domingo, 7 de octubre de 2012

el 25 S y el marketing policial

Durante más de 40 años, mientras duró la dictadura de ese general bajito y con bigote, la Policía era identificada como una fuerza represora. Su labor en otros ámbitos, como el de la protección y seguridad, no era valorada, sencillamente porque por encima de todo, lo que la sociedad observaba de manera directa era su actuación en la calle, interviniendo a golpes en contra de aquellos que tan solo demandaban democracia (recuerdo una pintada en el metro de Iglesias que, dirigida al Ejército, también se podía aplicar entonces a la Policía: “a un civil se le puede militarizar; a un militar no se le puede civilizar”. La que hacía referencia al color de su uniforme no me parece de buen gusto).
Durante la Transición su imagen fue cambiando paulatinamente. Y a lo largo de los años de la democracia los españoles aprendimos a apreciar su labor y sacrificio –especialmente este último ante los asesinos de ETA-. Los policías acabaron siendo uno de los nuestros, tu primo, tu vecino, con el que te tomabas las cañas…
Toda esta labor de marketing, de identificación con el resto de los españoles, se ha destrozado en menos de una semana. Su desmesurada actuación el 25-S, las agresiones a ciudadanos indefensos (¿alguien se cree que una persona de 72 años puede atacar a un policía?), su entrada en Atocha disparando balas de fogueo o el acoso al que están sometiendo al camarero –del PP- que les impidió entrar en su bar, han dado al traste con un trabajo de años. Y desde luego tampoco les ayuda el apoyo entusiasta de los españoles peor valorados: los políticos.
Nadie está afirmando que la policía no deba actuar de manera proporcionada; tampoco estoy diciendo que todos ellos se comporten como el grupo descontrolado que atacó a los ciudadanos –utilizo bien el verbo porque momentos antes departían amigablemente con ellos, como señalan algunos periodistas y se ve en las imágenes-. Simplemente estoy afirmando que desde el punto de vista del marketing policial el resultado ha sido nefasto. Y llevará mucho tiempo volver a reconstruir la imagen amigable del policía. La memoria colectiva ha vuelto a abrir un abismo de desconfianza entre ellos y nosotros, los civiles.

© José L. Calvo

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