martes, 7 de julio de 2015

El coste de la honra griega

El domingo se celebró el referéndum griego en el que los ciudadanos de ese país manifestaron al resto de los europeos que su orgullo no les permite pagar sus deudas bajo las medidas impuestas por sus acreedores. La aplastante victoria del NO salvaguardó el honor griego y el de sus dirigentes. Pero ¿qué significa realmente la victoria del NO? Analizaré algunos aspectos.
Hablemos de la propuesta de reestructuración de la deuda –en la que los nuevos negociadores insisten- y en concreto de la quita que el propio FMI ve como inevitable. Es evidente que la actual deuda griega es impagable –otra cosa sería explicar cómo se generó, que no solo tiene como culpables a los políticos griegos sino a las autoridades y bancos europeos y a los propios ciudadanos griegos, que han vivido “a crédito” desde la creación de la UE- pero de ahí a proponer que se haga una quita del 50% va mucho trecho. Por varios motivos.
En primer lugar, cualquier reestructuración, cualquier quita, no tendrá ningún efecto positivo sobre el presente y sobre todo el futuro griego sin que se produzcan las reformas necesarias. No hay otra forma de decirlo: el sistema fiscal griego no funciona, el desempleo no es abismal simplemente porque se optó por prejubilar, el sistema de pensiones es inviable, el sistema sanitario está corrompido, el gasto de defensa es insostenibleSi el gobierno de Syriza no introduce reformas que lleven a Grecia a los estándares europeos la quita propuesta no servirá para nada y dentro de dos o tres años se deberá hacer una nueva. Ese es su gran reto fuera de las demagogias.
En segundo lugar la quita introduce un efecto desconfianza en los mercados que puede dar al traste con los esfuerzos realizados por otros países como Portugal, España, Italia… y en consecuencia con el euro. Si Grecia no paga, ¿por qué confiar en que otros deudores europeos lo vayan a hacer? Podemos ver cómo las primas de riesgo vuelven a dispararse no por la situación real de las economías española, portuguesa o italiana sino como efecto rebote de la inestabilidad introducida por Grecia, y cómo el euro ante la incertidumbre introducida por el “honor griego”.
El tercer efecto es relativo a la asimetría que introduce en el tratamiento de los ciudadanos europeos. ¿Los griegos son especiales porque inventaron la democracia y como nosotros tuvimos un régimen fascista debemos pagar? ¿No han hecho tantos esfuerzos o más los españoles, los portugueses o los irlandeses? ¿No hay muchos españoles a los que la crisis ha devastado no solo su economía sino su vida? ¿No merecen ellos un tratamiento idéntico al propuesto para los griegos? Quizás sería bueno aquí hacer un poco de historia y repasar el papel que jugó Grecia cuando España y Portugal negociaron su entrada en la UE y su continuo chantaje para obtener mayores prebendas, o los “agricultores” griegos y la PAC en la historia de la UE. La solidaridad no es exactamente el concepto que los griegos manejaron ante las jóvenes y frágiles democracias ibéricas.
Finalmente una cuestión de números. Mi pregunta va dirigida a los españoles “progresistas”, a los solidarios defensores de la quita ¿de dónde piensan restar los más de 10.000 millones de euros –más de un 1% del PIB- que nos va a costar? Tras una crisis luchando contra los recortes, defendiendo en la calle el estado del bienestar, la educación, la sanidad… de repente un grupo de politólogos se descuelgan con un gasto adicional de 10.000 millones. ¿Qué reducimos, el gasto en sanidad, en educación, en I+D+i, en infraestructuras…? Yo también soy solidario, pero como decía mi padre una cosa es predicar y otra dar trigo.
El honor griego ha quedado a salvo. Los griegos han alzado su voz contra los recortes, contra las imposiciones de los nazis acreedores… y lo han dejado muy claro. Pero los demás europeos también tenemos orgullo: tanto los que han tenido que sufrir duramente las consecuencias de la crisis –la pérdida de poder adquisitivo de los funcionarios españoles es digna de estudio- como aquellos que han aportado su dinero para salvar a Grecia y se ven sin posibilidad de recuperarlo y  vilipendiados continuamente. El referéndum no solo no ha mejorado la posición negociadora griega sino que, a mi juicio, la ha empeorado. La venganza es un plato que se come frío piensa Merkel.  

© José L. Calvo, 2015

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