lunes, 13 de junio de 2016

Una discusión de Estructura Económica o cómo no decir nada en hora y media con bonitas palabras

Como prácticamente todo en la vida, los economistas podemos dividirnos en dos grandes grupos: por un lado estamos los procedentes de la Teoría Económica; por otro los de Estructura Económica. Las diferencias son muy sustanciales: mientras que la Teoría Económica domina los datos, la Estructura Económica se centra en el discurso. Los teóricos somos bastante abstrusos, a veces incluso confusos, distantes de la realidad, pero tenemos un elemento insoslayable: soportamos nuestras ideas en los datos. No se admite ni si dice nada que no contenga datos contrastables detrás; en el extremo prácticamente opuesto están los estructuralistas. Dominan el lenguaje, utilizan grandes frases, grandes discursos: contenido escaso, relación con los datos prácticamente nula, pero alegato muy elegante.
Lo visto en el debate a 4 de ayer se enmarca en la línea de la Estructura Económica. Grandes discursos en defensa de un nuevo modelo productivo –yo trataría de al menos mejorar el existente porque no sé por qué todos tenemos que producir coches cuando podemos aprovechar nuestras características para centrarnos en lo que poseemos: turismo bien planificado y energías alternativas especialmente la solar y las de las mareas-; una defensa cerrada en el incremento de los gastos en I+D+i –de la innovación no habló nadie-; todos de acuerdo en que hay que proteger a los desempleados, luchar contra el fraude fiscal, contra la corrupción… Pero ni un solo dato concreto, real, factible de cómo financiar todas estas propuestas. Ni un número con el que poder diseñar una propuesta viable –los números sólo como arma arrojadiza-.
Y es que lo importante no son los grandes principios sino cómo llevarlos a cabo.  (Ya lo decía De Guindos, una cosa es predicar y otra dar trigo). Yo también puedo crear un partido político y prometer a los españoles un empleo digno, una casa con aire acondicionado y un coche. Por prometer que no quede, pero ¿de dónde salen esos recursos? ¿cómo se financian una sanidad y una educación que –nuevamente debo aclararlo- no son gratuitas ya que los médicos, los sanitarios, los profesores y los bedeles tenemos un sueldo que hay que pagar? ¿Qué medidas concretas se van a aplicar para incrementar los ingresos públicos y reducir los gastos? Porque llevamos 8 años perdidos de reforma de la Administración pública y seguimos teniendo el triple de ayuntamientos que Alemania, unas Diputaciones que solo sirven para colocar afiliados y familia, más de medio millón de personas que cobran del erario público sin ser funcionarios y ejerciendo la función de político… No se trata de recortes, sino de racionalización. Esa es la gran reforma que está por hacer. Pero ¿quién la va a hacer? ¿quién además de Ciudadanos ha propuesto que se haga? Desde luego no creo que ni los comunistas ni los bolivarianos ni los socialdemócratas ni los transversales se atrevan, dada su tradición de generar burocracia.
Lo que yo esperaba del debate como profesional y como contribuyente eran datos, cuantificación de ingresos y gastos, propuestas concretas de cómo se van a financiar la educación, las pensiones o la sanidad, de cómo enfrentar el déficit público. Una discusión de Teoría Económica. Pero lo que vi fueron bonitos discursos sin contenido, juegos florales, una discusión de Estructura Económica. Fue lo más parecido a un concurso de mises. Solo les faltó pedir la paz en el mundo.

©José L. Calvo, 2016

No hay comentarios:

Publicar un comentario