En otros post he hablado de la prodigalidad con la que nuestros políticos emplean el dinero público y de la necesidad de llamarlo dinero del contribuyente para así tener una idea más clara de su origen y misión. En este quisiera hablarles de cómo podemos relacionar la actitud de los españoles hacia él con la Economía del Comportamiento. Y lo haré desde la perspectiva de los ingresos.
Los ingresos públicos proceden, básicamente, de los impuestos directos (IRPF) y los indirectos –fundamentalmente el IVA-. Cojamos los primeros y formulemos una sencilla pregunta ¿sabe usted cuánto paga en total al año por IRPF? ¿10.000, 20.000, 30.000€? La gran mayoría de los españoles, y especialmente de los asalariados, somos incapaces de responder a esta pregunta. La explicación la encontramos en lo que la Economía del comportamiento denomina cuentas mentales separadas. La idea es muy sencilla: los impuestos son unos ingresos que nunca cobramos, una anotación contable en nuestra nómina de forma que con lo que realmente contamos cada mes es con los ingresos netos de impuestos. Es decir, que si yo gano 3.000€ brutos al mes y pago el 20% de IRPF lo que realmente me ingresan en el banco son 2.400€. Y ese es el dinero con el que cuento; los otros 600€ no los percibo como míos, están anotados en otra cuenta. Así, no es extraño que no nos preocupe su control, porque no los concebimos como nuestros, no sentimos que salen de nuestro bolsillo (en el que nunca entraron).
Esto además tiene una connotación adicional. Cuando llega junio y hemos de hacer nuestra declaración de la renta hacemos todo lo posible para pagar menos, incluso defraudamos un poquito. Supongamos que ganamos esos 2.400€ netos al mes, lo que supone unos ingresos brutos anuales de alrededor de los 40.000€ y que pagamos el tipo de 25%, lo que lo que nos da unos 10.000€/año. ¿Cuánto podemos defraudar, 500 o 600€? Un 5 o un 6%. El chocolate del loro pero que nos permite entender e incluso justificar a los defraudadores, donde se encuentran personajes como los Duques de Palma, Bárcenas, el PP… (presuntamente).
Pasemos a los impuestos indirectos. Sigamos suponiendo que nuestros ingresos son 40.000€/año, el IRPF 10.000 y que de los 30.000€ no ahorramos nada. Los 30.000 los dedicamos a consumo al que se aplica el tipo del IVA del 21%: 6.300€/año en concepto de IVA. ¿Cuánto podemos defraudar en IVA por no pagarlo en la reparación del fontanero, del electricista o incluso en la factura de nuestro abogado a los que pagamos en negro? ¿600€, el 10%? Pues gracias a los 600€ que usted se ahorra, más los 600€ de muchos como usted, el electricista, el fontanero o el abogado están defraudando una cuantía muy importante al estado que tenemos que mantener entre todos –con 1.000.000 clientes como usted que pagan sin IVA los autónomos defraudarían 600.000.000€, que cobraría en negro y por los que pagaría 0 impuestos-. Es decir, que por ahorrarnos una miseria estamos fomentando un fraude fiscal masivo de esos autónomos.
Ahora viene la segunda parte. A ninguno de nosotros se nos ocurriría robarle la cartera a una ancianita. Ni tampoco ir a un hospital a sustraer el equipo médico, llevarnos las pizarras de las escuelas públicas o distraer un banco de un parque. Y sin embargo, ese es el resultado que obtenemos cuando no pagamos los impuestos que debemos para financiar las pensiones, los hospitales o los colegios.
Nuevamente la Economía del Comportamiento tiene una explicación para esto, y se basa en nuestra relación con la honestidad. Y es que cuanto más distancia hay entre el que sufre nuestra falta de honestidad y nosotros más fácil es auto-engañarnos y considerarnos honrados sin serlo. Así, es verdad que no le robamos directamente a la anciana, pero nos escaqueamos de pagarle parte de su pensión cuando defraudamos a Hacienda. Piénselo la próxima vez que demanda sanidad o educación gratuita. ¿Cómo contribuye usted a que se financie con los impuestos?
Ahora seguramente me dirán que no pagamos porque los que manejan el dinero público son unos chorizos, porque lo utlizan con total prodigalidad en favor de sus intereses, porque los ricos pagan menos… Pero esa no es una razón. El porque todos roban yo también robo no es una justificación. Seamos honestos, cumplamos con nuestras obligaciones y exijamos nuestros derechos, que todos paguen.
Por cierto, que el hecho de que la Economía del Comportamiento explique tan bien la conducta de los españoles es probablemente la razón por la que no se incluye en los programas de Economía de las universidades. No sea que acabemos entendiendo lo que pasa.
Los ingresos públicos proceden, básicamente, de los impuestos directos (IRPF) y los indirectos –fundamentalmente el IVA-. Cojamos los primeros y formulemos una sencilla pregunta ¿sabe usted cuánto paga en total al año por IRPF? ¿10.000, 20.000, 30.000€? La gran mayoría de los españoles, y especialmente de los asalariados, somos incapaces de responder a esta pregunta. La explicación la encontramos en lo que la Economía del comportamiento denomina cuentas mentales separadas. La idea es muy sencilla: los impuestos son unos ingresos que nunca cobramos, una anotación contable en nuestra nómina de forma que con lo que realmente contamos cada mes es con los ingresos netos de impuestos. Es decir, que si yo gano 3.000€ brutos al mes y pago el 20% de IRPF lo que realmente me ingresan en el banco son 2.400€. Y ese es el dinero con el que cuento; los otros 600€ no los percibo como míos, están anotados en otra cuenta. Así, no es extraño que no nos preocupe su control, porque no los concebimos como nuestros, no sentimos que salen de nuestro bolsillo (en el que nunca entraron).
Esto además tiene una connotación adicional. Cuando llega junio y hemos de hacer nuestra declaración de la renta hacemos todo lo posible para pagar menos, incluso defraudamos un poquito. Supongamos que ganamos esos 2.400€ netos al mes, lo que supone unos ingresos brutos anuales de alrededor de los 40.000€ y que pagamos el tipo de 25%, lo que lo que nos da unos 10.000€/año. ¿Cuánto podemos defraudar, 500 o 600€? Un 5 o un 6%. El chocolate del loro pero que nos permite entender e incluso justificar a los defraudadores, donde se encuentran personajes como los Duques de Palma, Bárcenas, el PP… (presuntamente).
Pasemos a los impuestos indirectos. Sigamos suponiendo que nuestros ingresos son 40.000€/año, el IRPF 10.000 y que de los 30.000€ no ahorramos nada. Los 30.000 los dedicamos a consumo al que se aplica el tipo del IVA del 21%: 6.300€/año en concepto de IVA. ¿Cuánto podemos defraudar en IVA por no pagarlo en la reparación del fontanero, del electricista o incluso en la factura de nuestro abogado a los que pagamos en negro? ¿600€, el 10%? Pues gracias a los 600€ que usted se ahorra, más los 600€ de muchos como usted, el electricista, el fontanero o el abogado están defraudando una cuantía muy importante al estado que tenemos que mantener entre todos –con 1.000.000 clientes como usted que pagan sin IVA los autónomos defraudarían 600.000.000€, que cobraría en negro y por los que pagaría 0 impuestos-. Es decir, que por ahorrarnos una miseria estamos fomentando un fraude fiscal masivo de esos autónomos.
Ahora viene la segunda parte. A ninguno de nosotros se nos ocurriría robarle la cartera a una ancianita. Ni tampoco ir a un hospital a sustraer el equipo médico, llevarnos las pizarras de las escuelas públicas o distraer un banco de un parque. Y sin embargo, ese es el resultado que obtenemos cuando no pagamos los impuestos que debemos para financiar las pensiones, los hospitales o los colegios.
Nuevamente la Economía del Comportamiento tiene una explicación para esto, y se basa en nuestra relación con la honestidad. Y es que cuanto más distancia hay entre el que sufre nuestra falta de honestidad y nosotros más fácil es auto-engañarnos y considerarnos honrados sin serlo. Así, es verdad que no le robamos directamente a la anciana, pero nos escaqueamos de pagarle parte de su pensión cuando defraudamos a Hacienda. Piénselo la próxima vez que demanda sanidad o educación gratuita. ¿Cómo contribuye usted a que se financie con los impuestos?
Ahora seguramente me dirán que no pagamos porque los que manejan el dinero público son unos chorizos, porque lo utlizan con total prodigalidad en favor de sus intereses, porque los ricos pagan menos… Pero esa no es una razón. El porque todos roban yo también robo no es una justificación. Seamos honestos, cumplamos con nuestras obligaciones y exijamos nuestros derechos, que todos paguen.
Por cierto, que el hecho de que la Economía del Comportamiento explique tan bien la conducta de los españoles es probablemente la razón por la que no se incluye en los programas de Economía de las universidades. No sea que acabemos entendiendo lo que pasa.
© José L. Calvo, 2014
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