La visita de la canciller alemana a España el jueves 6 de septiembre quedará como una gran demostración de marketing político. Porque Ángela Merkel, Mario Draghi, los empresarios alemanes y españoles, el Ministro de Economía y el Sr. Rajoy, la oposición y los sindicatos nos representaron un teatrillo digno de los mejores manuales de interpretación. Vayamos por partes.
Merkel y Draghi parecían salidos de cualquier serie policial, jugando al poli malo poli bueno. Mientras que Draghi (poli bueno) anunciaba la medida de compra de deuda sin límite que puede permitir a España no caer en el abismo, Merkel (poli malo) indicaba claramente que esto no va a producirse sin exigir nuevos y duros ajustes a nuestro país. “De la condena no te libra nadie, pero pide el rescate y te sentirás mejor” parecían decir al presidente Rajoy.
Los empresarios alemanes y españoles interpretaron perfectamente sus papeles secundarios. Los primeros sirviendo para que la canciller mande un mensaje claro y directo al Bundesbank: hay que apoyar a España porque es salvar nuestros mercados. Y los españoles mostrando la cara seria y responsable de nuestro país, la que hay que vender al exterior para que nos ayuden.
Por su parte, la aportación de la clase política y sindical española parece sacada del Club de la Comedia, aunque quizás sea mejor decir del esperpento. El Ministro de Economía hacía el primer chiste cuando lanzaba un mensaje subliminal al afirmar que las reformas españolas eran las que hizo Alemania hace diez años: con esta política dentro de diez años seremos y estaremos como los alemanes; el Presidente Penélope/Rajoy, con su habitual soberbia, ponía el chiste gallego al manifestar que se va a pensar si pide o no el rescate –como si tuviera otra alternativa-; la oposición –ya sea el PSOE o IU- dinamitaba aún más su credibilidad con la broma de un referéndum sobre el rescate y negándose a apoyarlo (¿queda alguna otra posibilidad?); y los sindicatos nos hacían partirnos de risa con un mensaje apocalíptico para intentar convencernos de que todavía defienden a los trabajadores –como si alguien les creyese a estas alturas de la película-.
Lo dicho, “Teatro, la vida es puro teatro” + 21% de IVA.
© José L. Calvo
Merkel y Draghi parecían salidos de cualquier serie policial, jugando al poli malo poli bueno. Mientras que Draghi (poli bueno) anunciaba la medida de compra de deuda sin límite que puede permitir a España no caer en el abismo, Merkel (poli malo) indicaba claramente que esto no va a producirse sin exigir nuevos y duros ajustes a nuestro país. “De la condena no te libra nadie, pero pide el rescate y te sentirás mejor” parecían decir al presidente Rajoy.
Los empresarios alemanes y españoles interpretaron perfectamente sus papeles secundarios. Los primeros sirviendo para que la canciller mande un mensaje claro y directo al Bundesbank: hay que apoyar a España porque es salvar nuestros mercados. Y los españoles mostrando la cara seria y responsable de nuestro país, la que hay que vender al exterior para que nos ayuden.
Por su parte, la aportación de la clase política y sindical española parece sacada del Club de la Comedia, aunque quizás sea mejor decir del esperpento. El Ministro de Economía hacía el primer chiste cuando lanzaba un mensaje subliminal al afirmar que las reformas españolas eran las que hizo Alemania hace diez años: con esta política dentro de diez años seremos y estaremos como los alemanes; el Presidente Penélope/Rajoy, con su habitual soberbia, ponía el chiste gallego al manifestar que se va a pensar si pide o no el rescate –como si tuviera otra alternativa-; la oposición –ya sea el PSOE o IU- dinamitaba aún más su credibilidad con la broma de un referéndum sobre el rescate y negándose a apoyarlo (¿queda alguna otra posibilidad?); y los sindicatos nos hacían partirnos de risa con un mensaje apocalíptico para intentar convencernos de que todavía defienden a los trabajadores –como si alguien les creyese a estas alturas de la película-.
Lo dicho, “Teatro, la vida es puro teatro” + 21% de IVA.
© José L. Calvo
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