Soy motero. Llevo más de 30 años encima de una
moto. La primera fue una OSSA Copa y la actual es una Honda VT750. Entre ellas
he conducido una Suzuki, una Moto Guzzi e incluso otra italiana cuya marca no
recuerdo. He hecho moto de campo y de carretera. He visto correr a Ángel Nieto,
ganar a Checa en el Jarama, estuve en la inauguración del Circuit de Valencia y
en otros muchos más. Así que no es fácil que un tipo con cara de chupatintas me convenza de que Rossi no le dio una
patada a Márquez. Los
hechos y las imágenes están ahí y son indiscutibles.
Como saben los que me conocen, no rehúyo una
pelea, menos si es dialéctica. Pasé los veranos de mi juventud en un pueblo
donde todos los fines de semana había bronca. Soy miembro de un Departamento,
Teoría Económica, en el que las discusiones estaban en el orden del día de las
reuniones –la edad parece habernos civilizado-. Pero siempre me ha guiado un
principio: con el pan y la vida de los demás no se juega.
Por ese motivo no encuentro explicación ni a lo que
hizo Valentino ni a la actitud de Dorna, Telecinco o Movistar. ¿Cómo puede
mentir tan descaradamente la empresa que gestiona los intereses económicos del
mundial de motociclismo? ¿Cómo se puede comprender que Telecinco y Movistar den
primero una versión light –los
comentarios en directo de Ángel Nieto y el futbolero
fueron patéticos-, luego otra admitiendo la patada y posteriormente
rectifiquen? Es obvio que el dinero es la respuesta. El problema es que, desde
mi punto de vista, se han dejado llevar por una visión cortoplacista, sin tener
en cuenta los efectos a largo plazo. Han generado un enfrentamiento innecesario
que actúa en contra de sus propios intereses futuros. Analicémoslo con
un enfoque económico.
La primera pregunta es sencilla: ¿cuántos
años le quedan a Rossi en el mundial? Como mucho el que viene, que
tendrá 37 años. A partir de 2017 lo único que hará, si permanece, será arrastrarse por los circuitos como ya
hizo su gran defensor Ángel Nieto, y sus ingresos por merchandising no harán
más que caer en picado.
En segundo lugar, han creado una víctima, Rossi, y
un verdugo, Márquez. Pero mientras que el primero es el pasado, el segundo es
el futuro. Dorna ha apostado por defender los intereses del pasado. Y eso
sin hablar de que se ignora a Lorenzo, otra apuesta de futuro, que puede ser
campeón del mundo en Valencia y ha quedado absolutamente oscurecido. Con esta
polémica es muy posible que los ingresos de los seguidores de Valentino se
mantengan a corto plazo, pero es seguro que los de Marc y Jorge disminuirán, al
haber creado un monstruo e ignorar a un campeón.
Por último, han desvirtuado completamente el mundial de
motociclismo que ya no volverá a ser el mismo. Los moteros nos
vanagloriábamos de un deporte en el que solo existen rivales, no enemigos; en
el que todos los corredores son aplaudidos, hasta el último –nunca he visto
pitar a ningún piloto, porque todos sabemos que se juegan la vida-. Todavía
recuerdo el silencia y la tristeza de Cheste en el gran premio tras la muerte
de Simoncelli. Eso ya nunca volverá a producirse. Dorna ha convertido la rivalidad
en un enfrentamiento incluso entre países; hemos pasado de pilotos a
gladiadores en busca del beneficio económico. Ha convertido los circuitos en
Circos Romanos.
El año que viene Dorna debería dar a los pilotos
una lanza y un escudo. Así
podrían derribarse
durante la carrera al más puro estilo Ben-Hur.
Y que el público, ese que verá las motos desde su móvil aunque esté en el
circuito, decida, como hacían los romanos, la vida o la muerte de los pilotos
con un movimiento del pulgar.
No me esperen más en el mundial de motociclismo.
Me paso a las Superbikes y el campeonato
de motos eléctricas. Con mi dinero no se patea impunemente.
© José L.
Calvo, 2015
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