En 1929 el economista de la Universidad de
Stanford Harold Hotelling (1895-1973) formuló su famosa ley conocida como el
principio de mínima diferenciación por la cual todas las empresas
tienden a producir el mismo tipo de bien. La idea ha sido aplicada tanto para
explicar el comportamiento de las empresas oligopolísticas –diferenciación espacial-
como en marketing político, en el que predice que los grandes partidos tienden a posiciones
centristas.
Veamos cómo funciona en este último terreno.
Supongamos que el posicionamiento ideológico del electorado de un país puede
situarse en una recta que iría desde las posiciones más revolucionarias –anarquistas,
troskistas, comunistas, anticapitalistas en general…- en el extremo izquierdo hasta
las más ultraconservadoras –ultraliberales, esperanzistas, etc.- en el extremo
derecho, y que existen dos opciones políticas, derecha (PP) e izquierda (Podemos).
Lo
que la ley de Hotelling predice es que ambos partidos irán moderando su
discurso con el fin de ganarse al electorado de centro. ¿Por qué? Muy
sencillo: desde la perspectiva del PP saben que su electorado de extrema
derecha e incluso de una derecha más moderada –es decir los situados a la
derecha de los postulados del propio PP- nunca votarán a Podemos, por lo que para el PP el electorado situado a su
derecha es un electorado cautivo; eso mismo piensa Podemos pero desde el otro lado: nadie de izquierdas, ni siquiera
de una izquierda moderada, votará nunca al PP, por lo que Podemos es la única opción de
voto para ese electorado situado a su izquierda. En esa medida ambos
deben focalizar su esfuerzo en ganar los votos de ese electorado situado
ideológicamente entre ellos.
Mientras que en el caso del PP eso parece haberse
demostrado bastante cierto –las opciones a su derecha tipo VOX han fracasado- no es lo mismo para Podemos ya que en el espectro de la izquierda hay muchas
más alternativas. El movimiento hacia el centro de Podemos ha dejado a su izquierda
incluso al PSOE, que hoy se ve como una alternativa al menos tan
progresista o más que el partido del Sr. Iglesias y con un mayor fundamento
intelectual; por otro lado aquellos que siguen con sus “banderitas
rojas” y sus “estrellas” llevan suicidándose políticamente desde el comienzo de
la democracia. Siempre han votado sabiendo que no ganarían, que su voto
era más una expresión ética y estética que un voto de poder.
Ese es el gran error de Podemos. Pensar que el
voto de izquierdas, el de la más radical es un voto cautivo con el que pueden
contar siempre. No darse cuenta
de que en esa izquierda nos situamos personas con ideales, con principios, dispuestos
a sacrificarse por una forma de entender el mundo. Así nos lo enseñaron
nuestros antecesores que lucharon, fueron encarcelados y murieron durante la Dictadura para traer la democracia a España y a los que la dirección de Podemos tanto denigra.
Sr. Iglesias, nos quedaremos con nuestras banderitas rojas pero también con nuestros votos. Anda y q.t.d.
© José L.
Calvo, 2015
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