Todos hacemos planes en año nuevo de lo que queremos cambiar de nosotros mismos, de aquello que hemos visto que no ha funcionado y queremos mejorar. Salvo las autoridades alemanas, que siguen en sus trece y ayer lanzaron una amenaza directa a la democracia griega afirmando que “ven ahora viable una salida del euro de Grecia”.
Veamos qué significa este nuevo ataque de estulticia alemán. Desde un punto de vista político quiero destacar cuatro hechos: en primer lugar que ya sabemos el concepto que de la democracia tiene la Sra. Merkel y sus asociados del FMI: o votas lo que yo quiero o te arruinamos; en segundo lugar, volvemos a descubrir quién manda realmente en la Unión Europea: solo después de las afirmaciones de la canciller germana se ha atrevido a hablar la Comisión para afirmar que no hay mecanismos de salida del euro; en tercer lugar también podemos ver el papel que tienen el resto de los países: Hollande se ha sumado a la propuesta alemana, y los perrillos falderos nacionales Rajoy y De Guindos se han puesto a “dar saltos” alrededor de su jefa; finalmente, la dura posición alemana es un aviso a navegantes para otros países que tienen elecciones, especialmente España e Italia, porque les da mucho menos miedo Marie Le Pen que es “de su cuerda”.
Pero si la demostración de la concepción política es importante, no lo es menos las consecuencias económicas de la propuesta de la Sra. Merkel. Si los economistas alemanes hubiesen leído a su mortal enemigo John M. Keynes habrían descubierto algo que este autor señaló ya en la Gran Depresión: la existencia de Animal Spirits, o dicho de otra forma, las expectativas a que la propuesta alemana puede dar origen. Porque si es posible expulsar del euro a Grecia nada dice que no se pueda hacer después con Portugal, Irlanda, España, Italia y, por qué no, Francia. Una vez abierta la puerta nada impide que salgan por ella aquellos que no pueden cumplir con la disciplina impuesta por Centroeuropa. Esto supone desestabilizar a los mercados –la Bolsa española ha perdido hoy más de un 2%- y dinamitar el euro y la Unión Europea, ya que se pierde toda confianza en su funcionamiento futuro.
Más le valdría a las autoridades alemanas – y a aquellos que las secundan- aprender de la racionalidad y de la historia. Tras la Primera Guerra Mundial las indemnizaciones exigidas por los ganadores, especialmente Francia, dieron como resultado la hiperinflación alemana y la posterior llegada de Hitler al poder –vía elecciones democráticas-; la experiencia sirvió para que después de la Segunda Guerra Mundial los acreedores de la nuevamente destruida Alemania optasen por realizar una quita de su deuda en el Acuerdo de Londres 1953. Y entre esos acreedores se encontraban Grecia, Irlanda o España.
Los alemanes nunca se han caracterizado por su capacidad de obtener la segunda derivada. Las afirmaciones de la canciller y sus adláteres son un nuevo botón de muestra. ¡Qué dios o la materia nos libren de quién siempre sabe lo que es mejor para todos!
Veamos qué significa este nuevo ataque de estulticia alemán. Desde un punto de vista político quiero destacar cuatro hechos: en primer lugar que ya sabemos el concepto que de la democracia tiene la Sra. Merkel y sus asociados del FMI: o votas lo que yo quiero o te arruinamos; en segundo lugar, volvemos a descubrir quién manda realmente en la Unión Europea: solo después de las afirmaciones de la canciller germana se ha atrevido a hablar la Comisión para afirmar que no hay mecanismos de salida del euro; en tercer lugar también podemos ver el papel que tienen el resto de los países: Hollande se ha sumado a la propuesta alemana, y los perrillos falderos nacionales Rajoy y De Guindos se han puesto a “dar saltos” alrededor de su jefa; finalmente, la dura posición alemana es un aviso a navegantes para otros países que tienen elecciones, especialmente España e Italia, porque les da mucho menos miedo Marie Le Pen que es “de su cuerda”.
Pero si la demostración de la concepción política es importante, no lo es menos las consecuencias económicas de la propuesta de la Sra. Merkel. Si los economistas alemanes hubiesen leído a su mortal enemigo John M. Keynes habrían descubierto algo que este autor señaló ya en la Gran Depresión: la existencia de Animal Spirits, o dicho de otra forma, las expectativas a que la propuesta alemana puede dar origen. Porque si es posible expulsar del euro a Grecia nada dice que no se pueda hacer después con Portugal, Irlanda, España, Italia y, por qué no, Francia. Una vez abierta la puerta nada impide que salgan por ella aquellos que no pueden cumplir con la disciplina impuesta por Centroeuropa. Esto supone desestabilizar a los mercados –la Bolsa española ha perdido hoy más de un 2%- y dinamitar el euro y la Unión Europea, ya que se pierde toda confianza en su funcionamiento futuro.
Más le valdría a las autoridades alemanas – y a aquellos que las secundan- aprender de la racionalidad y de la historia. Tras la Primera Guerra Mundial las indemnizaciones exigidas por los ganadores, especialmente Francia, dieron como resultado la hiperinflación alemana y la posterior llegada de Hitler al poder –vía elecciones democráticas-; la experiencia sirvió para que después de la Segunda Guerra Mundial los acreedores de la nuevamente destruida Alemania optasen por realizar una quita de su deuda en el Acuerdo de Londres 1953. Y entre esos acreedores se encontraban Grecia, Irlanda o España.
Los alemanes nunca se han caracterizado por su capacidad de obtener la segunda derivada. Las afirmaciones de la canciller y sus adláteres son un nuevo botón de muestra. ¡Qué dios o la materia nos libren de quién siempre sabe lo que es mejor para todos!
© José L. Calvo, 2015
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