Más vale honra sin barcos que barcos
sin honra (Casto Méndez Núñez). Pero que se ahoguen los marineros.
Decir que la situación de la Unión Europea es
convulsa es quedarse corto. Lo mismo que afirmar que el futuro se presenta muy
complicado para todos, especialmente para los países periféricos de la UE a los
que Grecia no nos hace ningún favor. Pero la situación se vuelve catastrófica
si nos atenemos a los exabruptos de aquellos que por su formación académica, y
por su labor de enseñantes, deberían ser algo más rigurosos: el Sr. Monedero,
en un alarde de desconocimiento histórico, compara a la Troika con las SS (será
por los uniformes negros); D. Pablo Iglesias, que debe desconocer lo que es un
sistema financiero, habla de que la troika perpetra una operación mafiosa
de terrorismo financiero. Yo como prefiero tener los datos antes de opinar, me he ido a la propuesta que ayer publicó la Comisión
Europea y me la he leído
detenidamente.
No analizaré aquellas medidas que ya han
enfatizado los periódicos, pero sí quiero señalar algunos aspectos. Y como
son muchos dedicaré este post solamente a los impuestos.
En el segundo punto, relativo al IVA, la UE
propone subirlo al 23% pero mantener el 13% para “los alimentos básicos, la
energía, los hoteles y el agua… y un tipo superreducido del 6% para los productos
farmacéuticos, los libros y el teatro”. No parece una oferta tan
criminal y creo que nuestros actores y escritores la suscribirían.
El punto 3 está dedicado a las medidas de cambio
fiscal estructural, y en su comienzo se señala que es precisa “…una
definición más ajustada de agricultor”. Teniendo en cuenta que la PAC
considera como agricultor –y en consecuencia con derecho a obtener
subvenciones- a una persona cuyos ingresos proceden en al menos un 20% de la
venta de sus productos, mucho me temo que la definición griega –que no he sido
capaz de obtener- es mucho más laxa, dando acceso a esas subvenciones a un
colectivo muchísimo mayor. Un simple dato: en España la población activa
agraria es de menos del 6%, en el entorno de la media europea; en Grecia supera
el 13%.
En ese mismo punto se habla de la necesidad de
“abolir los subsidios para el gasoil de los agricultores”, de “…eliminar el
tratamiento especial de las rentas agrícolas” (otra vez los agricultores) o de “…ajustar los tipos impositivos sobre la
propiedad”. Teniendo en cuenta que el catastro griego está incompleto y muestra
muchas deficiencias, un impuesto sobre el patrimonio parece más
prioritario para la UE que para las autoridades griegas de izquierdas.
Pero lo que más me gusta de las medidas de la UE
que el gobierno de Tsipras no acepta por dignidad es cuando propone la “…introducción
de una Ley Criminal para la Evasión Fiscal y el Fraude… para modernizar y
ampliar la definición de fraude fiscal y evasión de impuestos”. Que te
tengan que decir desde Bruselas que tienes un ordenamiento contra el fraude
obsoleto cuando teóricamente ese es un punto esencial de tu programa no parece
que diga mucho de tu buen hacer en el tiempo que llevas en el gobierno.
Para no alargarme y finalizar con este punto de
reformas propuestas por la Comisión –prometo seguir con el resto porque hay
cosas preciosas como las pensiones- cuando se hace referencia a la salud la UE
propone “...(iii) revisar y limitar los precios de los test diagnósticos…”, lo
mismo que considera necesario “…la desaparición gradual del tratamiento
impositivo especial de la industria naviera”. Por último propone que se legisle
para “…reducir el gasto militar en 400 millones de euros” (¿la izquierda no es
pacifistas?), “introducir un impuesto sobre los anuncios de televisión”,
“extender la aplicación de un impuesto sobre el lujo a los yates de recreo que
excedan los 10 metros e incrementar la tasa desde el 10% al 13%...” o ampliar
el impuesto sobre el juego del 30% a las video loterías.
A estas irracionales
propuestas de las SS, del terrorismo financiero, se ha enfrentado el valiente
Tsipras para defender el honor de los griegos, como hizo en las Termópilas
Leónidas. Honra sin barcos, pero quien se va a ahogar va a ser el pueblo griego.
Y a los profesores de Políticas de la Complutense
les recomiendo algo básico en cualquier investigación: acudir a las fuentes.
© José L.
Calvo, 2015
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