A lo largo de los últimos tres años de crisis hemos escuchado continuamente la frase de que España ha vivido por encima de sus posibilidades. Si bien es probable que sea cierta, y yo la comparto con matizaciones, al hablar de España se está haciendo alusión a un colectivo que no es ni mucho menos homogéneo. Tratemos de desagrupar y veamos qué ha pasado.
Desde una perspectiva microeconómica deberíamos hablar de al menos dos grupos: empresas y ciudadanos/consumidores, y dentro de ellos otros dos: los que nunca vivieron la burbuja inmobiliaria/especulativa –fuente de nuestra crisis- y los que se aprovecharon de ella. Por lo que respecta a los ciudadanos ha habido un grupo numeroso que nunca disfrutó de la bonanza de ese período de crecimiento, ya que sus rentas nunca crecieron en términos reales. Me estoy refiriendo a los funcionarios, a los que, sin embargo, se les ha hecho pagar la crisis con pérdidas del poder adquisitivo que en algunos casos superan ya el 30%. A ellos hay que sumar otros ciudadanos y empresas sensatas y realistas que vieron que “El Dorado” de los presidentes Aznar y Zapatero no podía durar siempre y prefirieron no lanzarse a la vorágine consumidora. Todos ellos están pagando una fiesta de la que nunca disfrutaron.
Por otro lado están los que sí pensaron que España era el país de Jauja y se lanzaron a consumir y especular. Los que cambiaban de coche cada menos de cuatro años, que compraron casa en la playa y varias en la ciudad, que no se levantaban por menos de 1.000€… Pero estos particulares ya han pagado sus delirios: la gran mayoría de ellos han perdido su empleo, su casa o su negocio. Nadie les ha perdonado nada, nadie ha pensado que eran sistémicos y había que rescatarlos. Se equivocaron, sí, pero están pagando por ello. De hecho muchos de ellos tienen hipotecado su futuro, o bien por tener que responder con todos su bienes presentes y futuros –empresas individuales- o bien por haber perdido la casa y haberse quedado con la deuda.
Existe también una visión macroeconómica de España. Y es aquí donde se aplica directamente esa prepotencia en la que vivimos en la segunda mitad de la década de los noventa y principios de este siglo. España se dotó de unas infraestructuras que no le correspondían y a las que no tenía derecho por su capacidad de generación de recursos: un tren AVE y una autovía a cada pueblo, mega-aeropuertos en los que no aterriza ni un solo avión (Castellón, Ciudad Real, Huesca, etc.), Ciudades de la Luz, de la Cultura de Santiago de Compostela, el Centro Cultural de Alcorcón, La Caja Mágica, el Palacio de Congresos de Oviedo… (http://www.despilfarropolitico.es/). Pero ¿quiénes han sido los responsables? los políticos y su megalomanía.
Y nosotros por dejarles hacer, por no pararles, por no controlar las cuentas, por no ser conscientes de que el dinero público es de los contribuyentes y no de los políticos y que está para satisfacer necesidades reales y no sueños faraónicos. Por sumarnos a esa estupidez colectiva que nos invadió y que nos hizo pensar que sin esfuerzo, sin educación, sin inversión en I+D+i, tan solo poniendo un ladrillo detrás de otro íbamos a superar a los demás países de la UE. En el fondo por querer ser más listos que los demás, por aprovechados, nos han dado el timo de la estampita. Y lo vamos a pagar durante muchos años.
Desde una perspectiva microeconómica deberíamos hablar de al menos dos grupos: empresas y ciudadanos/consumidores, y dentro de ellos otros dos: los que nunca vivieron la burbuja inmobiliaria/especulativa –fuente de nuestra crisis- y los que se aprovecharon de ella. Por lo que respecta a los ciudadanos ha habido un grupo numeroso que nunca disfrutó de la bonanza de ese período de crecimiento, ya que sus rentas nunca crecieron en términos reales. Me estoy refiriendo a los funcionarios, a los que, sin embargo, se les ha hecho pagar la crisis con pérdidas del poder adquisitivo que en algunos casos superan ya el 30%. A ellos hay que sumar otros ciudadanos y empresas sensatas y realistas que vieron que “El Dorado” de los presidentes Aznar y Zapatero no podía durar siempre y prefirieron no lanzarse a la vorágine consumidora. Todos ellos están pagando una fiesta de la que nunca disfrutaron.
Por otro lado están los que sí pensaron que España era el país de Jauja y se lanzaron a consumir y especular. Los que cambiaban de coche cada menos de cuatro años, que compraron casa en la playa y varias en la ciudad, que no se levantaban por menos de 1.000€… Pero estos particulares ya han pagado sus delirios: la gran mayoría de ellos han perdido su empleo, su casa o su negocio. Nadie les ha perdonado nada, nadie ha pensado que eran sistémicos y había que rescatarlos. Se equivocaron, sí, pero están pagando por ello. De hecho muchos de ellos tienen hipotecado su futuro, o bien por tener que responder con todos su bienes presentes y futuros –empresas individuales- o bien por haber perdido la casa y haberse quedado con la deuda.
Existe también una visión macroeconómica de España. Y es aquí donde se aplica directamente esa prepotencia en la que vivimos en la segunda mitad de la década de los noventa y principios de este siglo. España se dotó de unas infraestructuras que no le correspondían y a las que no tenía derecho por su capacidad de generación de recursos: un tren AVE y una autovía a cada pueblo, mega-aeropuertos en los que no aterriza ni un solo avión (Castellón, Ciudad Real, Huesca, etc.), Ciudades de la Luz, de la Cultura de Santiago de Compostela, el Centro Cultural de Alcorcón, La Caja Mágica, el Palacio de Congresos de Oviedo… (http://www.despilfarropolitico.es/). Pero ¿quiénes han sido los responsables? los políticos y su megalomanía.
Y nosotros por dejarles hacer, por no pararles, por no controlar las cuentas, por no ser conscientes de que el dinero público es de los contribuyentes y no de los políticos y que está para satisfacer necesidades reales y no sueños faraónicos. Por sumarnos a esa estupidez colectiva que nos invadió y que nos hizo pensar que sin esfuerzo, sin educación, sin inversión en I+D+i, tan solo poniendo un ladrillo detrás de otro íbamos a superar a los demás países de la UE. En el fondo por querer ser más listos que los demás, por aprovechados, nos han dado el timo de la estampita. Y lo vamos a pagar durante muchos años.
© José L. Calvo
Estimado Jose Luis,
ResponderEliminarsoy alumno de la asignatura P.M.D.y.B. de la UNED. En la guía docente de la asignatura aparece el blog economiasutuz, pero veo que está inactivo y redireccionado aquí.
Aprovecho que he entrado al blog para hacer un breve comentario sobre el mismo. Estoy de acuerdo en lo principal de lo que usted comenta, ya que es cierto que la crisis ha afectado también a personas que no han vivido por encima de sus posibilidades, que los políticos no han controlado correctamente al sistema financiero, y que la población en general también ha tenido una gran parte del culpa.
En concreto, yo pienso que el problema es de educación. Pero no me refiero al problema que la mayoría de gente ve y por la que protesta, esto es, que no haya cada vez una mayor dotación de recursos económicos y materiales para la misma. El problema no es que haya 28 o 32 alumnos por clase, o que un profesor de o no 2 horas de clase a la semana más. Yo creo que el problema educativo en España es que no se fomenta que los estudiantes tengan una visión crítica de la sociedad y autocrítica de su posición dentro de ella. En concreto, yo observo un efecto, que por cierto se comenta en el material de la asignatura, esto es, el "efecto imitación". Creo que los medios de comunicación, en general, no fomentan estos aspectos, sino la imitación (no hay más que ver el bajo share de programas como el de E.Punset, y el elevado share de cualquier otro programa de TV de otras temáticas que no aportan gran cosa.).
Este fomento del efecto imitación mediante la falta de fomento de pensamiento crítico es la que, creo, que durante años llevó a millones de personas a entrar en el juego de la burbuja inmobiliaria (digo el juego porque no compraban para vivir, sino que muchos compraban para invertir con el mantra de "los pisos nunca bajan"). Y no solo burbuja inmobiliaria, sino a un consumo en exceso de todo tipo de bienes mediante endeudamiento. Lo que comenta de las infraestructuras también es cierto, pero nadie ha protestado pese a que era evidente que en muchos casos era un gran despilfarro, y todos hemos hecho la vista gorda siguiendo lo de "hoy por mi, mañana por ti"
En lo referente a los empleados públicos que también usted comenta, es cierto que muchos empleados públicos con mérito y capacidad demostrada están viendo reducir año tras año su poder adquisitivo. No obstante, al igual que no han/hemos controlado la construcción de autovias, estaciones, aeropuertos y mausoleos no ruinosos, no es menos cierto que nadie ha (hemos) controlado la creación de múltiples entidades, agencias, empresas y otros organismos públicos, donde ha sido contratado personal a dedo a personal no necesario, a personas con menos méritos que otros candidatos, además de elevados costes en equipación, dietas, etc. Creo que también tendremos que "desapalancarnos" de este.
En todo caso, las causas de las situación actual son importantes para el futuro, y sería necesario sentar las bases para que no se reproduzca, cosa de la que tengo serias dudas. Lo peor de todo es que, culpables o inocentes a parte, pienso que la duración de la crisis va a ser mucho mayor de lo que se comenta, y que en lugar de preguntarnos cuando vamos a salir de la crisis, lo que nos deberíamos preguntar es cuando vamos a estabilizarnos, y creo que para estabilizarnos necesitamos aun varios años.
Un saludo,
Raul.