sábado, 29 de diciembre de 2012

Gestión pública, gestión privada… o simplemente un negocio de los maridos

Una de las grandes controversias de la Economía es si la gestión pública es menos eficiente que la privada. De hecho, esta discusión se planteó entre los dos modelos económicos que dominaron el siglo pasado: los países socialistas e incluso algunos dirigidos por socialdemócratas optaron por la posesión y gestión pública de los medios de producción, basados en la idea de que la forma privada obviaba elementos adicionales a la eficiencia que debían ser tenidos en cuenta; el mundo occidental, capitalista y liberal, consideró que la gestión privada era más eficiente asentada en el pilar de los incentivos. Así, la maximización del beneficio o la minimización de los costes a los que obliga la competencia son el hilo conductor de una gestión eficaz de los recursos.
Y si bien parece que el modelo liberal-capitalista tiene un mayor soporte teórico, el problema surge cuando se intenta aplicar ese criterio a la provisión de servicios que deben guiarse no tan solo por la eficiencia económica sino por criterios adicionales. Me refiero, claramente, a servicios como la educación o la sanidad. Porque, aplicando meramente criterios económicos, ¿hasta cuándo se debe dar un tratamiento a los enfermos terminales?, ¿en cuánto se debe reducir las estancias en los hospitales para que resulten rentables?, ¿se debe decidir si se opera a un enfermo en función de su coste?, ¿debemos crear barracones de enfermos en lugar de habitaciones para ahorrar?...
¿Qué criterio se debe seguir en la gestión de la Sanidad pública? Es necesario un equilibrio entre la eficiencia y la equidad, entre prestar el servicio necesario y tener en cuenta su coste. Por ese motivo, es imprescindible una negociación entre los profesionales sanitarios, los que de verdad conocen las necesidades de los pacientes, y los gestores económicos de los recursos escasos que pueden y deben aplicarse. Por eso la cerril posición del Presidente de la Comunidad de Madrid no solo es injustificada sino incomprensible.
A no ser que no se esté discutiendo la gestión pública o privada sino que lo que pese de verdad sean intereses particulares. Sobre todo si en la dirección de las empresas a las que se les va a dar esa gestión de  los hospitales y centros de salud madrileños están algunos maridos de.
Siempre se dice que los economistas prevemos el pasado. Yo desde aquí me atrevo a hacer una previsión de futuro: dentro de unos años nos comunicarán que la gestión privada de la sanidad pública madrileña es inviable y que debe volver al sector público. Pero eso no tendrá lugar antes de que se haya producido un enorme déficit que todos deberemos asumir, y de que algunos hayan obtenido pingües beneficios. Y detrás de estos últimos encontraremos nombres que todos podremos reconocer. O al menos los de sus esposas.

© José L. Calvo

domingo, 2 de diciembre de 2012

Sangre, sudor y lágrimas… para los demás


Uno de los principios que debe regir la política económica es el de equidad, que en caso de la equidad vertical se define como la “justicia en el tratamiento impositivo de los individuos que se encuentran en circunstancias diferentes y deben, por tanto, ser tratados de manera diferente” (http://es.mimi.hu/economia/equidad.html). Si, además, queremos un sistema impositivo progresivo, la suma de la equidad y la progresividad se podría traducir en un principio económico tan sencillo como que pague más aquél que más tiene.
Y sin embargo, el gobierno, que debió fumarse esa clase en la Facultad, está empeñado en hacer todo lo contrario: no solo no está haciendo una política equitativa, sino que está haciendo recaer los ajustes de la crisis en los que menos tienen. La no actualización de las pensiones no es más que el último ejemplo, pero todos tenemos en mente los anteriores: primero se redujeron los salarios públicos; luego se modificó la legislación laboral para que fuera más fácil el despido, se ha permitido a lo largo de toda la crisis que gente sin recursos fuera expulsada de sus viviendas en beneficio de los bancos… Y mientras, estos recibían dinero de los contribuyentes –es decir, de todos nosotros incluidos los desahuciados-, se creaba el banco malo para encubrir la mala gestión de unos políticos y gestores ineptos que no han respondido en ningún momento por ella, se mantenía la tributación de las SICAV –recordemos, la participación mínima en una SICAV es de 100.000€, así que allí no tiene el dinero ningún mindundi sino los ricos españoles de verdad- o se gastaba medio millón de euros en la página web de una institución que nadie sabe para qué sirve.
En definitiva, la política económica que está aplicando el gobierno es que pague la crisis quien tiene poco y quien tiene no solo que no la pague sino que se aproveche de ella. Una política de la derechona más rancia que deja un tufo, en el fondo y en las formas, a la que hacía el paisano del Ferrol del actual presidente del gobierno.
Lo impresionante es que ni siquiera tendrían que haber hecho uso de criterios de equidad o progresividad para haber acompasado la no actualización de las pensiones con otra medida que nos hiciese sentir que la crisis la estamos pagando todos –como un impuesto a las grandes fortunas,  la subida del tipo de las SICAV o una investigación sobre el coste de la página web del Senado-: con un gobierno que en un año ha perdido un 13,3% de la intención de voto, con un presidente que tiene la peor imagen de la democracia, un pequeño conocimiento de marketing político, la intención de recuperar algo de terreno ante la ciudadanía, les habría obligado a dar una de cal y otra de arena.
W. Churchill pidió a sus conciudadanos un esfuerzo titánico en la Segunda Guerra Mundial: sangre, sudor y lágrimas fue su máxima. Pero él personalmente explicó por qué lo pedía y su gobierno fue el primero en aplicarsela. Aquí del Sr. Rajoy solo vemos la “lucecita” de la Moncloa y del esfuerzo se libran los ricos y los políticos.

© José L. Calvo

lunes, 19 de noviembre de 2012

Microeconomía, la economía de andar por casa

In memoriam de Moisés Ciriano

Parece que últimamente son muchos los que se suman al título original de este blog y utilizan el sentido común para aproximarse a la economía. Desde el vídeo protagonizado por los hermanos Isidro y Moisés Ciriano, fallecido este último hoy, pasando por el precioso artículo de Luis Garicano en El País del 12 de noviembre (Son las matemáticas estúpido) España comienza a abandonar las grandes soflamas carentes de contenido y la racionalidad se abre un hueco.
Me gustaría contribuir con un granito de arena adicional, mostrándoles las diferencias entre las dos grandes áreas de la economía y su significado. Desde prácticamente el comienzo de la Economía como ciencia (si alguna vez lo ha sido) se diferenciaron dos grandes áreas: La Macroeconomía y la Microeconomía.
La Macroeconomía se enfrenta a los retos económicos globales de la sociedad, desde una perspectiva agregada. No se desciende a los problemas individuales sino que todos somos agrupados en un conjunto y las decisiones se toman sobre ese agregado denominado España, Unión Europea... Es como tener una vista de pájaro de los problemas de la sociedad. Así, en Macro hablamos del paro, el sistema financiero, el déficit público… En la Macroeconomía es donde más fácilmente se puede introducir la demagogia.  
Por el contrario, la Microeconomía desciende a pie de calle. Analiza el comportamiento de los agentes económicos, los individuos y las empresas. Por decirlo de forma sencilla, en Microeconomía no se habla del paro, sino de por qué Ignacio Martínez no encuentra trabajo, ni del sistema financiero, sino de por qué la empresa familiar Fernández tiene tantas dificultades para obtener un crédito. Además, cuando un alumno asiste a su primera clase de Microeconomía solemos recibirle con la misma frase en la pizarra: la economía es la ciencia de la asignación de recursos escasos. Dicho en Román paladín, si quieres gastar más en algo tienes que quitarlo de otro lado.
Para que entiendan la diferencia un ejemplo. Desde el punto de vista macroeconómico se puede decir que hay que incrementar el gasto público, que la sanidad o la educación deben ser públicas y gratuitas, que hay que reducir el paro…; desde la perspectiva micro la pregunta es sencilla: si incrementamos el gasto en sanidad o educación, ¿quién deberá pagar los nuevos impuestos que habrá que introducir?, ¿o de dónde quitamos recursos para podérselos dedicar?. Como ya les anticipaba, la Macroeconomía permite brindis al sol; los microeconomistas somos más prosaicos.
Por eso mismo, cada vez que un político, un sindicalista o el ministro de turno lancen al aire una propuesta macroeconómica háganse la pregunta que nos hacemos los economistas del sentido común: esto ¿quién lo paga?

© José L. Calvo

martes, 13 de noviembre de 2012

La convocatoria de Gila

Mañana 14 de noviembre se celebra en España una huelga general convocada por los sindicatos mayoritarios bajo un lema cuando menos impreciso: hay culpables, hay soluciones. A mí estas frases me recuerdan aquel famoso monólogo de Gila cuando decía aquello de alguien ha matado a alguien. Pero ¿quién y cómo?
Los convocantes y aquellos que acudirán a la convocatoria vuelven a llevar a cabo una práctica nacional muy extendida: echar la culpa a otros y no mirarse a sí mismos. Es cierto que los bancos concedieron créditos sin sentido, que, como muchos de ellos afirman ahora, facilitaron la adquisición de viviendas a personas que por su capacidad de pago no deberían haber tenido nunca un piso en propiedad, pero ¿por qué decidieron aceptar los créditos?, ¿por qué se lanzaron a esa vorágine consumista? Nadie les puso una pistola en el pecho. Así que todos y cada uno de nosotros también deberíamos asumir una parte de culpa.
Y ¿qué decir de los sindicatos y los partidos políticos convocantes? ¿Nadie se acuerda ya de las frases de ese presidente del gobierno que pasará a la Historia por su ineptitud y que decía que íbamos a sobrepasar a Alemania en renta per cápita, que estábamos en la Championsleague de Europa…? ¿Los convocantes del PSOE forman parte de ese mismo partido? ¿No son los sindicatos convocantes los mismos que fomentaron la inversión de la pirámide salarial y propiciaron que un peón de albañil ganase más que un médico o un profesor? ¿Son los sindicatos que aprobaron –dando la callada por respuesta- la reducción de los salarios públicos a la espera de que estos pagasen la crisis cuando nunca disfrutaron de la época de bonanza? La izquierda en pleno debería hacer un análisis de conciencia pública de su actuación en el período 1993-2008 antes de convocar nada.
En cuanto a las soluciones, más de lo mismo. Hay soluciones pero ¿cuáles? ¿Incrementar el gasto público? La educación y sanidad pública y gratuita? Perfecto. Yo lo comparto, pero ¿cómo se pagan los servicios públicos? ¿De dónde debe salir el dinero que financie la sanidad, la educación…? Porque no es maná, porque cada euro que se gasta en servicios o inversión pública sale de los bolsillos de los contribuyentes. Señores de los sindicatos y los partidos de izquierda, hagan una propuesta realista de política fiscal –ingresos y gastos-, pero no sigan tirando con pólvora del rey. Es muy fácil decir que hay soluciones, pero ¿cómo se pagan?
Menos quejarse y más arrimar el hombro. Menos demagogia y más realismo. Sigamos el ejemplo estadounidense: después del día de las elecciones los republicanos se pusieron al servicio de la administración Obama para sacar el país adelante. Yo, mañana, iré a trabajar para ayudar a levantar mi país.

© José L. Calvo

lunes, 5 de noviembre de 2012

Talando los árboles para salvar el bosque

(In Memoriam de Dimitris Christoulas, Miguel Ángel Domingo… y aquellos a los que la crisis ha asesinado)
 
Cuando en aquellas épocas de la movida madrileña opté por dedicarme a la Economía siempre lo hice pensando en que con mi trabajo podría contribuir al crecimiento y mejora de la sociedad. Creía que el incremento del PIB y el bienestar iban de la mano, y que el aumento debía distribuirse con equidad. Incauto.
Porque si algo está demostrando la actual crisis económica es el verdadero significado de la economía capitalista. Como estamos viendo, capitalismo significa el sacrificio de muchos en beneficio de unos pocos; la expoliación de los cada vez tenemos menos en beneficio de los que día a día tienen más, y más, y más… Y esto con el beneplácito de los gobernantes y los economistas ortodoxos.
Un ejemplo muy claro de esta situación es la producida por los desahucios. A ningún dirigente ni banquero le importa en lo más mínimo no solo la tragedia humana que hay detrás de la gran mayoría, sino la absoluta injusticia que suponen. Supongamos que Juan no puede pagar a Bankia su hipoteca y este le desahucia, obligándole no solo a abandonar su casa, sino a mantener una deuda por la diferencia entre el valor de adjudicación de la vivienda y el préstamo asociado a ella –ya que no existe la dación en pago-; pero no solo eso, sino que como el gobierno ha debido pedir un rescate para financiar la malísima gestión de los políticos que se dedicaron a dirigir Bankia, y ese rescate se suma a la Deuda Pública, al final Juan debe asumir, como ciudadano español, parte de la financiación del salvamiento de Bankia. Es decir, nuestro desahuciado es lanzado a la calle por no poder pagar a un banco al que debe rescatar asumiendo una parte alícuota de su deuda.
Es incomprensible que nuestros dirigentes políticos y económicos sigan empeñados en diseñar políticas macroeconómicas sin darse cuenta de que los realmente importantes son los individuos; de que es imposible lograr sus grandes objetivos macro si para ello van destruyendo las condiciones de vida de los que configuran la economía; siguen sin darse cuenta de que ésta es una ciencia social, que no la rigen leyes universales, y que la solución está en los pequeños cambios, en esos que afectan a los ciudadanos, que les permiten consumir, generar esperanzas de mejora y, en esa medida, de incrementar su esfuerzo y productividad. Que no hay que salvar al sistema financiero sino a aquellos que lo hacen viable. Están talando los árboles/individuos con el fin de salvar el bosque/economía. Pero el bosque no existe sin los árboles.
Y los economistas nos hemos convertido en los sacerdotes de esta tragedia, en aquellos utilizados para justificar la aparición de los nuevos siervos de la gleba que en lugar de estar atados a sus tierras lo están a sus hipotecas y que deben aceptar cualquier condición que les impongan para sobrevivir. Yo no me apunté para esto. Mal vamos si argumentamos que para salvar la economía hay que sacrificar a los ciudadanos.

© José L. Calvo

miércoles, 31 de octubre de 2012

Pero ¿quién ha vivido por encima de sus posibilidades?

A lo largo de los últimos tres años de crisis hemos escuchado continuamente la frase de que España ha vivido por encima de sus posibilidades. Si bien es probable que sea cierta, y yo la comparto con matizaciones, al hablar de España se está haciendo alusión a un colectivo que no es ni mucho menos homogéneo. Tratemos de desagrupar y veamos qué ha pasado.
Desde una perspectiva microeconómica deberíamos hablar de al menos dos grupos: empresas y ciudadanos/consumidores, y dentro de ellos otros dos: los que nunca vivieron la burbuja inmobiliaria/especulativa –fuente de nuestra crisis- y los que se aprovecharon de ella. Por lo que respecta a los ciudadanos ha habido un grupo numeroso que nunca disfrutó de la bonanza de ese período de crecimiento, ya que sus rentas nunca crecieron en términos reales. Me estoy refiriendo a los funcionarios, a los que, sin embargo, se les ha hecho pagar la crisis con pérdidas del poder adquisitivo que en algunos casos superan ya el 30%. A ellos hay que sumar otros ciudadanos y empresas sensatas y realistas que vieron que “El Dorado” de los presidentes Aznar y Zapatero no podía durar siempre y prefirieron no lanzarse a la vorágine consumidora. Todos ellos están pagando una fiesta de la que nunca disfrutaron.
Por otro lado están los que sí pensaron que España era el país de Jauja y se lanzaron a consumir y especular. Los que cambiaban de coche cada menos de cuatro años, que compraron casa en la playa y varias en la ciudad, que no se levantaban por menos de 1.000€… Pero estos particulares ya han pagado sus delirios: la gran mayoría de ellos han perdido su empleo, su casa o su negocio. Nadie les ha perdonado nada, nadie ha pensado que eran sistémicos y había que rescatarlos. Se equivocaron, sí, pero están pagando por ello. De hecho muchos de ellos tienen hipotecado su futuro, o bien por tener que responder con todos su bienes presentes y futuros –empresas individuales- o bien por haber perdido la casa y haberse quedado con la deuda.
Existe también una visión macroeconómica de España. Y es aquí donde se aplica directamente esa prepotencia en la que vivimos en la segunda mitad de la década de los noventa y principios de este siglo. España se dotó de unas infraestructuras que no le correspondían y a las que no tenía derecho por su capacidad de generación de recursos: un tren AVE y una autovía a cada pueblo, mega-aeropuertos en los que no aterriza ni un solo avión (Castellón, Ciudad Real, Huesca, etc.), Ciudades de la Luz, de la Cultura de Santiago de Compostela, el Centro Cultural de Alcorcón, La Caja Mágica, el Palacio de Congresos de Oviedo… (http://www.despilfarropolitico.es/). Pero ¿quiénes han sido los responsables? los políticos y su megalomanía.
Y nosotros por dejarles hacer, por no pararles, por no controlar las cuentas, por no ser conscientes de que el dinero público es de los contribuyentes y no de los políticos y que está para satisfacer necesidades reales y no sueños faraónicos. Por sumarnos a esa estupidez colectiva que nos invadió y que nos hizo pensar que sin esfuerzo, sin educación, sin inversión en I+D+i, tan solo poniendo un ladrillo detrás de otro íbamos a superar a los demás países de la UE. En el fondo por querer ser más listos que los demás, por aprovechados, nos han dado el timo de la estampita. Y lo vamos a pagar durante muchos años.
 
© José L. Calvo

martes, 16 de octubre de 2012

España en la encrucijada: algunas ideas

España está al borde del abismo. Esta afirmación no trata de ser catastrofista, sino realista. Porque la primera medida para afrontar un problema es reconocer su gravedad. Y grave es no solo tener una economía en recesión, una tasa de paro que supera el 25 por ciento –y creciendo-, unas finanzas públicas empeorando día a día por la presión de los mercados y por tener que salvar la mala gestión de las Cajas de ahorros… lo verdaderamente difícil de superar es un gobierno que no sabe qué hacer, una política económica global que va en sentido contrario a lo que debería ser, la absoluta falta de credibilidad de la clase política española –que la hay- que se niega a renunciar a uno solo de sus derechos o la desconfianza y el derrotismo que se ha instalado en nuestra sociedad. Por eso, he aquí algunas sugerencias de lo que, a mi juicio, debería hacerse en nuestro país para afrontar de verdad esta crisis.
1. La única salida de la crisis es con el esfuerzo conjunto, de todos. Señores del gobierno, del PP, del PSOE, de CIU, sindicatos… y resto de gente que vive del enfrentamiento, la vía de salida de la actual situación se la dieron sus predecesores, mucho mejores políticos y más comprometidos con España: un gran pacto de estado como lo fueron los Pactos de la Moncloa.
2. No se puede seguir derrochando. No se trata de recortar sino de reorganizar. El objetivo no puede ser la desaparición del estado del bienestar reduciendo el gasto público allí donde se necesita y que, además, estimula la economía (pensiones, salarios, inversiones públicas) sino la eliminación de gastos superfluos, redundantes y que no generan empleo –salvo de políticos-. Racionalizar el gasto público no es reducirlo, es gestionarlo mejor.
3. Sangre, sudor y lágrimas de todos, incluidos los políticos. No se puede pedir a los ciudadanos esfuerzos para minutos después coger un avión que pagamos todos e irse a ver un partido de fútbol. Como tampoco es de recibo que se haya reducido el empleo público pero que hayan aumentado los cargos, los políticos que cobran… Un ERE de políticos es necesario si quieren tener la más mínima credibilidad.
4. Alguien debe pagar por el despilfarro y la mala gestión. Es de todo punto impresentable que después del coste asociado a la mala gestión del sistema financiero –ya vamos por encima de los 60.000 millones de euros- nadie haya ido a la cárcel, sea directivo de una Caja de ahorros, político con representación en ella… La credibilidad de la clase política es nula porque la imagen que da es que protege a los suyos con el dinero de todos.
5. Keynes está vivo. La salida de la crisis es con políticas fiscales expansivas y no contractivas. La política monetaria –que ya no controlamos- no va a suponer que vuelva el crédito, y la única vía para relanzar la economía está en las políticas fiscales. Nuevamente quiero reseñar que eso no implica gasto público incontrolado, sino racional, basado en criterios de eficiencia y equidad. Bajar los impuestos a las rentas bajas y el IVA de productos básicos puede tener un efecto muy reducido en la recaudación impositiva y un resultado muy positivo de impulso de la demanda. Y si se quiere compensar se puede subir el impuesto del lujo hasta el 33%, como ya estuvo o introducir un impuesto a las grades fortunas (las SICAV siguen cotizando al 1% y aún así sus capitales se están fugando).
Y sobre todo, muy por encima de todo esto, hay que descartar el mensaje derrotista, el negativismo que hoy nos domina. El Presidente del gobierno no puede salir con cara de funeral cada vez que aparece en público. No se trata de elegir entre Bambi-Zapatero y Buster Keaton-Rajoy, necesitamos alguien creíble pidiendo sacrificios pero ofreciendo una salida de todos y por todos. Animal spirits.

© José L. Calvo

sábado, 13 de octubre de 2012

Catalunya independiente. Algunos datos para razonar

No pensé que iba a entrar en un debate que me importa muy escasamente, ya que siempre me he sentido igual de bien en Barcelona que en París, Roma o New York. Pero ante la irracionalidad que está imperando, quizás sería interesante poner algunos datos sobre la mesa a fin de que veamos las posibilidades reales y no inventadas por un político mesiánico de una Cataluyna independiente. Los datos se refieren a 2011.
El PIB de Cataluyna en ese año fue de 200.323,285 millones de euros, lo que supuso el 18,7% del total del estado español. Su renta per cápita se situó en los 27.430€, un 118% de la media nacional, lo cual está muy bien, pero ciertamente alejada de las de Madrid (127,8%), Navarra (129,2) y el País Vasco (134,5%). Hasta aquí lo positivo.
El número de activos fue de 3,814 millones (2,0 hombres y 1,8 mujeres), con una tasa de empleo muy baja: el 50,9% (55,8  los hombres y 46% las mujeres). De ellos 3,080 millones estaban ocupados y 734.000 parados, por lo que la tasa de paro era del 19,25% algo inferior a la media nacional (21,64) pero solo por debajo de Andalucía, Baleares, Canarias, Castilla-La Mancha, Valencia, Extremadura y Murcia. Es decir, su tasa de paro sitúa a Cataluña entre las zonas más castigadas por la crisis. El porcentaje de parados con menos de 25 años alcanza al 44% de su población.
Finalmente los déficits. El suyo, como comunidad, fue en 2011 del 3,3% del PIB; pero sobre todo, el déficit que mantiene con la Seguridad Social superó los 1.379 millones de euros, a lo que desde luego contribuye que el número de afiliados por pensionista en Cataluyna es de 2,11 por debajo de la media nacional que es de 2,39. Dicho sencillamente, la Seguridad Social catalana se financia con recursos provinientes de España.
Estas son las cuentas con las que el Sr. Más quiere situar a Cataluyna como país independiente de la UE. Es una opción, pero creo que debería revisarlas porque su petición no cumple ninguno de los criterios de admisión. Todo lo contrario, algunos países de la UE respirarían aliviados al haberse quitado de en medio a otra Grecia. 
Un último comentario: me da igual si cuando llegue a Barcelona tengo que presentar el pasaporte; no tengo opinión sobre la independencia de Cataluyna y creo que todas las posiciones son válidas; pero cualquier argumento pierde su valor ante una niña llorando porque es agredida por llevar la camiseta de España.Quien siembre vientos recoge tempestades.

© José L. Calvo

domingo, 7 de octubre de 2012

el 25 S y el marketing policial

Durante más de 40 años, mientras duró la dictadura de ese general bajito y con bigote, la Policía era identificada como una fuerza represora. Su labor en otros ámbitos, como el de la protección y seguridad, no era valorada, sencillamente porque por encima de todo, lo que la sociedad observaba de manera directa era su actuación en la calle, interviniendo a golpes en contra de aquellos que tan solo demandaban democracia (recuerdo una pintada en el metro de Iglesias que, dirigida al Ejército, también se podía aplicar entonces a la Policía: “a un civil se le puede militarizar; a un militar no se le puede civilizar”. La que hacía referencia al color de su uniforme no me parece de buen gusto).
Durante la Transición su imagen fue cambiando paulatinamente. Y a lo largo de los años de la democracia los españoles aprendimos a apreciar su labor y sacrificio –especialmente este último ante los asesinos de ETA-. Los policías acabaron siendo uno de los nuestros, tu primo, tu vecino, con el que te tomabas las cañas…
Toda esta labor de marketing, de identificación con el resto de los españoles, se ha destrozado en menos de una semana. Su desmesurada actuación el 25-S, las agresiones a ciudadanos indefensos (¿alguien se cree que una persona de 72 años puede atacar a un policía?), su entrada en Atocha disparando balas de fogueo o el acoso al que están sometiendo al camarero –del PP- que les impidió entrar en su bar, han dado al traste con un trabajo de años. Y desde luego tampoco les ayuda el apoyo entusiasta de los españoles peor valorados: los políticos.
Nadie está afirmando que la policía no deba actuar de manera proporcionada; tampoco estoy diciendo que todos ellos se comporten como el grupo descontrolado que atacó a los ciudadanos –utilizo bien el verbo porque momentos antes departían amigablemente con ellos, como señalan algunos periodistas y se ve en las imágenes-. Simplemente estoy afirmando que desde el punto de vista del marketing policial el resultado ha sido nefasto. Y llevará mucho tiempo volver a reconstruir la imagen amigable del policía. La memoria colectiva ha vuelto a abrir un abismo de desconfianza entre ellos y nosotros, los civiles.

© José L. Calvo

miércoles, 3 de octubre de 2012

Sr Rajoy, consulte el diccionario: recortes, reformas y racionalidad.

El actual gobierno del PP ha lanzando una campaña de reducción del déficit público a través de un conjunto de lo que ellos denominan reformas y que sin embargo solo se han traducido en recortes de servicios públicos y subida de impuestos. Y eso que la diferencia entre unos y otros es bastante clara, al menos para el Diccionario de la Real Academia Española (DRAE). 
Según el DRAE recortar significa cortar o cercenar lo que sobra de algo, así que empezamos bien, porque ¿sobran la sanidad, la educación o la I+D?; por su parte, reformar es modificar algo, por lo general con la intención de mejorarlo. Perfecto, o sea que hay que modificar las cosas para que funcionen mejor. Finalmente otro concepto muy relacionado, ya que tanto los recortes como las reformas tienen como objetivo, según el gobierno, racionalizar nuestros gastos e ingresos públicos. Pues bien, racionalizar es organizar la producción o el trabajo de manera que aumente los rendimientos o reduzca los costos con el mínimo esfuerzo.
Es evidente que el presidente Rajoy confunde estos términos. Porque continuamente recorta (prestaciones, salarios…) en vez de reformar la Administración, que sería lo sensato con el objeto de reducir el déficit. Para dicha reforma le propongo, así a bote pronto, tres acciones: reducir drásticamente el presupuesto de Defensa; eliminar las Autonomías uniprovinciales y renunciar a Madrid 2020.
En serio, ¿alguien piensa que necesitamos un ejército profesional para evitar que nos invadan?, ¿con la que está cayendo, quién se cree que Francia, Alemania o Marruecos quieran hacer de nosotros una colonia que tendrían que alimentar?. Suiza no tiene ejército y no parece que le vaya tan mal  -por cierto que tampoco tiene políticos profesionales-. Así que, racionalizando, podemos reducir el presupuesto de Defensa en un 90% (por eso de dejar algo para que juegen).
¿Qué sentido, aparte de “hacer patria” y que se alimenten unos cuantos políticos profesionales, tienen Asturias, Cantabria, La Rioja, Madrid o Murcia? Integrémoslas en otras comunidades y eliminemos cinco gobiernos, cinco parlamentos, cinco fuentes de cargos, carguitos…
Finalmente, ¿es lógico seguir intentando que nos den las Olimpiadas de 2020? En el mejor de los casos estas generarían ingresos ese año y gastos desde ahora hasta entonces. Creo que el ayuntamiento de Madrid tiene mejores proyectos donde gastar en los próximos ocho años.
En definitiva Sr. Rajoy y adláteres. Recortar no es reformar. Y reformar es racionalizar. Reforme, racionalice y recorte de donde sobra. Pero no de donde hace falta.

© José L. Calvo

domingo, 30 de septiembre de 2012

Presupuestos 2012. Carretera al infierno

En tu viaje por las zonas yermas, desde el desierto hacia el oasis, te has desviado de la autopista al infierno.
 
El ministro de Hacienda, Sr. Montoro, ha presentado los Presupuestos Generales del Estado para 2012, que conjugan una reducción significativa del gasto con un incremento de los impuestos. Estos Presupuestos son una carretera al infierno que no solo no traerán la recuperación, el crecimiento y la generación de empleo a la economía española sino que profundizarán la recesión. El motivo es sencillo y puede verse con un ejemplo: suponga que a un enfermo cuyo principal síntoma es su debilidad se le aplica un doble tratamiento, por un lado se le pone a dieta (reducción del gasto) y por otro se le hacen sangrías (incremento de impuestos). Lo más probable es que empeore.
Pero estos Presupuestos no solo demuestran los errores que está cometiendo el gobierno español, sino los de la Unión Europea. Esta ha cometido al menos tres: en primer lugar, obligar a España a seguir la senda de la ortodoxia económica ya impuesta a Grecia, Portugal o Irlanda, cuando sus resultados en términos de recesión, desempleo e inestabilidad social ya se han visto; en segundo lugar, porque España no tiene el mismo tamaño que el resto de los PIGS, y su recesión se expandirá por el resto de Europa, haciendo caminar en el filo de la navaja al euro; finalmente, porque como se dice en nuestro país, han puesto a la zorra a guardar a las gallinas. No se puede pedir que la política de racionalización y reformas la apliquen aquellos que se deberían ver más afectados por ellas: los políticos y las grandes empresas españolas, que tienen mucho que perder ante una modernización de nuestra sociedad y economía. Por eso estos Presupuestos vuelven a incidir sobre las clases medias y salvan los recursos de los más poderosos.
Señores de Europa, deben ser conscientes de que nuestra clase política, salvo por imposición, no va a realizar los cambios necesarios para transformar la economía española desde un modelo de connivencia oligárquico/político hacia una economía de capitalismo social basada en la competitividad. Hace tiempo que España se salió de la autopista para ir hacia el infierno. Pero a este paso allí nos encontraremos todos.

© José L. Calvo

jueves, 27 de septiembre de 2012

De políticos, salarios y productividad

Uno de los principios que ha regido la más pura ortodoxia de la Teoría Económica desde sus inicios con el marginalismo es que los factores deben ser retribuidos por su productividad. Es decir, el salario que cada uno debemos cobrar debe ser igual al incremento del producto o servicio de nuestra última unidad aplicada (hora/minuto…).
Esta teoría la deben saber muy bien nuestros políticos, porque si recuerdan el PSOE ya propuso que los funcionarios cobrásemos según nuestra productividad (nunca llegó a aclarar cómo se calculaba, si los profesores por número de aprobados, los médicos por cuántos sobreviven, los policías por porrazos dados…). Pero su aplicación les falla cuando se refieren a sí mismos. Algunos ejemplos.
Cuando la Sra. Cospedal propuso pagar por asistencias a plenos y comisiones –y eso que ni se les exigía estar despiertos o hacer propuestas- la mal llamada izquierda (PSOE e IU) puso el grito en el cielo, y algún diario pseudoprogresista llegó incluso a afirmar que los políticos profesionales eran un logro de la democracia y que a ver si ahora iban a decidir albañiles, fontaneros o electricistas (¿recuerdan que hubo un ministro del interior electricista? Entonces eso era progresista, ahora parece que no); esta semana se publicaban los sueldos de los parlamentarios, que entre pitos y flautas ascienden a 5.000 euros –con los que según alguno no se llega a fin de mes-, y sin embargo el 25 de septiembre solo había 50 en el hemiciclo (la séptima parte), práctica por otro lado habitual; y ese mismo día UPyD presentaba una nueva propuesta sobre transparencia de sueldos públicos y no solo era rechazada, sino vilipendiada por los representantes del PNV y CIU –parece que algunos no quieren que se sepa lo que cobran de España-.
Y mientras, un grupo de gente era agredida por los cipayos (¿no os habéis dado cuenta de cuál es vuestro lado? A lo mejor lo recordáis en Navidad o en 2013 con el sueldo congelado por tercer año consecutivo) a las mismas puertas del lugar que debería representarnos. Me sumo al grito escatológico sobre la igualdad del PSOE y el PP, y añadiría a la práctica totalidad de los grupos parlamentarios, IU, PNV, CIU… Todos aplican idéntica ley del embudo: los sacrificios para los demás, los sueldos –sin referencia a la productividad- para nosotros. Ellos sí que están cometiendo delitos contra la Nación.

© José L. Calvo

miércoles, 26 de septiembre de 2012

¡Que fluya el crédito! amigo Emilio

Hace unos días me preguntaban si la llegada del rescate al sistema financiero supondría la vuelta del crédito a las empresas y particulares. Mi no rotundo desconcertó al periodista, sobre todo después de haber oído afirmar a D. Emilio Botín que ellos estaban dispuestos a dar todo el crédito necesario a empresas solventes (me imagino al Sr. Botín, con su pantaloncito y polo rojos, acodado en la barra del bar al más puro estilo Pepe Isbert diciendo: “otra ronda de crédito, que esta la presto yo”. El barman Mariano acongojadito).
Cuatro son, al menos, los argumentos que puedo esgrimir para afirmar que es prácticamente imposible que el crédito se restablezca a corto plazo: en primer lugar, el rescate se va a utilizar para tapar los agujeros que las Cajas de Ahorros y bancos tienen en sus balances, y, en consecuencia, nada quedará para poder prestarse al resto de la economía; en segundo lugar, el ya clásico efecto crowding out que está y que seguirá ejerciendo el sector público: si puedo colocar mi dinero a un tipo del 6% en deuda pública, ¿cuánto debería de retribuirme, y en consecuencia ganar, una empresa o un particular para competir teniendo en cuenta que esta es una apuesta arriesgada mientras que la deuda es hoy por hoy segura?, ¿por qué conceder hipotecas al EURIBOR +1% con esos tipos de interés de los bonos del Tesoro?; en tercer lugar la demanda global es muy débil, la actividad económica está ralentizada y se solicitan menos préstamos. Cuanto más profunda sea la recesión menor será la demanda de créditos de las empresas, ya que menores serán sus ventas y beneficios, inexcusables para devolver los créditos y sus intereses.
Pero el problema fundamental es la incertidumbre. Con un gobierno sin una política económica definida, sin un horizonte claro al que arribar, contradiciéndose permanentemente, sin saberse todavía si el Presidente pedirá el segundo rescate –ahora el plazo se amplía tras la convocatoria de elecciones en Cataluña-, con un déficit público que no se puede controlar porque no se desea hacer la reforma clave: la de la administración central, autonómica y local -el harakiri de la clase política- no son solo los mercados los que no se exponen y suben la prima de riesgo; los ciudadanos no se arriesgan a pedir un préstamo, no sea que la situación vaya todavía a peor.
Dos condiciones me parecen indispensables para que la economía española comience su recuperación y el crédito vuelva a fluir: primero que el gobierno tenga un plan. A estas alturas casi da igual cuál sea, pero por lo menos cierta coherencia sería bienvenida. Y que también Europa tenga un plan. No para salvar individualmente a los países sino para salvarse conjuntamente. Alemania se está parando, Francia está en recesión, el Reino Unido también, y el FMI alerta que la recesión europea se está trasladando a USA y China. Un plan Marshall de crecimiento y empleo para Europa parece cada día más imprescindible. Pero eso sí, en el caso de España, por favor no le den el dinero a nuestros políticos. Gürtel, el alcalde de Ourense… son  ejemplos de cómo lo utilizan.

© José L. Calvo

lunes, 17 de septiembre de 2012

La economía del gratis total no existe

La ministra de Cultura del primer gobierno Zapatero resumió en una frase una creencia muy arraigada en nuestra de sociedad: el dinero público no es de nadie. Es decir, el dinero público cae del cielo y que, por ello, puede gastarse en lo que se desee.
La manifestación del 15 de septiembre y las declaraciones de sus participantes siguen esa misma línea: reclamar servicios públicos gratuitos –educación, sanidad, mayores pensiones…- pero sin preguntarse de dónde sale el dinero para financiarlos. Eso es a lo que nos ha acostumbrado una izquierda irresponsable y demagógica, que en lugar de hacer las reformas necesarias –incluido en gran parte su propio harakiri como señala César Molinas- se ha atrincherado en prometer cosas que son imposibles de cumplir.
Porque dejemos claros tres axiomas: 1. Los servicios que se reclaman no son gratuitos, sino que hay que pagarlos. O bien se hace a través de los ingresos del estado, fundamentalmente los impuestos, o bien vía pago directo de los consumidores, como el copago o las tasas académicas; 2. El dinero público es de todos, no de los políticos para manejarlo a su antojo. Surge de lo que pagamos todos y cada uno; 3. La forma en que se emplean los recursos públicos sí tiene ideología. Lo que obliga a dejar de lado discursos demagógicos y buscar su utilización eficiente y equitativa.
Un ejemplo para dejarlo claro: la educación. Desde una perspectiva equitativa de izquierdas la asignación de unos recursos cada vez más escasos es sencilla: quien quiera educación privada que la pague; no hay financiación para los centros concertados y todos los recursos se dedican a la educación pública. Pero la dejación del PSOE ha permitido justo la política contraria aplicada por el PP.
Lo primero que se enseña en economía es que los recursos son escasos, que la economía del gratis total no existe, que para poder consumir algo hay que pagarlo. Pero la forma en que el estado distribuye esos recursos escasos depende de su ideología. No estoy defendiendo la política del PP, simplemente reclamo ¡un poco de seriedad, señores de los sindicatos y los partidos de izquierda! No prometan lo que no pueden pagar o su escasa credibilidad desaparecerá.

© José L. Calvo

jueves, 13 de septiembre de 2012

La economía verde. Una opción de futuro

En un informe presentado por la OIT se afirma que España puede generar 2 millones de empleos hasta 2020 asociados no solo a los nuevos sectores de la economía verde, sino a la transformación de sectores tradicionales, como la construcción –con el uso de nuevos materiales de aprovechamiento energético, los edificios ecológicos…- la automoción, el reciclaje...
De hecho, en España tenemos una fuente inagotable de riqueza: el sol. Dos sectores son claramente dependientes de él: el turístico y el de las energías renovables, especialmente la fotovoltaica.
En cuanto al turismo, si bien es un sector tradicionalmente explotado en nuestro país necesita una reorganización en profundidad. No es posible seguir incrementando ilimitadamente el número de turistas, al menos no con el actual modelo de sol y playa que los concentra tanto geográfica como temporalmente. Es preciso una visión alternativa dirigiéndonos hacia un turismo de mayor calidad y que tenga en cuenta otros elementos con los que contamos: la cultura, el ocio…
Pero quizás donde más sorprendente sea la actitud de nuestros gobernantes es en el caso de la energía fotovoltaica. El actual ministro de industria ha lanzado una política en contra no solo de los intereses de los pequeños inversores españoles en ese sector –alrededor de 55.000- sino de la política de la UE y del bienestar español. Su posición es un claro apoyo al duopolio energético, intentando limitar el autoconsumo –que supone cerca del 50% de la producción eléctrica en Alemania-, introduciendo impuestos asimétricos y excesivos a las energías renovables… Justo todo lo contrario de lo que se debería hacer –fomentar la inversión y la I+D+i en este tipo de energías, ya que los combustibles sólidos tienen un escaso futuro-.  Una nueva demostración de a quién sirven los señores del PP –no a España, como ya han señalado desde Europa-.
Una última cuestión. Como ya saben que no me gusta hacer afirmaciones sin tener argumentos, el profesor Ignacio Mauleón –catedrático de la Universidad Juan Carlos I- y yo hemos organizado un blog y un curso justamente para eso, para dar argumentos económicos al debate energético. Claramente posicionados a favor de las energías renovables –porque creemos que son el futuro para España- pueden consultarlo en todosobreenergia.

© José L. Calvo