miércoles, 31 de octubre de 2012

Pero ¿quién ha vivido por encima de sus posibilidades?

A lo largo de los últimos tres años de crisis hemos escuchado continuamente la frase de que España ha vivido por encima de sus posibilidades. Si bien es probable que sea cierta, y yo la comparto con matizaciones, al hablar de España se está haciendo alusión a un colectivo que no es ni mucho menos homogéneo. Tratemos de desagrupar y veamos qué ha pasado.
Desde una perspectiva microeconómica deberíamos hablar de al menos dos grupos: empresas y ciudadanos/consumidores, y dentro de ellos otros dos: los que nunca vivieron la burbuja inmobiliaria/especulativa –fuente de nuestra crisis- y los que se aprovecharon de ella. Por lo que respecta a los ciudadanos ha habido un grupo numeroso que nunca disfrutó de la bonanza de ese período de crecimiento, ya que sus rentas nunca crecieron en términos reales. Me estoy refiriendo a los funcionarios, a los que, sin embargo, se les ha hecho pagar la crisis con pérdidas del poder adquisitivo que en algunos casos superan ya el 30%. A ellos hay que sumar otros ciudadanos y empresas sensatas y realistas que vieron que “El Dorado” de los presidentes Aznar y Zapatero no podía durar siempre y prefirieron no lanzarse a la vorágine consumidora. Todos ellos están pagando una fiesta de la que nunca disfrutaron.
Por otro lado están los que sí pensaron que España era el país de Jauja y se lanzaron a consumir y especular. Los que cambiaban de coche cada menos de cuatro años, que compraron casa en la playa y varias en la ciudad, que no se levantaban por menos de 1.000€… Pero estos particulares ya han pagado sus delirios: la gran mayoría de ellos han perdido su empleo, su casa o su negocio. Nadie les ha perdonado nada, nadie ha pensado que eran sistémicos y había que rescatarlos. Se equivocaron, sí, pero están pagando por ello. De hecho muchos de ellos tienen hipotecado su futuro, o bien por tener que responder con todos su bienes presentes y futuros –empresas individuales- o bien por haber perdido la casa y haberse quedado con la deuda.
Existe también una visión macroeconómica de España. Y es aquí donde se aplica directamente esa prepotencia en la que vivimos en la segunda mitad de la década de los noventa y principios de este siglo. España se dotó de unas infraestructuras que no le correspondían y a las que no tenía derecho por su capacidad de generación de recursos: un tren AVE y una autovía a cada pueblo, mega-aeropuertos en los que no aterriza ni un solo avión (Castellón, Ciudad Real, Huesca, etc.), Ciudades de la Luz, de la Cultura de Santiago de Compostela, el Centro Cultural de Alcorcón, La Caja Mágica, el Palacio de Congresos de Oviedo… (http://www.despilfarropolitico.es/). Pero ¿quiénes han sido los responsables? los políticos y su megalomanía.
Y nosotros por dejarles hacer, por no pararles, por no controlar las cuentas, por no ser conscientes de que el dinero público es de los contribuyentes y no de los políticos y que está para satisfacer necesidades reales y no sueños faraónicos. Por sumarnos a esa estupidez colectiva que nos invadió y que nos hizo pensar que sin esfuerzo, sin educación, sin inversión en I+D+i, tan solo poniendo un ladrillo detrás de otro íbamos a superar a los demás países de la UE. En el fondo por querer ser más listos que los demás, por aprovechados, nos han dado el timo de la estampita. Y lo vamos a pagar durante muchos años.
 
© José L. Calvo

martes, 16 de octubre de 2012

España en la encrucijada: algunas ideas

España está al borde del abismo. Esta afirmación no trata de ser catastrofista, sino realista. Porque la primera medida para afrontar un problema es reconocer su gravedad. Y grave es no solo tener una economía en recesión, una tasa de paro que supera el 25 por ciento –y creciendo-, unas finanzas públicas empeorando día a día por la presión de los mercados y por tener que salvar la mala gestión de las Cajas de ahorros… lo verdaderamente difícil de superar es un gobierno que no sabe qué hacer, una política económica global que va en sentido contrario a lo que debería ser, la absoluta falta de credibilidad de la clase política española –que la hay- que se niega a renunciar a uno solo de sus derechos o la desconfianza y el derrotismo que se ha instalado en nuestra sociedad. Por eso, he aquí algunas sugerencias de lo que, a mi juicio, debería hacerse en nuestro país para afrontar de verdad esta crisis.
1. La única salida de la crisis es con el esfuerzo conjunto, de todos. Señores del gobierno, del PP, del PSOE, de CIU, sindicatos… y resto de gente que vive del enfrentamiento, la vía de salida de la actual situación se la dieron sus predecesores, mucho mejores políticos y más comprometidos con España: un gran pacto de estado como lo fueron los Pactos de la Moncloa.
2. No se puede seguir derrochando. No se trata de recortar sino de reorganizar. El objetivo no puede ser la desaparición del estado del bienestar reduciendo el gasto público allí donde se necesita y que, además, estimula la economía (pensiones, salarios, inversiones públicas) sino la eliminación de gastos superfluos, redundantes y que no generan empleo –salvo de políticos-. Racionalizar el gasto público no es reducirlo, es gestionarlo mejor.
3. Sangre, sudor y lágrimas de todos, incluidos los políticos. No se puede pedir a los ciudadanos esfuerzos para minutos después coger un avión que pagamos todos e irse a ver un partido de fútbol. Como tampoco es de recibo que se haya reducido el empleo público pero que hayan aumentado los cargos, los políticos que cobran… Un ERE de políticos es necesario si quieren tener la más mínima credibilidad.
4. Alguien debe pagar por el despilfarro y la mala gestión. Es de todo punto impresentable que después del coste asociado a la mala gestión del sistema financiero –ya vamos por encima de los 60.000 millones de euros- nadie haya ido a la cárcel, sea directivo de una Caja de ahorros, político con representación en ella… La credibilidad de la clase política es nula porque la imagen que da es que protege a los suyos con el dinero de todos.
5. Keynes está vivo. La salida de la crisis es con políticas fiscales expansivas y no contractivas. La política monetaria –que ya no controlamos- no va a suponer que vuelva el crédito, y la única vía para relanzar la economía está en las políticas fiscales. Nuevamente quiero reseñar que eso no implica gasto público incontrolado, sino racional, basado en criterios de eficiencia y equidad. Bajar los impuestos a las rentas bajas y el IVA de productos básicos puede tener un efecto muy reducido en la recaudación impositiva y un resultado muy positivo de impulso de la demanda. Y si se quiere compensar se puede subir el impuesto del lujo hasta el 33%, como ya estuvo o introducir un impuesto a las grades fortunas (las SICAV siguen cotizando al 1% y aún así sus capitales se están fugando).
Y sobre todo, muy por encima de todo esto, hay que descartar el mensaje derrotista, el negativismo que hoy nos domina. El Presidente del gobierno no puede salir con cara de funeral cada vez que aparece en público. No se trata de elegir entre Bambi-Zapatero y Buster Keaton-Rajoy, necesitamos alguien creíble pidiendo sacrificios pero ofreciendo una salida de todos y por todos. Animal spirits.

© José L. Calvo

sábado, 13 de octubre de 2012

Catalunya independiente. Algunos datos para razonar

No pensé que iba a entrar en un debate que me importa muy escasamente, ya que siempre me he sentido igual de bien en Barcelona que en París, Roma o New York. Pero ante la irracionalidad que está imperando, quizás sería interesante poner algunos datos sobre la mesa a fin de que veamos las posibilidades reales y no inventadas por un político mesiánico de una Cataluyna independiente. Los datos se refieren a 2011.
El PIB de Cataluyna en ese año fue de 200.323,285 millones de euros, lo que supuso el 18,7% del total del estado español. Su renta per cápita se situó en los 27.430€, un 118% de la media nacional, lo cual está muy bien, pero ciertamente alejada de las de Madrid (127,8%), Navarra (129,2) y el País Vasco (134,5%). Hasta aquí lo positivo.
El número de activos fue de 3,814 millones (2,0 hombres y 1,8 mujeres), con una tasa de empleo muy baja: el 50,9% (55,8  los hombres y 46% las mujeres). De ellos 3,080 millones estaban ocupados y 734.000 parados, por lo que la tasa de paro era del 19,25% algo inferior a la media nacional (21,64) pero solo por debajo de Andalucía, Baleares, Canarias, Castilla-La Mancha, Valencia, Extremadura y Murcia. Es decir, su tasa de paro sitúa a Cataluña entre las zonas más castigadas por la crisis. El porcentaje de parados con menos de 25 años alcanza al 44% de su población.
Finalmente los déficits. El suyo, como comunidad, fue en 2011 del 3,3% del PIB; pero sobre todo, el déficit que mantiene con la Seguridad Social superó los 1.379 millones de euros, a lo que desde luego contribuye que el número de afiliados por pensionista en Cataluyna es de 2,11 por debajo de la media nacional que es de 2,39. Dicho sencillamente, la Seguridad Social catalana se financia con recursos provinientes de España.
Estas son las cuentas con las que el Sr. Más quiere situar a Cataluyna como país independiente de la UE. Es una opción, pero creo que debería revisarlas porque su petición no cumple ninguno de los criterios de admisión. Todo lo contrario, algunos países de la UE respirarían aliviados al haberse quitado de en medio a otra Grecia. 
Un último comentario: me da igual si cuando llegue a Barcelona tengo que presentar el pasaporte; no tengo opinión sobre la independencia de Cataluyna y creo que todas las posiciones son válidas; pero cualquier argumento pierde su valor ante una niña llorando porque es agredida por llevar la camiseta de España.Quien siembre vientos recoge tempestades.

© José L. Calvo

domingo, 7 de octubre de 2012

el 25 S y el marketing policial

Durante más de 40 años, mientras duró la dictadura de ese general bajito y con bigote, la Policía era identificada como una fuerza represora. Su labor en otros ámbitos, como el de la protección y seguridad, no era valorada, sencillamente porque por encima de todo, lo que la sociedad observaba de manera directa era su actuación en la calle, interviniendo a golpes en contra de aquellos que tan solo demandaban democracia (recuerdo una pintada en el metro de Iglesias que, dirigida al Ejército, también se podía aplicar entonces a la Policía: “a un civil se le puede militarizar; a un militar no se le puede civilizar”. La que hacía referencia al color de su uniforme no me parece de buen gusto).
Durante la Transición su imagen fue cambiando paulatinamente. Y a lo largo de los años de la democracia los españoles aprendimos a apreciar su labor y sacrificio –especialmente este último ante los asesinos de ETA-. Los policías acabaron siendo uno de los nuestros, tu primo, tu vecino, con el que te tomabas las cañas…
Toda esta labor de marketing, de identificación con el resto de los españoles, se ha destrozado en menos de una semana. Su desmesurada actuación el 25-S, las agresiones a ciudadanos indefensos (¿alguien se cree que una persona de 72 años puede atacar a un policía?), su entrada en Atocha disparando balas de fogueo o el acoso al que están sometiendo al camarero –del PP- que les impidió entrar en su bar, han dado al traste con un trabajo de años. Y desde luego tampoco les ayuda el apoyo entusiasta de los españoles peor valorados: los políticos.
Nadie está afirmando que la policía no deba actuar de manera proporcionada; tampoco estoy diciendo que todos ellos se comporten como el grupo descontrolado que atacó a los ciudadanos –utilizo bien el verbo porque momentos antes departían amigablemente con ellos, como señalan algunos periodistas y se ve en las imágenes-. Simplemente estoy afirmando que desde el punto de vista del marketing policial el resultado ha sido nefasto. Y llevará mucho tiempo volver a reconstruir la imagen amigable del policía. La memoria colectiva ha vuelto a abrir un abismo de desconfianza entre ellos y nosotros, los civiles.

© José L. Calvo

miércoles, 3 de octubre de 2012

Sr Rajoy, consulte el diccionario: recortes, reformas y racionalidad.

El actual gobierno del PP ha lanzando una campaña de reducción del déficit público a través de un conjunto de lo que ellos denominan reformas y que sin embargo solo se han traducido en recortes de servicios públicos y subida de impuestos. Y eso que la diferencia entre unos y otros es bastante clara, al menos para el Diccionario de la Real Academia Española (DRAE). 
Según el DRAE recortar significa cortar o cercenar lo que sobra de algo, así que empezamos bien, porque ¿sobran la sanidad, la educación o la I+D?; por su parte, reformar es modificar algo, por lo general con la intención de mejorarlo. Perfecto, o sea que hay que modificar las cosas para que funcionen mejor. Finalmente otro concepto muy relacionado, ya que tanto los recortes como las reformas tienen como objetivo, según el gobierno, racionalizar nuestros gastos e ingresos públicos. Pues bien, racionalizar es organizar la producción o el trabajo de manera que aumente los rendimientos o reduzca los costos con el mínimo esfuerzo.
Es evidente que el presidente Rajoy confunde estos términos. Porque continuamente recorta (prestaciones, salarios…) en vez de reformar la Administración, que sería lo sensato con el objeto de reducir el déficit. Para dicha reforma le propongo, así a bote pronto, tres acciones: reducir drásticamente el presupuesto de Defensa; eliminar las Autonomías uniprovinciales y renunciar a Madrid 2020.
En serio, ¿alguien piensa que necesitamos un ejército profesional para evitar que nos invadan?, ¿con la que está cayendo, quién se cree que Francia, Alemania o Marruecos quieran hacer de nosotros una colonia que tendrían que alimentar?. Suiza no tiene ejército y no parece que le vaya tan mal  -por cierto que tampoco tiene políticos profesionales-. Así que, racionalizando, podemos reducir el presupuesto de Defensa en un 90% (por eso de dejar algo para que juegen).
¿Qué sentido, aparte de “hacer patria” y que se alimenten unos cuantos políticos profesionales, tienen Asturias, Cantabria, La Rioja, Madrid o Murcia? Integrémoslas en otras comunidades y eliminemos cinco gobiernos, cinco parlamentos, cinco fuentes de cargos, carguitos…
Finalmente, ¿es lógico seguir intentando que nos den las Olimpiadas de 2020? En el mejor de los casos estas generarían ingresos ese año y gastos desde ahora hasta entonces. Creo que el ayuntamiento de Madrid tiene mejores proyectos donde gastar en los próximos ocho años.
En definitiva Sr. Rajoy y adláteres. Recortar no es reformar. Y reformar es racionalizar. Reforme, racionalice y recorte de donde sobra. Pero no de donde hace falta.

© José L. Calvo