domingo, 30 de septiembre de 2012

Presupuestos 2012. Carretera al infierno

En tu viaje por las zonas yermas, desde el desierto hacia el oasis, te has desviado de la autopista al infierno.
 
El ministro de Hacienda, Sr. Montoro, ha presentado los Presupuestos Generales del Estado para 2012, que conjugan una reducción significativa del gasto con un incremento de los impuestos. Estos Presupuestos son una carretera al infierno que no solo no traerán la recuperación, el crecimiento y la generación de empleo a la economía española sino que profundizarán la recesión. El motivo es sencillo y puede verse con un ejemplo: suponga que a un enfermo cuyo principal síntoma es su debilidad se le aplica un doble tratamiento, por un lado se le pone a dieta (reducción del gasto) y por otro se le hacen sangrías (incremento de impuestos). Lo más probable es que empeore.
Pero estos Presupuestos no solo demuestran los errores que está cometiendo el gobierno español, sino los de la Unión Europea. Esta ha cometido al menos tres: en primer lugar, obligar a España a seguir la senda de la ortodoxia económica ya impuesta a Grecia, Portugal o Irlanda, cuando sus resultados en términos de recesión, desempleo e inestabilidad social ya se han visto; en segundo lugar, porque España no tiene el mismo tamaño que el resto de los PIGS, y su recesión se expandirá por el resto de Europa, haciendo caminar en el filo de la navaja al euro; finalmente, porque como se dice en nuestro país, han puesto a la zorra a guardar a las gallinas. No se puede pedir que la política de racionalización y reformas la apliquen aquellos que se deberían ver más afectados por ellas: los políticos y las grandes empresas españolas, que tienen mucho que perder ante una modernización de nuestra sociedad y economía. Por eso estos Presupuestos vuelven a incidir sobre las clases medias y salvan los recursos de los más poderosos.
Señores de Europa, deben ser conscientes de que nuestra clase política, salvo por imposición, no va a realizar los cambios necesarios para transformar la economía española desde un modelo de connivencia oligárquico/político hacia una economía de capitalismo social basada en la competitividad. Hace tiempo que España se salió de la autopista para ir hacia el infierno. Pero a este paso allí nos encontraremos todos.

© José L. Calvo

jueves, 27 de septiembre de 2012

De políticos, salarios y productividad

Uno de los principios que ha regido la más pura ortodoxia de la Teoría Económica desde sus inicios con el marginalismo es que los factores deben ser retribuidos por su productividad. Es decir, el salario que cada uno debemos cobrar debe ser igual al incremento del producto o servicio de nuestra última unidad aplicada (hora/minuto…).
Esta teoría la deben saber muy bien nuestros políticos, porque si recuerdan el PSOE ya propuso que los funcionarios cobrásemos según nuestra productividad (nunca llegó a aclarar cómo se calculaba, si los profesores por número de aprobados, los médicos por cuántos sobreviven, los policías por porrazos dados…). Pero su aplicación les falla cuando se refieren a sí mismos. Algunos ejemplos.
Cuando la Sra. Cospedal propuso pagar por asistencias a plenos y comisiones –y eso que ni se les exigía estar despiertos o hacer propuestas- la mal llamada izquierda (PSOE e IU) puso el grito en el cielo, y algún diario pseudoprogresista llegó incluso a afirmar que los políticos profesionales eran un logro de la democracia y que a ver si ahora iban a decidir albañiles, fontaneros o electricistas (¿recuerdan que hubo un ministro del interior electricista? Entonces eso era progresista, ahora parece que no); esta semana se publicaban los sueldos de los parlamentarios, que entre pitos y flautas ascienden a 5.000 euros –con los que según alguno no se llega a fin de mes-, y sin embargo el 25 de septiembre solo había 50 en el hemiciclo (la séptima parte), práctica por otro lado habitual; y ese mismo día UPyD presentaba una nueva propuesta sobre transparencia de sueldos públicos y no solo era rechazada, sino vilipendiada por los representantes del PNV y CIU –parece que algunos no quieren que se sepa lo que cobran de España-.
Y mientras, un grupo de gente era agredida por los cipayos (¿no os habéis dado cuenta de cuál es vuestro lado? A lo mejor lo recordáis en Navidad o en 2013 con el sueldo congelado por tercer año consecutivo) a las mismas puertas del lugar que debería representarnos. Me sumo al grito escatológico sobre la igualdad del PSOE y el PP, y añadiría a la práctica totalidad de los grupos parlamentarios, IU, PNV, CIU… Todos aplican idéntica ley del embudo: los sacrificios para los demás, los sueldos –sin referencia a la productividad- para nosotros. Ellos sí que están cometiendo delitos contra la Nación.

© José L. Calvo

miércoles, 26 de septiembre de 2012

¡Que fluya el crédito! amigo Emilio

Hace unos días me preguntaban si la llegada del rescate al sistema financiero supondría la vuelta del crédito a las empresas y particulares. Mi no rotundo desconcertó al periodista, sobre todo después de haber oído afirmar a D. Emilio Botín que ellos estaban dispuestos a dar todo el crédito necesario a empresas solventes (me imagino al Sr. Botín, con su pantaloncito y polo rojos, acodado en la barra del bar al más puro estilo Pepe Isbert diciendo: “otra ronda de crédito, que esta la presto yo”. El barman Mariano acongojadito).
Cuatro son, al menos, los argumentos que puedo esgrimir para afirmar que es prácticamente imposible que el crédito se restablezca a corto plazo: en primer lugar, el rescate se va a utilizar para tapar los agujeros que las Cajas de Ahorros y bancos tienen en sus balances, y, en consecuencia, nada quedará para poder prestarse al resto de la economía; en segundo lugar, el ya clásico efecto crowding out que está y que seguirá ejerciendo el sector público: si puedo colocar mi dinero a un tipo del 6% en deuda pública, ¿cuánto debería de retribuirme, y en consecuencia ganar, una empresa o un particular para competir teniendo en cuenta que esta es una apuesta arriesgada mientras que la deuda es hoy por hoy segura?, ¿por qué conceder hipotecas al EURIBOR +1% con esos tipos de interés de los bonos del Tesoro?; en tercer lugar la demanda global es muy débil, la actividad económica está ralentizada y se solicitan menos préstamos. Cuanto más profunda sea la recesión menor será la demanda de créditos de las empresas, ya que menores serán sus ventas y beneficios, inexcusables para devolver los créditos y sus intereses.
Pero el problema fundamental es la incertidumbre. Con un gobierno sin una política económica definida, sin un horizonte claro al que arribar, contradiciéndose permanentemente, sin saberse todavía si el Presidente pedirá el segundo rescate –ahora el plazo se amplía tras la convocatoria de elecciones en Cataluña-, con un déficit público que no se puede controlar porque no se desea hacer la reforma clave: la de la administración central, autonómica y local -el harakiri de la clase política- no son solo los mercados los que no se exponen y suben la prima de riesgo; los ciudadanos no se arriesgan a pedir un préstamo, no sea que la situación vaya todavía a peor.
Dos condiciones me parecen indispensables para que la economía española comience su recuperación y el crédito vuelva a fluir: primero que el gobierno tenga un plan. A estas alturas casi da igual cuál sea, pero por lo menos cierta coherencia sería bienvenida. Y que también Europa tenga un plan. No para salvar individualmente a los países sino para salvarse conjuntamente. Alemania se está parando, Francia está en recesión, el Reino Unido también, y el FMI alerta que la recesión europea se está trasladando a USA y China. Un plan Marshall de crecimiento y empleo para Europa parece cada día más imprescindible. Pero eso sí, en el caso de España, por favor no le den el dinero a nuestros políticos. Gürtel, el alcalde de Ourense… son  ejemplos de cómo lo utilizan.

© José L. Calvo

lunes, 17 de septiembre de 2012

La economía del gratis total no existe

La ministra de Cultura del primer gobierno Zapatero resumió en una frase una creencia muy arraigada en nuestra de sociedad: el dinero público no es de nadie. Es decir, el dinero público cae del cielo y que, por ello, puede gastarse en lo que se desee.
La manifestación del 15 de septiembre y las declaraciones de sus participantes siguen esa misma línea: reclamar servicios públicos gratuitos –educación, sanidad, mayores pensiones…- pero sin preguntarse de dónde sale el dinero para financiarlos. Eso es a lo que nos ha acostumbrado una izquierda irresponsable y demagógica, que en lugar de hacer las reformas necesarias –incluido en gran parte su propio harakiri como señala César Molinas- se ha atrincherado en prometer cosas que son imposibles de cumplir.
Porque dejemos claros tres axiomas: 1. Los servicios que se reclaman no son gratuitos, sino que hay que pagarlos. O bien se hace a través de los ingresos del estado, fundamentalmente los impuestos, o bien vía pago directo de los consumidores, como el copago o las tasas académicas; 2. El dinero público es de todos, no de los políticos para manejarlo a su antojo. Surge de lo que pagamos todos y cada uno; 3. La forma en que se emplean los recursos públicos sí tiene ideología. Lo que obliga a dejar de lado discursos demagógicos y buscar su utilización eficiente y equitativa.
Un ejemplo para dejarlo claro: la educación. Desde una perspectiva equitativa de izquierdas la asignación de unos recursos cada vez más escasos es sencilla: quien quiera educación privada que la pague; no hay financiación para los centros concertados y todos los recursos se dedican a la educación pública. Pero la dejación del PSOE ha permitido justo la política contraria aplicada por el PP.
Lo primero que se enseña en economía es que los recursos son escasos, que la economía del gratis total no existe, que para poder consumir algo hay que pagarlo. Pero la forma en que el estado distribuye esos recursos escasos depende de su ideología. No estoy defendiendo la política del PP, simplemente reclamo ¡un poco de seriedad, señores de los sindicatos y los partidos de izquierda! No prometan lo que no pueden pagar o su escasa credibilidad desaparecerá.

© José L. Calvo

jueves, 13 de septiembre de 2012

La economía verde. Una opción de futuro

En un informe presentado por la OIT se afirma que España puede generar 2 millones de empleos hasta 2020 asociados no solo a los nuevos sectores de la economía verde, sino a la transformación de sectores tradicionales, como la construcción –con el uso de nuevos materiales de aprovechamiento energético, los edificios ecológicos…- la automoción, el reciclaje...
De hecho, en España tenemos una fuente inagotable de riqueza: el sol. Dos sectores son claramente dependientes de él: el turístico y el de las energías renovables, especialmente la fotovoltaica.
En cuanto al turismo, si bien es un sector tradicionalmente explotado en nuestro país necesita una reorganización en profundidad. No es posible seguir incrementando ilimitadamente el número de turistas, al menos no con el actual modelo de sol y playa que los concentra tanto geográfica como temporalmente. Es preciso una visión alternativa dirigiéndonos hacia un turismo de mayor calidad y que tenga en cuenta otros elementos con los que contamos: la cultura, el ocio…
Pero quizás donde más sorprendente sea la actitud de nuestros gobernantes es en el caso de la energía fotovoltaica. El actual ministro de industria ha lanzado una política en contra no solo de los intereses de los pequeños inversores españoles en ese sector –alrededor de 55.000- sino de la política de la UE y del bienestar español. Su posición es un claro apoyo al duopolio energético, intentando limitar el autoconsumo –que supone cerca del 50% de la producción eléctrica en Alemania-, introduciendo impuestos asimétricos y excesivos a las energías renovables… Justo todo lo contrario de lo que se debería hacer –fomentar la inversión y la I+D+i en este tipo de energías, ya que los combustibles sólidos tienen un escaso futuro-.  Una nueva demostración de a quién sirven los señores del PP –no a España, como ya han señalado desde Europa-.
Una última cuestión. Como ya saben que no me gusta hacer afirmaciones sin tener argumentos, el profesor Ignacio Mauleón –catedrático de la Universidad Juan Carlos I- y yo hemos organizado un blog y un curso justamente para eso, para dar argumentos económicos al debate energético. Claramente posicionados a favor de las energías renovables –porque creemos que son el futuro para España- pueden consultarlo en todosobreenergia.

© José L. Calvo

domingo, 9 de septiembre de 2012

El teatrillo de Europa: Merkel en España

La visita de la canciller alemana a España el jueves 6 de septiembre quedará como una gran demostración de marketing político. Porque Ángela Merkel, Mario Draghi, los empresarios alemanes y españoles, el Ministro de Economía y el Sr. Rajoy, la oposición y los sindicatos nos representaron un teatrillo digno de los mejores manuales de interpretación. Vayamos por partes.
Merkel y Draghi parecían salidos de cualquier serie policial, jugando al poli malo poli bueno. Mientras que Draghi (poli bueno) anunciaba la medida de compra de deuda sin límite que puede permitir a España no caer en el abismo, Merkel (poli malo) indicaba claramente que esto no va a producirse sin exigir nuevos y duros ajustes a nuestro país. “De la condena no te libra nadie, pero pide el rescate y te sentirás mejor” parecían decir al presidente Rajoy.
Los empresarios alemanes y españoles interpretaron perfectamente sus papeles secundarios. Los primeros sirviendo para que la canciller mande un mensaje claro y directo al Bundesbank: hay que apoyar a España porque es salvar nuestros mercados. Y los españoles mostrando la cara seria y responsable de nuestro país, la que hay que vender al exterior para que nos ayuden.
Por su parte, la aportación de la clase política y sindical española parece sacada del Club de la Comedia, aunque quizás sea mejor decir del esperpento. El Ministro de Economía hacía el primer chiste cuando lanzaba un mensaje subliminal al afirmar que las reformas españolas eran las que hizo Alemania hace diez años: con esta política dentro de diez años seremos y estaremos como los alemanes; el Presidente Penélope/Rajoy, con su habitual soberbia, ponía el chiste gallego al manifestar que se va a pensar si pide o no el rescate –como si tuviera otra alternativa-; la oposición –ya sea el PSOE o IU- dinamitaba aún más su credibilidad con la broma de un referéndum sobre el rescate y negándose a apoyarlo (¿queda alguna otra posibilidad?); y los sindicatos nos hacían partirnos de risa con un mensaje apocalíptico para intentar convencernos de que todavía defienden a los trabajadores –como si alguien les creyese a estas alturas de la película-.
Lo dicho, “Teatro, la vida es puro teatro” + 21% de IVA.

© José L. Calvo

viernes, 7 de septiembre de 2012

El problema no es Alemania, es España

Antes de ayer Xavier Vidal-Folch publicaba un fantástico artículo en el País titulado El enemigo es alemán pero no es Alemania. Estando plenamente de acuerdo con su argumentación sobre el papel del Bundesbank, creo que se equivoca en su título, ya que deberíamos dejar de echar la culpa fuera y admitir de una vez por todas que la actual crisis económica que padecemos en España no proviene del resto de los países de la UE, sino de nosotros mismos y de la nefasta gestión de nuestros políticos –a la que todos callamos, como muy bien señala Ángeles Caso -.
Se lo explico con un ejemplo. Suponga que alquila usted un piso (grande) compartido con otros 26 amigos. De ellos cuatro o cinco se dedican a utilizar su dinero y una parte importante del común para irse de juerga, tomar copitas, alquilar coches de lujo... Cuando llega el día de pagar la renta del siguiente mes los cuatro amigotes dicen que no tienen dinero y que se lo prestes. El problema es que se lo tienes que dejar, porque si no nos echan a todos del piso, pero ¿lo harías de buena gana?, ¿estarías dispuesto a prestárselo sin imponer ninguna condición, sin obligarle a ponerse las pilas y dejar de malgastar? Pues es eso es justamente lo que les pasa a nuestros socios europeos. Nos van a ayudar, nos financiarán el rescate, pero no sin exigir que nos comportemos como europeos sensatos y ajustemos nuestras cuentas públicas y privadas.
El problema no es Alemania, tampoco Finlandia. Lo que ocurre es que ellos trabajaron, ahorraron, no malgastaron, no se dedicaron a especular, cuando tuvieron dificultades buscaron vías racionales de solución. Justo todo lo contarrio que nosotros. El problema es España.
Es hora de olvidar el deporte nacional de buscar otro culpable que no sea uno mismo y admitir nuestras responsabilidades. Van a ser años duros, pero quizás por primera vez en los últimos cinco siglos seamos capaces de afrontar nuestros propios fantasmas. Si lo hacemos saldremos muy reforzados.
© José L. Calvo

miércoles, 5 de septiembre de 2012

Cómo hacerse rico con el dinero público: el banco malo

Las dos últimas medidas tomadas por el gobierno del PP asociadas al sistema financiero, el banco malo y la solución a las preferentes,  muestran que está actuando como el sheriff de Sherwood, cargando a los pobres de impuestos para distribuir entre los potentados.
Concentrémonos en el primero. Veamos las dos opciones posibles: el banco malo compra a un precio bajo los activos tóxicos de las entidades financieras nacionalizadas. En ese caso esas entidades tendrán problemas de solvencia y habrá que inyectarles nuevo dinero. ¿Se imaginan ya de dónde sale? Pero, y aquí llega la parte interesante, como el precio es bajo los inversores privados querrán participar –pueden llegar a representar hasta el 50% del capital- ya que si se mantienen en propiedad una temporada corta será fácil venderlos con beneficios, que se repartirán entre el sector público y ellos.  (Por cierto, que nadie piense que va a poder ir a comprar un piso en el banco malo, eso queda reservado para los grandes inversores que, nuevamente, obtendrán pingües beneficios. Es más que probable que parte de esos inversionistas del banco malo sean luego los compradores de los activos. ¡Por eso Botín estaba tan contento!).
¿Qué ocurre si el precio que se paga a las entidades financieras es elevado? En ese caso los inversores privados no querrán participar en el capital del banco malo y todo será aportación de los contribuyentes –ustedes y yo-. Como el estado tendrá problemas de liquidez deberá vender lo antes posible, incluso asumiendo pérdidas, y los compradores privados obtendrán beneficios.
Así que,  lo mires como lo mires los contribuyentes siempre acabaremos pagando. ¿Supongo que a estas alturas nadie se había creído las palabras del Sr. De Guindos?

© José L. Calvo

lunes, 3 de septiembre de 2012

El juego de las diferencias

Como estoy harto de que la gente identifique funcionario con cargo público y nos meta a todos en el mismo saco, les propongo este juego de las cinco diferencias para que tengan claro qué es cada uno.
1. Un funcionario es una persona que ha sacado una oposición, es decir, que tras obtener la cualificación precisa –en mi caso doctor- ha superado diversos exámenes –dos- ante un tribunal. Un cargo público es alguien nombrado a dedo bien por un responsable político –ministro, alcalde, director general…- o bien elegido no democráticamente dentro de las listas de un partido político (nótese que se vota al partido, pero nadie conoce y vota, por ejemplo, al candidato siete en las listas del ayuntamiento de Barcelona del PSOE. Pero si su partido saca diez concejales asume un cargo público)
2. La labor del funcionario está perfectamente definida (si es policía vigila la seguridad, si es médico la salud, si está en una ventanilla debe poner sellos…). En la inmensa mayoría de los casos se desconoce la función del cargo público. O ¿me pueden decir qué hace el asesor vigésimo quinto del Sr. Rajoy en la Moncloa o el diputado del PP por Ourense (ese que no llega a fin de mes con 5.100 euros. Manda h...)?
3. El sueldo del funcionario está fijado en los Presupuestos Generales del Estado y es perfectamente conocido. El sueldo del asesor público lo fija quien le contrata. En el caso de los cargos públicos electos –diputados, alcaldes…- se lo fijan ellos mismos.
4. Debido al punto 3 el sueldo de los funcionarios ha sido reducido ya en dos ocasiones (la primera lo hizo el PSOE y la segunda el PP. No hay diferencias ideológicas en cómo maltratar a los funcionarios). Por ese mismo punto los cargos públicos no han visto afectado su sueldo (lo que se reducen lo compensan con dietas, viajes extra…).
5. Finalmente, un funcionario es fácil de identificar y, en consecuencia, de echarle la culpa de lo que pasa. Así, cuando un guardia civil le pone una multa, una enfermera le dice que lo suyo no es de urgencias o el profesor le señala que su niño es un cenutrio es sencillo identificar al responsable de que el país no funcione. Pero díganme con sinceridad ¿si se lo cruzan por la calle, podrían identificar a un asesor del Ministro de Economía, al Secretario de Estado de Justicia, al diputado del PSOE por Málaga o al concejal de cultura del ayuntamiento de Sevilla?
¿Están seguros que sobran los 2 millones de funcionarios? ¿No será que lo que sobra es la práctica totalidad de las cerca de 500.000 personas que viven de la política? Hay que hablar con propiedad.

© José L. Calvo