El 20 de diciembre se acerca y cada día surgen
nuevas propuestas. O viejas ideas, como la que viene repitiendo hasta la
saciedad el PP desde las elecciones municipales del 24M que perdió:
debe gobernar la lista más votada, evitando así los pactos entre perdedores.
Desconozco si en el partido de la derecha no hay
matemáticos –y de paso en el resto que no les rectifican esa afirmación-, son
todos unos dummies o bien tratan de
engañar a los españoles con algo que suena bien pero que es una absoluta
estupidez. Su afirmación es lo que, en Economía
del Comportamiento y en Psicología Social se denomina la falacia de la tasa base. Veamos cómo funciona con un ejemplo de reducción al absurdo.
En el pueblo de Candidatos hay 100 votantes y 49
candidaturas distintas, desde la extrema izquierda hasta la extrema derecha. El
20D, día de las elecciones, la mitad de la población no va a votar y se
abstiene. Ejercen su derecho a voto, por lo tanto, 50 personas. 48 candidatos
reciben 1 voto mientras que 1 candidato –llamémosle Mariano- obtiene los otros
2 votos restantes. Según la teoría que defiende el PP Mariano debería
gobernar aunque solo tiene el 4% de los votos emitidos y el 2% de los votos
posibles; y siguiendo su lógica un acuerdo entre el resto de los candidatos –que
le tienen una manía a Mariano que no le pueden ver-, que representarían el 96% de
los votos emitidos y el 98% de los votos posibles sería un “pacto entre
perdedores”. Una lógica aplastante la de los líderes del PP.
¿De dónde surge la irracionalidad de este
planteamiento? Como ya he dicho, de considerar una tasa base incorrecta. Los
Sres del PP no tienen en cuenta otra posibilidad que el bipartidismo. Y desde
ese planteamiento parece sensato que quien gane las elecciones sea quien
gobierne. Pero la alternancia PP/PSOE es historia -¡por fin!- y los
pactos pueden dar combinaciones de partidos que han obtenido muchos más votos
que el teórico ganador. Ya lo vimos en Madrid y en muchos de los ayuntamientos
constituidos tras el 24M. Esos pactos no
son de perdedores sino de suma ganadora.
¡Menos mal que a estos ya no les pilla la reforma
educativa! Si no, no aprobaba ninguno.
© José L.
Calvo, 2015
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