Todo hacía presagiar que Europa desaparecería el 26 de enero de 2015. Las pitonisas de derechas e izquierdas lo habían predicho. Desde Merkel a Rajoy pasando por Hollande, Cameron e incluso Sánchez: el avance de los Orcos/Syriza al mando de Sauron/Tsipras no solo devoraría a los “buenos conservadores griegos” cuya sensatez y buen hacer había mantenido a Mordor/Grecia en el mapa de Europa, sino que sería el principio para asolar, junto con sus aliados populistas –por cierto que populista y popular significan lo mismo según la RAE, “perteneciente o relativo al pueblo”-, la Tierra Media mediterránea donde habitan los hobbits franceses, españoles e italianos y Valinor, el país de los elfos centroeuropeos.
Pero ninguno de esos malos augurios ha sucedido. El IBEX 35 subió ese día un 1,08%, lo mismo que el E. STOXX, con un 0,94% y EURONEXT con el 1,95%. La prima de riesgo española cayó un 3% hasta los 99,5 y el euro subió frente al dólar hasta los 1,278. ¿Qué había pasado?, ¿cómo? ¿por qué? Demandaban las voces de los políticos europeos que en las últimas semanas se habían dedicado a vocear sus visiones apocalípticas creyendo tener el apoyo de sus amos los mercados.
Todo parece indicar que estos últimos, los verdaderos dueños de los países y sus gobiernos, ya habían descontado la victoria de Tsipras. Los mercados han sido mucho más listos y serenos que sus lacayos, y con menos alharacas han admitido que un nuevo fantasma recorre Europa.
Los mercados saben que por muy fuertes que sean las amenazas la realidad es muy otra: nadie puede echar a Grecia del euro, primero porque no hay mecanismos, y en segundo lugar porque sería el comienzo del fin de la Unión Europea. Si se abre la puerta para Grecia, ¿cuánto tiempo tardarán en salir Portugal, España, Irlanda, Italia o Francia si no se siguen plegando dócilmente a los dictados recortistas? La expulsión de Grecia sería el final de ese mercado “libre” que los alemanes han manejado como suyo desde la creación de la Eurozona. Perderían casi un 30% de su PIB que difícilmente sería recuperable con una UE rota, con nuevas fronteras y nuevos aranceles.
En una posición similar se encuentra EE.UU., que vería cercenada la posibilidad de firmar el TTIP (Tratado Transatlántico de Comercio e Inversión) y tendría que comenzar de nuevo a negociar con los 19 países que configuran la actual Eurozona, algo que se antoja imposible.
Nadie cree que esos sean los intereses de las grandes corporaciones alemanas y estadounidenses. Es cierto que las presiones y amenazas van a seguir existiendo, pero si Grecia se mantiene fuerte y no hace locuras veremos cómo aceptan la realidad: una puerta de cambio se ha abierto en Europa, los ciudadanos han dado la espalda a los políticos tradicionales –aviso a navegantes, el PASOK prácticamente ha desaparecido- y demandan nuevas soluciones. Los mercados lo han visto claro y no se han puesto nerviosos. Mala, muy mala noticia para Rajoy y Gollum/Merkel –mis recortes-.
La solución a la situación griega será negociada por el nuevo gobierno –en el que el ministro de finanzas Yanus Varufakis es alguien que sabe de lo que habla- y la Troika. Es posible que haya quita o bien que se produzcan otro tipo de soluciones, pero lo que es seguro es que se ha producido un cambio de pie y que Europa camina con otro ritmo.
Por ese motivo lo mejor que podrían hacer los políticos europeos es dejar de amenazar como los matones del colegio; dejar de exigir con sus bocazas el cumplimiento de unos compromisos que solo han costado sufrimiento a los pueblos y beneficios económicos a los poderosos –por cierto, papelón de los socialistas europeos amenazando a un gobierno de izquierdas. Si Pablo Iglesias el “viejo” o incluso Willy Brandt levantan la cabeza la lían-; y admitir que la situación griega es social y moralmente insostenible. Si lo piensan fríamente incluso podrían ofrecer beneficios a sus ciudadanos: en el caso de España es mucho más factible que la quita que hagamos a Grecia nos la hagan a nosotros y así condonamos 33.000 millones a cambio de que nos los condonen; y Alemania no debería permitir que viejos fantasmas de odio y totalitarismo recorran Europa.
Incluso desde el punto de vista económico es preferible renunciar a mucho para obtener algo que no renunciar a nada para no obtener nada. El general del Sun Tzu lo tuvo claro hace más de 2.000 años.
©José L. Calvo, 2015
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