdiciar nuestro voto en IU;
y desde luego no vamos a votar a Podemos
que directamente nos desprecia –recordemos lo del viejo
progre gruñón con la banderita roja-. Si tenemos en cuenta que el grupo de
edad representa casi la cuarta parte de la población española y de ellos
supongamos que el 60% somos de izquierdas –por nuestra historia más que nada;
porque vivimos la Transición en directo; porque nuestra música fue y es la de
la Movida, porque muchos de nosotros son
más progresistas que sus hijos, etc.- estamos hablando ya de un 15% de
indecisos.
Decidiremos a
última hora bajo el lema que ha dominado las elecciones en España: que gobierne
el menos malo.
© José L. Calvo
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