Como
prácticamente todo en la vida, los economistas podemos dividirnos en dos
grandes grupos: por un lado estamos los procedentes de la Teoría Económica; por
otro los de Estructura Económica. Las diferencias son muy sustanciales: mientras
que la Teoría Económica domina los datos, la Estructura Económica se centra en
el discurso. Los teóricos somos bastante abstrusos,
a veces incluso confusos, distantes de la realidad, pero tenemos un elemento
insoslayable: soportamos nuestras ideas en los datos. No se admite ni si dice nada
que no contenga datos contrastables detrás; en el extremo prácticamente
opuesto están los estructuralistas. Dominan el lenguaje, utilizan grandes frases,
grandes discursos: contenido escaso, relación con los datos prácticamente nula, pero
alegato muy elegante.
Lo visto en el
debate a 4 de ayer se enmarca en la línea de la Estructura Económica. Grandes
discursos en defensa de un nuevo modelo productivo –yo trataría de al menos mejorar el existente porque no sé por qué todos tenemos que producir coches
cuando podemos aprovechar nuestras características para centrarnos en lo que
poseemos: turismo bien planificado y energías alternativas especialmente la
solar y las de las mareas-; una defensa cerrada en el incremento de los gastos
en I+D+i –de la innovación no habló nadie-; todos de acuerdo en que hay que
proteger a los desempleados, luchar contra el fraude fiscal, contra la
corrupción… Pero ni un solo dato concreto, real, factible de cómo financiar todas
estas propuestas. Ni un número con el que poder diseñar una
propuesta viable –los números sólo como arma arrojadiza-.
Y es que lo
importante no son los grandes principios sino cómo llevarlos a cabo. (Ya lo decía De Guindos, una cosa es predicar y otra dar trigo). Yo
también puedo crear un partido político y prometer a los españoles un empleo
digno, una casa con aire acondicionado y un coche. Por prometer que no quede,
pero ¿de dónde salen esos recursos? ¿cómo se financian una sanidad y una
educación que –nuevamente debo aclararlo- no son gratuitas ya que los médicos,
los sanitarios, los profesores y los bedeles tenemos un sueldo que hay que
pagar? ¿Qué medidas concretas se van a aplicar para incrementar los ingresos
públicos y reducir los gastos? Porque llevamos 8 años perdidos de reforma de la
Administración pública y seguimos teniendo el triple de ayuntamientos
que Alemania, unas Diputaciones que solo sirven para colocar afiliados y
familia, más de medio millón de personas que cobran del erario público sin ser
funcionarios y ejerciendo la función de político… No se trata de recortes, sino de
racionalización. Esa es la gran reforma que está por hacer. Pero ¿quién
la va a hacer? ¿quién además de Ciudadanos ha propuesto que se haga? Desde
luego no creo que ni los comunistas ni los bolivarianos ni los socialdemócratas
ni los transversales se atrevan, dada
su tradición de generar burocracia.
Lo que yo esperaba
del debate como profesional y como contribuyente eran datos, cuantificación de
ingresos y gastos, propuestas concretas de cómo se van a financiar la
educación, las pensiones o la sanidad, de cómo enfrentar el déficit público. Una
discusión de Teoría Económica. Pero lo que vi fueron bonitos discursos sin
contenido, juegos florales, una discusión de Estructura Económica. Fue
lo más parecido a un concurso de mises. Solo les faltó pedir la paz en el
mundo.
©José L. Calvo, 2016
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